Con el paso de los años hemos tenido siempre la idea de que la vestimenta de oficina debe ser sumamente formal y en ciertos casos incluso recatada para dar la idea de responsabilidad y compromiso que hemos relacionado con las empresas que utilizan oficinas para desempeñar sus labores. Los uniformes para empresas suelen cambiar dependiendo del rubro al que se dediquen aunque en muchos casos ya no es tan relevante la especialidad, sino la comodidad del empleado al arreglarse para salir en las mañanas.
Robert Half International, una empresa que se dedica a hacer staffing para diferentes corporativos, ha hecho una investigación a través de su colaboradora Office Team para descubrir cuáles son las nuevas tendencias en cuanto a vestimenta de oficina, llegando a la conclusión, que en parte por la cantidad de “millenials” entrando a las oficinas y en parte por el tiempo que invierten los trabajadores en su aspecto, se ha empezado a eliminar la formalidad de los conjuntos de oficina dando paso a prendas como blusas de mezclilla, camisetas e incluso tenis para el lugar de trabajo, un poco siguiendo la tendencia “normcore” que se dio a principios del año pasado.
Brandi Britton, presidente de distrito en Los Ángeles de Office Team aceptó él mismo haber cambiado los códigos de vestimenta para ahorrar tiempo y acoplarse a las tendencias más recientes de los millenials, que no solamente influyen en la ropa, sino en la manera de trabajar.
Britton aseguró que la mitad de los directivos entrevistados sobre este tema aseguraron que desde hace aproximadamente cinco años se ha presentado una tendencia en la que los empleados se visten “con demasiada facilidad” para ir al trabajo, esto representó al 47% de los entrevistados mientras que un 32% aceptó que considera que muchos de sus empleados “enseñan demasiada piel” con las nuevas tendencias.
Esto ha afectado la manera en la que muchas empresas se conducen a sus empleados potenciales, pues si buscan atraer a la mayor fuerza laboral que hay hoy en día y que habrá dentro de unos años, tienen que adaptarse a las demandas y si eso representa hacer más laxo su código de vestimenta, habrá que hacerlo y mostrarlo a los empleados como un beneficio.
Algo importante que recalca Britton es que el hecho de estar cambiando de códigos de vestimenta por unos más casuales no significa que las empresas estén bajando la calidad de sus servicios o productos, sino que las personas deben percibir a los lugares de trabajo con diferente dress code como una que está dispuesta a adaptarse al cambio para poder ofrecer mejores servicios y mucho más intuitivos hacia los deseos del cliente.