Hay miles de personas que quieren abrirse paso por la vida, lograr hacer realidad sus sueños, cristalizar sus ideas, tener éxito en sus proyectos personales, familiares, profesionales, empresariales y encuentran en el emprendimiento, esa posibilidad. Una de las formas como se ayuda a estas en esta búsqueda, es brindándoles orientación o mentoreo.
¿Qué es la orientación? Es el proceso de consejería que le permite a una persona identificar su rumbo; que pueda precisar que es lo que quiere lograr o alcanzar en la vida; que pueda saber con una meridiana claridad, dónde está y hacia dónde se dirige.
En nuestra experiencia como consejeros personales y corporativos, no hemos encontrado, con no pocos casos, de personas que no solo desconocen que es aquello quieren alcanzar en la vida, sino que ni siquiera se conocen así mismos; no han logrado identificar un perfil personal para una efectiva proyección profesional o laboral. Conocerse así mismo, es el punto de partida.
La primera fase en el proceso de orientación está encaminada a la persona. Una de las necesidades prioritarias que tiene toda persona, principalmente, si está en plan de emprender, es conocerse y reconocerse así misma. Por lo tanto, se redescubra así misma, a que logre identificar sus potencialidades y competencias para la vida y para el trabajo.
Luego, el objetivo de esta fase, consiste en lograr que la persona identifique su Perfil Productivo. Así como aspectos negativos que podrían ser tropiezos u obstáculos para el ejercicio de ese perfil; los cuales están relacionados con conflictos de la personalidad, paradigmas, esquemas mentales, creencias erróneas, experiencias traumáticas del pasado.
La orientación encaminada hacia el emprendimiento conduce invariablemente a la persona a pensar en su plan de vida; a que se anticipe al futuro, a prever escenarios hacia los cuales proyectarse; atreverse a formular una visión y misión de vida; y alineados a este sentido de vida, objetivos a corto, mediano y largo plazo; y las estrategias para conseguirlos.
Una segunda fase en el proceso de orientación, incluye al núcleo familiar. Siendo la familia la base de todo proceso social, se comporta de manera similar en los procesos de emprendimiento. Las relaciones, roles y responsabilidades con y hacia su familia, no pueden estar ausentes, en la planeación que el emprendedor hace de la vida.
La orientación familiar, como en la personal, tiene como objetivo identificar las potencialidades de la familia en relación al proyecto de emprendimiento, así como situaciones que puedan ser un obstáculo para el logro de los objetivos proyectados. Situaciones tales como conflictos familiares, problemas financieros, y otros aspectos que afectan la realidad presente y futura de la familia.
La familia no solo es una unidad social básica, sino también, en un contexto empresarial, es una unidad funcional y productiva. La familia es, por tanto, una empresa en potencia; y el mejor escenario para el desarrollo de un emprendimiento que enmarque su propio progreso. Esto lo confirman las cifras y estadísticas, el 70% de las empresas que se mueven en el mercado, son famiempresas, o empresas de familia.
Una tercera fase, es la orientación vocacional o profesional. El objetivo es que la persona logre identificar, como se puede articular a una dinámica productiva en el mercado o en su entorno social. Que la persona sepa, en que se puede desempeñar y que esta actividad le represente un ingreso que se traduzca en progreso.
Una vez que la persona logra identificar, sus habilidades naturales o talentos y destrezas, está lista para definir en qué actividad productiva puede enfocarse. Los talentos son aquella predisposición natural hacia ciertos artes y oficios. Las destrezas son habilidades adquiridas, no se nacen con ellas, pero las podemos aprender. Por ejemplo: las habilidades informáticas o computacionales.
En algunos casos, y es lo que debiera hacerse, la persona puede combinar un talento natural con una destreza adquirida. Es el caso de personas que tienen habilidad espacial y son hábiles, de manera natural-vocacional, para el diseño; pero adicionalmente, aprenden a manejar herramientas computacionales, algún tipo de hardware y software que les facilitaran la tarea. Es poner la tecnología al servicio del talento humano para una mayor efectividad y productividad.
En esta fase, se busca articular a la persona en su potencial vocacional o capacidad productiva a una dinámica laboral en el entorno empresarial, comercial y social. Hay personas que apoyan la escalera en la pared equivocada, están fuera de lugar, o en el lugar equivocado; porque el potencial productivo personal o perfil productivo lo están orientando hacia un mercado equivocado, lo que deben es encontrar su nicho de mercado o de oportunidad.
La idea es hacer coincidir la habilidad personal con la dinámica social productiva. En algunos casos, por la naturaleza y perfil del emprendedor, nos damos cuenta, que su misión está en explorar y abrir mercados; cumpliendo un papel de pionerismo emprendedor. Esto parecía redundante, porque emprendedor significa emprendedor, pero es una definición a propósito para darle mayor carga al sentido misional del emprendedor, llamado a abrir un mercado y porque no decirlo así, a inventarse un concepto novedoso de negocio. Está llamado a abrir camino.
La cuarta fase está relacionada con la orientación empresarial, en la cual pueden darse dos escenarios, es un negocio existente, o un negocio que se va a iniciar. Hoy en día, nos encontramos con personas, que a pesar de tener un negocio o empresa, andan como barcos a la deriva, no saben hacia dirigirse para hallar un puerto seguro. Y esto obedece a una sencilla razón, las reglas del mercado han cambiado. Y en muchos casos, el empresario se encuentra fuera de contexto.
En este tipo de orientación empresarial o corporativa, se le ofrece al emprendedor y su equipo de trabajo, en un proceso de reinventar su empresa, a redefinir su visión, misión corporativa, a revisar sus estrategias, sus nichos o segmentos de mercados; sus productos y servicios; el perfil de sus empleados, y otros aspectos relacionados, con el proceso de mejoramiento personal y organizacional. Y a definir el futuro deseable para la empresa. Esto se deriva en un plan estratégico.
Y la quinta fase, está relacionada con la orientación social, la cual está encaminada a ofrecerle a la empresa un escenario de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) se parte de un diagnóstico, en el cual la empresa encuentra un escenario posible para hacer labor comunitaria, mercadeo social y voluntariado empresarial.
Es una manera, de hacer reinversión social, la cual es bien vista, evaluada positivamente y reconocida por la comunidad. En todo caso, estas acciones de abordaje social, esta alejadas del intervencionismo o paternalismo, ya que están inspiradas en los principios del emprendimiento; por lo tanto, deben propender por promover en la comunidades proactividad, asociatividad, y procesos de autogestión.
En esta dialéctica social, es fundamental hacer partícipe a la comunidad en todo el proceso, para evitar que se interprete la labor social como un asistencialismo; a partir del dialogo con las comunidad y algunos actores sociales que la representan algunos escenarios posibles para un bien social en común. Teniendo como centro de acopio de recursos, a la comunidad como generadora del principal aporte para una transformación social, el capital humano.
Luego, la orientación hacia el emprendimiento involucra otras funciones más especializadas como es el caso de la consejería, la consultoría y las asesorías profesionales especializadas. En esencia, el propósito de la labor orientadora es señalar un camino, marcar pautas, para que el emprendedor defina el rumbo a seguir y encause su vida y recursos con los cuales cuenta y aquellos que puede conseguir o aunar a la causa.
Un emprendedor cifra su éxito personal en dos competencias básicas para la vida: sentido de orientación y motivación al logro. Saber hacia dónde va y estar motivado a conseguirlo, serán sus más firmes y seguras fortalezas.