Había una vez un hombre común y corriente. Tenía familia, trabajo y sueños. Pero, había algo particular en este hombre: él buscaba ser aceptado.
El hombre intentaba buscar la aceptación de sus colegas de trabajo, haciendo todo lo que decían al pie de la letra.
Cuando le decían cómo vestir, actuar y peinarse, este hombre sacaba su libreta de apuntes y seguía todo lo que le decían al pie de la letra.
Había un problema, este hombre no lograba que sus compañeros lo aceptaran.
Mientras más buscaba la aceptación de sus colegas haciendo lo que estos le decían, más sus compañeros se alejaban.
Cansado, nuestro hombre decide buscar al mago del monte para pedir consejo.
Ya en cima del monte, el hombre grita:
-Revélate Mago del Monte.
El mago aparece y le pregunta qué desea. El hombre le explica todo al mago. Finalmente, nuestro personaje le pide consejo al mago.
Luego de pensarlo, el mago le responde:
-¿Has pensado en aceptarte a ti mismo?
El hombre no entendió y le pidió una mejor explicación al mago..
-Cuando no te aceptas, los demás no te aceptan.
Dicho esto, el mago desaparece.
Nuestro hombre se sienta, y comienza a pensar en las palabras del mago.
Después de haber reflexionado durante horas, el hombre se da cuenta que para aceptarse a si mismo tiene que hacer las cosas que le apasionan.
Dicho y hecho, el hombre comienza a nadar, pintar y danzar.
Pasa el tiempo, y el hombre ya no se preocupaba por la opinión de los demás, porque le gustaba lo que era y lo que hacia.
Finalmente, nuestro personaje conoce a nuevas personas que comparten sus mismas pasiones, gustos e intereses.
Porque para ser aceptado, primero hay que aceptarse.