Un día un empresario multimillonario que tenía miles de hectáreas de tierras fértiles, cientos de miles de cabezas de ganado fino y una preciosa hija heredera de toda su fortuna, organizó una reunión en su mansión. Invitó a toda la alta sociedad del país. Al llegar la medianoche, descubrió una piscina de 500 metros, con las paredes muy altas en tres de sus lados. En los primeros100 metrosde la piscina había colocado pirañas sudamericanas. En el segundo tramo, cocodrilos del África; luego barracudas del Caribe, después anguilas eléctricas y finalmente tiburones australianos.
Nuestro anfitrión reunió a todos sus invitados en uno de los extremos de la piscina y les dijo:
“Creo que la juventud está perdida, ya no hay hombres en este mundo. Por eso si hay un verdadero hombre con suficiente valor y valentía en esta fiesta, lo reto a cruzar esta piscina. Al que lo haga, le daré a escoger entre la mitad de mis tierras, el 50% de mi ganado o la mano de mi única y heredera hija”.
No había terminado de hablar el empresario cuando un joven se lanzó a la piscina, la cruzó y salió por la otra orilla. El hombre mayor emocionado exclamó: “Nunca creí ver valor como éste antes de morir, dime muchacho, ¿quieres la mitad de mis tierras?”. “No”, contestó rápidamente el joven. “Entiendo lo que quieres es el 50% de mi ganado”, razonó el millonario. “Tampoco”, replicó el joven. “Ah, lo que quieres es ser mi yerno y único heredero”, espetó el millonario. “No quiero nada de eso”, gritó el muchacho. “Y entonces, ¿qué quieres?”, preguntó confundido el millonario. “Quiero saber quién fue el que me empujó a la piscina”, reclamó el muchacho.
La anterior historia humorística nos lleva a reflexionar acerca de la importancia que le otorga la sociedad al dinero. Dar valor al dinero no es para nada malo o desdeñable, al contrario el dinero es fundamental para nuestra prosperidad y desarrollo. Sin embargo, no debemos perder la perspectiva de que en todo momento y a cualquier edad, mas allá del dinero debemos cultivar los valores que nos distinguen como seres humanos únicos en este mundo: el amor, el respeto, la perseverancia y la disciplina son solo algunos que contribuirán al desarrollo íntegro de nuestro ser y que nos diferenciaran enormemente del resto.
Cuando cultivamos nuestros valores, construimos una vida con sentido, los valores son los que nos permitirán nadar en el mar de tiburones y salir airosos tal como el protagonista de nuestra historia. Es así como al elegir ser personas integras estamos firmando nuestro contrato de solvencia moral con el mundo, que repercutirá en nuestros resultados sea cual fuere nuestra ocupación o negocio.
Los valores nos conducen en la vida de una forma sana y contribuirán siempre al logro de nuestros objetivos de una forma sustentable y garantizará nuestro bienestar como seres humanos.
“Si no te esfuerzas hasta el máximo, ¿como sabrás adónde esta tu límite?”
W. Churchill