Cuando montamos una empresa, uno de los principales factores que nos harán ser más visibles y por tanto más accesibles a nuestro público objetivo, es conseguir diferenciarnos de la competencia.
Para conseguir esta diferenciación debemos empezar por darle un aspecto distintivo a la imagen de nuestra empresa.
Pero… ¿cómo?
En primer lugar debemos buscar un nombre único, con personalidad. Un nombre que no evoque a otras organizaciones de nuestro sector.
Tras conseguir el nombre, llega el momento de crear la imagen de nuestra futura empresa.
La imagen de nuestra empresa se compondrá por muchos elementos: papelería corporativa, página web, publicidad online…
Sin embargo el elemento principal, del que deben partir todos los demás y sin el cual todos los demás pierden su fuerza, es el logotipo: un logo de calidad.
El logotipo es la parte más importante de nuestra imagen. Es la representación gráfica de nuestra empresa y por tanto el primer contacto visual que tendrá nuestro público objetivo con nuestro negocio.
Del mismo modo que las empresas, cuando hacen una entrevista, confían más en las personas que eligen cuidadosamente su vestimenta, los consumidores confiamos en las empresas que proyectan una imagen limpia, profesional, única.
Vivimos en un mundo muy competitivo, donde ser una marca blanca ya no es una opción si queremos salir adelante. La solución: ser únicos.