Consideremos el caso de Steven Spielberg. A la edad de treinta y seis años se había convertido ya en el realizador con más éxito de toda la historia del cine. A él se le deben cuatro de las diez películas más taquilleras de todos los tiempos, entre las cuales figura E. T. El Extraterrestre, la más taquillera de todas. ¿Cómo pudo llegar tan alto a tan temprana edad?
A los doce o trece años de edad, Spielberg ya sabía que quería ser director de cine. Su vida cambió a los diecisiete años, la tarde en que participó en una visita turística a los estudios de la Universal.
La visita no pasó por los platos de rodaje, donde se desarrolla la verdadera actividad, de modo que Spielberg, teniendo en mente su objetivo, pasó a la acción y se apartó del grupo para observar a escondidas la filmación de una película.
La aventura acabó en un cara a cara con el jefe del departamento de montaje de la Universal; la conversación duró una hora y su interlocutor mostró un vago interés por las actividades fílmicas de Spielberg. Para la mayoría de las personas, el relato habría terminado aquí. Pero Spielberg no era como la mayoría de las personas. Sabía lo que quería. Había aprendido de su primera visita, de modo que cambió su planteamiento.
Al día siguiente se puso un traje, se llevó el maletín de su padre (que no contenía más que un bocadillo y dos barras de caramelo) y se metió en los estudios como si formase parte del personal, pasando por delante de los guardias con la mayor naturalidad desde el primer día. Luego se hizo con una camioneta abandonada y le colocó un rótulo «Steven Spielberg, director» hecho con letras adhesivas.
De esta manera pasó todo el verano visitando a directores, guionistas y montadores, moviendo se cerca de las fronteras del mundo en que deseaba entrar, mientras aprovechaba para observar y desarrollar su sentido de lo que da eficacia a una película. Por último, a los veinte años de edad, y convertido ya en un asiduo de los estudios, Steven presentó a la Universal una película que había conseguido llevar a cabo y obtuvo un contrato de siete años para dirigir una serie de televisión. Había convertido sus sueños en realidad. ¿Se atuvo Spielberg a la Fórmula Definitiva del Triunfo? Desde luego que sí. Poseía ese conocimiento especializado que consiste en saber lo que uno quiere.
Pasó a la acción, y mostró la agudeza de percepción necesaria para saber qué resultados estaba obteniendo, es decir si su actuación le acercaba a la meta le alejaba de ella. Y tuvo flexibilidad para cambiar su comportamiento hasta obtener lo que quería. Lo mismo puede decirse de prácticamente todos los triunfadores a los que conozco. Son coherentes en su actitud de cambiar y ser flexibles hasta que han creado lo que deseaban hacer en la vida.