Seguramente, muchos de ustedes se habrán inscrito en una app gratuita, rectifico, presuntamente gratuita. Cuando nos inscribimos en cualquier página web, nos estamos identificando, es decir, les estamos diciendo quiénes somos, cómo nos llamamos, cuál es nuestro correo electrónico, cuál es nuestra contraseña (pues en algunos casos, puede desvelar parte de nuestra personalidad), cuál es nuestra fecha de nacimiento, desde que lugar nos conectamos, a través de qué dispositivo y en muchos casos, algunos otros datos. Pues con toda esa información, una web puede conocernos mucho más que nosotros mismos. Y ustedes se preguntarán, que objetivo puede tener una página web en conocer nuestros datos y en ofrecernos un servicio gratuito.
Bien, nosotros no pagamos una unidad monetaria por el servicio, pero si pagamos con información y esa información representa una unidad monetaria, que, en algunos casos, puede resultar considerable. Las grandes empresas, los gobiernos requieren de la necesidad de conocer todos nuestros movimientos, nuestra capacidad económica, nuestros gustos, nuestra personalidad, nuestra reacción frente a una serie de circunstancias, entre muchos otros elementos que desconozco.
Esa información la requieren las empresas, para saber que demanda existe en el mercado sobre un determinado producto y cuál puede ser la reacción del consumidor ante un cambio de precio. No solo eso, también quieren conocer nuestra personalidad para conocer cuál será el anuncio o el logotipo que más llamará la atención a los consumidores y evidentemente la situación económica de éstos para conocer su disponibilidad a la hora de consumir y evidentemente, su ubicación, para conocer la oferta de un bien o servicio en dicho emplazamiento. Éstas y muchas otras variables pueden resultar muy útiles para las empresas a la hora de decidir qué productos deben lanzar al mercado, con qué precios, con qué condiciones, en que lugares y que cantidad deben poner al servicio del consumidor.
Pero los gobiernos, son probablemente los que disponen de mayor ambición por conocernos. Pues la política es muy oscura y es un ámbito profesional que tiene una enorme relación con los centros de inteligencia. La política es la que conforma la historia, siempre derivada de situaciones económicas o sociales peculiares. Pero los gobiernos, para cumplir sus objetivos geoestratégicos, bien con otros países, bien con sus ciudadanos o bien con organizaciones, requieren de una enorme información, antes de llevar a cabo cualquier actuación. Imaginemos que un gobierno decide intervenir un banco y derivada de esa intervención, se produce un corralito. El gobierno necesita conocer si ese corralito es viable socialmente.
Es decir, el gobierno necesitará conocer la reacción de sus ciudadanos al decretarse el corralito en una entidad bancaria. Con el uso de las redes sociales, un analista BigData, mediante algoritmos podría entregar un informe detallado a un gobierno, sobre cuál sería la reacción de los ciudadanos ante un corralito de unas determinadas características. He puesto un ejemplo exagerado, como es la intervención de una entidad bancaria, pero podríamos hablar de un aumento de la carga fiscal, o de un aumento o disminución del gasto público, podríamos hablar de la implicación en la sociedad y en el ámbito empresarial de un conflicto diplomático, etc…
En conclusión, lo que está claro es que hay una enorme demanda por parte de las grandes empresas y organismos internacionales por conocer nuestros datos y aunque no nos demos cuenta, en pocos minutos, podemos dejar decenas de datos, tantos, que ni nosotros mismos somos conscientes. En estos últimos años, está floreciendo una profesión, la del analista BIgData, aquel agente que mediante algoritmos es capaz de predecir una serie de resultados, conclusiones o circunstancias, en base a unos datos. Pero también está surgiendo otra profesión que explica por qué nuestros datos tienen un valor monetario, es el data bróker. Este agente es un comerciante de datos, pues aquellos datos que usted entrega a las aplicaciones, se venden. Aquél que comercializa con ellos, como si se tratara de un bien más, es el data bróker. Pues es totalmente legal, nadie puede hacer nada por evitarlo, ya que cada vez que alguien se registra en una web o aplicación, dicha persona acepta los términos y condiciones del registro y si en ese contrato se acuerda, que usted entrega sus datos de forma gratuita, usted debe respetar el acuerdo, de no ser así, no debería haberlo aceptado.
Acerca del autor: Este artículo fue escrito por Eduard Pagès Riberaygua.