Desde hace un par años, por demanda del Sistema de Administración Tributaria (SAT), las empresas han tenido que abandonar el antiguo esquema de emisión de facturas preimpresas que se había utilizado desde siempre, en favor de las facturas generadas de manera electrónica.
A partir del pasado 2012, este esquema de facturación se volvió obligatorio para todas las empresas que facturan más de 4 millones de pesos al año, aunque también algunas de las que no alcanzan estas cantidades también se sumaron la iniciativa, en previsión de los cambios que estaban aún por venir.
Ahora, en 2013, todavía existen muchas dudas acerca que quienes están obligados a proporcionar facturas electrónicas (conocidas como cfdi), ya que el cambio a la legislación de diciembre del año pasado estableció que para enero del presente año todas las empresas debían hacerlo.
El SAT, consciente de las dificultades que implicaba esta modificación para la mayoría de las empresas, ha ampliado el plazo hasta 2014, si bien es importante que se tomen las medidas necesarias para llevarlo a cabo con tiempo y así evitar largas filas e incluso multas innecesarias.
Las ventajas de las facturas electrónicas son múltiples. Por una parte, se ahorra en tiempo de envío y de entrega, ya que pueden ser despachadas directamente a los correos electrónicos de clientes y proveedores sin la necesidad de enviar a un mensajero o de presentarse personalmente por ella. Por otra parte, la facilidad de almacenamiento es muy superior a los viejos registros contables que sepultaban kilos y kilos de papeles viejos.
Hasta ahora, las Personas Físicas pueden optar por trasladarse a este sistema, o bien quedarse con las viejas facturas de impresor, aunque tarde o temprano se volverán obligatorias también para ellos. De hecho, a partir de febrero de 2013, las empresas que contratan los servicios de profesionales independientes, pueden elegir no contratar los servicios de aquellos que no puedan proporcionar este tipo de comprobantes fiscales.
Lo que se busca conseguir con este nuevo sistema es evitar la evasión fiscal y así aumentar las contribuciones, ya que se vuelve mucho más difícil no declarar, en razón de que existe un comprobante electrónico que requiere la autorización del SAT, pues cada factura CFDI cuenta con un sello único que no puede ser decodificado ni falsificado.
Así que lo mejor es informarse y comenzar a realizar los trámites necesarios para anticiparse a las multas y recargos que pueden derivarse de la no aplicación de las nuevas regulaciones tributarias.