Una singularidad tecnológica es un evento en el que la tecnología dispara sus prestaciones con un crecimiento hiperbólico (cuanto más se acerca a la singularidad, más rápido avanza) dando paso a una nueva era, inimaginable antes de ese evento. La existencia o no de este evento, queparece sacado de una historia de ciencia ficción, está generando bastante discusión desde hace bastante tiempo por profetas y personajes destacados en diversos niveles (científico, tecnológico, filosófico, económico) y merece la pena recapitular un poco sobre dónde nos encontramos y hacia dónde nos dirigimos.
En primer lugar, el “advenimiento” de esta singularidad tecnológica parece ser una consecuencia de la Ley de Moore. Esta ley fue formulada empíricamente por Gordon Moore, uno de los fundadores de Intel, yestablece que “aproximadamente cada 18 meses se duplica el número de transistores en un circuito integrado”. Esta ley, que se ha venido cumpliendo a rajatabla desde mediados de los años 60, fue posteriormente ampliada a finales de los 90 por Raimond Kurzweil en su libro “La era de las máquinas espirituales” [1] en la Ley del retorno acelerado. Este planteamiento se basa en el análisis rotundo de la velocidad de procesamiento de los dispositivos de cálculo visto desde una perspectiva histórica tal y como muestra el siguiente gráfico en el que se observa la escala lineal del tiempo en el eje horizontal y la escala ¡logarítmica! de las prestaciones en el eje vertical [2]
Desde este punto de vista es una realidad que estamos en un camino de crecimiento hiperbólico. De hecho comparado con el todopoderoso, hasta aquel momento, Apollo Guidance Computer [3], el ordenador de a bordo de las misiones Apollo de la NASA, cualquier ordenador portátil actual es en muchos órdenes de magnitud superior en potencia de cálculo, enormemente inferior en tamaño e infinitamente inferior en coste. Y no digamos si lo comparamos con las prestaciones de un smartphone, como el iPhone, con unas características de conectividad permanente a internet, procesamiento de vídeo de alta resolución, realidad aumentada o gráficos 3D que eran imposibles en un ordenador de sobremesa de 5 kilos de peso de hace veinte años pero que hoy día caben en el bolsillo. Lo cierto es que las dudas están en la repercusión que tendrá esta realidad en sectores referentes a nuestra comprensión de la vida desde el punto de vista biológico (esquema funcional del cerebro, secuenciación del ADN), de interfase con lo biológico (nanoimplantes artificiales funcionales tanto a nivel neurológico como muscular e incluso cognitivo) y de emulación de lo biológico (sistemas inteligentes, replicación de la mente humana).
En mi opinión es demasiado simple pensar en que sólo con la evolución exponencial del hardware será suficiente para generar un evento singular. Los algoritmos tendrán también que evolucionar y seguramente sea un avance sinérgico de hardware y software en el que, en palabras de Vernor Vinge, otro de los profetas de la singularidad tecnológica [4]: será necesario que los sistemas inteligentes se retroalimenten en un ciclo contínuo y lleguen a mejorarse a sí mismos, provocando un enorme progreso tecnológico en un corto periodo de tiempo, para conseguir una inteligencia al menos equiparable a la humana y, seguramente superior.
Muchos de las personalidades más relevantes relacionadas con el estudio de la singularidad tecnológica sitúan este punto alrededor de mitad del siglo XXI o, quizás, un poco antes y crea no poca controversia y miedos. Desde la visiones como la del carismático Steve Jobs, fundador de Apple, en la que esta superinteligencia potenciará la inteligencia humana, de la misma forma que una bicicleta potencia las capacidades de desplazamiento de una persona, hasta las visiones apocalípticas en las que la raza humana será esclavizada, si no aniquilada, por la inteligencia superior de las máquinas [5], la saga Terminator [6].
En mi caso tengo que confesar que soy un fan de la tecnología, y que probar nuevos dispositivos y nuevos programas me hace segregar endorfinas, igual que cuando comemos chocolate las personas a las que nos gusta el chocolate, y que siento vértigo de pensar lo que nos traerá esta nueva era cuando doblemos la esquina de la singularidad. También es cierto que no comparto la visión apocalíptica del futuro tecnológico, que no es sino el reflejo del miedo que la raza humana parece tener a todo lo desconocido (la existencia de un ser divino omnipotente, omnipresente y omnisciente que nos amenaza con destruirnos si no respetamos sus dictados, o el sometimiento de la humanidad a una nueva civilización alienígena llegada en platillos volantes desde otro rincón de la galaxia). Más bien me produce ansiedad y deseo de descubrir experiencias nuevas. Si hace veinte años la tecnología punta que disfrutamos hoy día las personas de a pié era ciencia ficción en aquella época, ¿qué pasará dentro de otros veinte años? ¿Y dentro de cuarenta años? ¿Sobrevivirá la arquitectura de los ordenadores basados en las premisas de von Neumann [7], vigente desde mediados del siglo pasado? ¿Serán viables bajo la fuerza bruta de cálculo de los nuevos dispositivos los problemas teóricos de computación más complejos [8].
Desconozco si será una singularidad o si será “simplemente” crecimiento de prestaciones hiperbólico pero espero ansiosamente poder conocer y entender la nueva magia que la tecnología pondrá a nuestro servicio en los años venideros. Y lo más importante, como co-fundador y miembro de una empresa como IActive espero poder aprovechar esa tecnología para resolver nuevos problemas y nuevos retos y conseguir que tanto nuestro personal como nuestros clientes disfruten de este espectáculo desde una butaca en primera fila.
Referencias:
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/La_era_de_las_m%C3%A1quinas_espirituales
[2] http://en.wikipedia.org/wiki/Technological_singularity
[3] http://en.wikipedia.org/wiki/Apollo_Guidance_Computer
[4] http://en.wikipedia.org/wiki/Vernor_Vinge
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Matrix
[6] http://es.wikipedia.org/wiki/Terminator
[7] http://es.wikipedia.org/wiki/Arquitectura_de_von_Neumann
[8] http://es.wikipedia.org/wiki/NP_(clase_de_complejidad
Luis Castillo Vidal Chief Technology Officer de IActive