Puede que usted amable lector, se halla encontrado en determinado momento con un anuncio, que, se podría decir, se encuentra camuflado entre el contenido de un artículo en un diario o como sugerencia de vídeo en Youtube; y no se entere sino hasta ahora que se trata de la tan afamada “publicidad nativa”, luego de haber pinchado una que otra vez, por curiosidad, habiéndose encontrado con una marca que le ofrece determinada información y a cambio le pide un poco de su atención.
Y sí, tal como lo lee. Es ésta una de las herramientas publicitarias recientes que mayor impacto ha generado en el mundo, y sobre la que, en Estados Unidos, se proyecta para el año 2020 un aumento de casi el 100% en su inversión. Sorprendente suena si aclaramos que se trata de cientos de millones de dólares.
El interrogante que este tipo de publicidad suscita, gira entorno a lo adecuado que puede resultar el disfrazar un anuncio de contenido, como si este fuese parte del diario; dado que, para muchos ésta práctica resulta molesta e irrespetuosa, cosa por lo que no se les culpa, pues, en ocasiones es decepcionante el ingresar a buscar contenido relevante y terminar frente a un anuncio publicitario.
No obstante, por ahora son más quienes creen en la efectividad de esta modalidad y es quizá producto de la credibilidad que generan los espacios, habitualmente serios, en que se cuelgan los sponsor, el enorme tráfico que generan hacia las tiendas online; y el alto índice de conversión de clientes potenciales a ventas finiquitadas.
Así pues las cosas, amable lector, amigo emprendedor; la publicidad nativa es una herramienta que dará mucho de que hablar en tiempos advenedizos; tener consciencia de su utilidad, de la misma manera que de sus inconvenientes, alimentará el debate y contribuirá a hacerla menos molesta; para bien del publicista y, cómo no, también del usuario.