¿Piensas en tener tu propio negocio? Te dices a tí mismo: «sé dueño de tu negocio», pero… ¿qué idea se te viene a la cabeza cuando piensas en ello?
Quizás en montar una sociedad y realizar una gran inversión, o alquilar un local y tener tu pequeño establecimiento de comercio, o trabajar como freelance y hacer crecer un negocio desde una pequeña inversión…
Cualquiera que sea la idea que tengas, no sólo tienes que pensar en cuestiones como ¿podré hacerlo? ¿cómo? ¿cuándo?, etc., sino también, y sobre todo, ¿por qué?
Esta última pregunta (que en realidad debería ser la primera) debe de guiarte en tu camino como emprendedor.
Cuando uno piensa en montar un negocio, es lógico que mire a su alrededor y se fije en algunas personas que están realizando un emprendiendo o ya lo han hecho. Es lógico también fijarse en aquellas personas que están en un punto avanzado de su carrera profesional y han triunfado, han obtenido éxito con su emprendimiento y han ganado mucho dinero y reconocimiento.
¿Alguna vez te has sentido cautivado por una de esas figuras triunfadoras? Seguro que sí. Se trata de figuras que en muchos casos resultan inspiradoras. En otras ocasiones, ocurre que uno se aproxima a esas personas con historias de emprendimiento deslumbrantes y uno encuentra matices oscuros que hace que relumbren menos.
La magia se apaga. Lo aprendido de ellas aprendido está, y aunque sean personas de referencia, dejan de ser un modelo inspirador.
Seguro que puedes pensar a tu vez en personajes con los que te haya ocurrido algo similar.
Por ejemplo, la historia de Marlon, un empresario muy importante en el mundo de las finanzas durante casi medio siglo. Se le considera un personaje de referencia al que se atribuyen muchos méritos y que ahora es un millonario retirado con un reconocido prestigio profesional.
Sin embargo, al escribir sus memorias esta persona reconocía que, aunque había tenido un gran éxito en el campo profesional, en otros aspectos más importantes de su vida se consideraba un verdadero fracasado.
Marlon lamentaba haber dedicado el tiempo necesario a su mujer y a sus hijos, de los cuales se encontraba ahora muy alejado. Y es que su tiempo y sus energías los había dedicado completamente a construir su negocio. Éste se había convertido en la razón más importante para vivir cada día. Su empresa se había apoderado de su vida.
Esta historia (aun siendo la historia de un empresario de éxito) no es infrecuente.
¿Quieres empezar un negocio? Piensa antes. Piensa en el POR QUÉ. Tu negocio no debe convertirse en un fin en tu vida, sino en un medio. En otras palabras, tu negocio debe estar al servicio de tu vida, y no tu vida al servicio de su negocio.