LA MISIÓN, VISIÓN Y VALORES DE LAS ORGANIZACIONES DEL MAÑANA
Por: Joel González
Mario Borghino en su libro «El Arte de Hacer Dinero» explica que, la respuesta no está en cómo ganar más dinero, pues sólo acumularíamos más deudas, sino en aprender cómo es que funciona el dinero, dejar el impulso de gastar y desarrollar la habilidad de invertir más, menciona que la gente sin mentalidad millonaria consigue dinero sin saber cómo lo va a utilizar incluso llega a trabajar por dinero que ya no le pertenece, es porque lo tienen adeudado o ya saben en que lo van a gastar antes de obtenerlo, esto de da debido a la sociedad de consumo y sus paradigmas financieros, los cuales están enfocados a no invertir, y nos hacen creer que la única función del dinero es comprar y comprar más cosas y no generar lo que es la riqueza.
Borghino ayuda a pensar como millonario y liberarlo de la falsa idea de que el dinero solo sirve para gastarlo y también que ganar más dinero solucionaría los problemas, y así hacer saber que lo que se debe cambiar son los malos hábitos de consumo y la capacidad de lograr que el dinero trabaje para nosotros.
Borghino menciona algunos puntos los cuales denomina máxima de riqueza, por lo tanto, para adivinar si alguien es millonario, no hay que guiarse por lo que gasta sino porque tanto tiene invertido. No necesitamos aprender a gastar, sino aprender a invertir. No invertir es más riesgoso que invertir, deja muy claro que una persona rica no es aquella que gasta dinero en cosas que no tienen un valor de reventa y que solo sirven para una satisfacción inmediata, si no que una persona rica es aquella que puede dejar de trabajar sin tener ingresos y aun así pueda mantenerse en el mismo nivel de vida, menciona que el dinero se debe utilizar como una herramienta no como un medio de consumo.
En su libro «Los Cuatro Acuerdos», Miguel Ruiz nos hace ver cómo el ser humano crece en una sociedad donde todo lo que creemos es una realidad impuesta por nuestros padres, nuestros profesores, la sociedad, la religión, las creencias, etc. La mayoría de los seres humanos somos títeres con una venda en los ojos que no nos deja ver las cosas como realmente son, porque esto es lo que se nos enseñan desde niños. Nuestros padres no son los culpables, ya que a ellos se les enseño lo mismo y a los padres de nuestros padres igual; a esa edad no tenemos más opción que creer y aceptar lo que se nos dice porque no conocemos nada más para poder cuestionarnos la realidad de las cosas.
La sociedad, nuestros padres, la cultura, las creencias, estas son las fuerzas que controlen los hilos para que este títere se mueva y los hilos son los acuerdos que hacemos cuando aceptamos estas creencias. Estos acuerdos o proceso de domesticación de los seres humanos (como se les llama en “Los Cuatro Acuerdos”) es lo que nos introduce al sueño externo, sueño del que la mayoría de personas formamos parte ya que decidimos, por medio del acuerdo, creer todo lo que se nos dice.
Con el tiempo, cuando vamos creciendo, nos vemos obligados a usar mascaras para convertirnos en lo que la sociedad quiere que seamos, poder ser parte de un grupo y sentirnos aceptados. Siempre buscamos ser perfectos y que los demás también lo sean, cuando creemos que no logramos llegar a ese punto de perfección esperado es cuando nos empezamos a juzgar, a auto-rechazar y a rechazar también a las personas que nos rodean.
Todos tenemos un juez interno que se rige con las leyes del sueño externo, este juez nos castiga cada vez que no cumplimos con estas reglas y busca que nos sintamos mal y avergonzados de nuestros actos, ahí es cuando aparece la víctima. La víctima carga con la culpa de todo lo que hemos hecho mal en el pasado y tiene la necesidad de ser castigada una y otra vez por cada cosa que hacemos que es mal vista o va en contra de las reglas de la sociedad. Todos estos elementos que se encuentran en nuestra mente, la búsqueda de la verdad, la necesidad de ser perfectos y aceptados por un grupo, el juez que constantemente juzga nuestras acciones, la víctima que carga la culpa de las acciones ya hechas y se castiga una y otra vez, las reglas que tenemos que seguir y cumplir según el sueño del planeta, las máscaras que usamos para complacer a todos, son lo conforman la venda que no nos deja ver quiénes somos en realidad.
Los toltecas dicen que nuestra mente es un “gran mitote”, una bruma donde todos hablan en el sueño externo y nadie se entiende, esta bruma representa la venda en mi ejemplo del humano como títere porque no nos permite vernos como realmente somos ni deja que veamos las cosas como realmente son.
Los acuerdos que tenemos con nosotros mismos son los límites que nos ponemos a nosotros mismo: qué podemos hacer, hasta dónde podemos llegar, qué nos gusta, qué no nos gusta. Son ataduras que nos ponemos por decisión propia y estas hacen que nuestra vida se complique más, se llene de dramas que nos causan dolor innecesario y no nos dejan vivir una vida plena y feliz. Los toltecas creen en cuatro acuerdos que nos harán libres y nos llevan a una vida feliz llena de amor propio y amor por los demás. Los cuatro acuerdos son: Ser impecables con las palabras, No te tomes nada personalmente, No hagas suposiciones y Haz siempre tu máximo esfuerzo.
El primer acuerdo es: ser impecable con las palabras. Este es un acuerdo importante pero personalmente me parece que no es el principal para empezar el camino de sanarnos y de ser verdaderamente felices.
Es importante porque si uno no usa correctamente las palabras puede causar un daño a alguien ya sea con un chisme que le cause problemas en el trabajo o en su familia o un insulto que sea el causante de algún complejo que lo lleve a crear problemas en su autoestima. Pero igual como una palabra puede causar dolor una palabra puede alegrarte el día, escuchar un te amo de las personas que quieres te hace sentir querido, saber tratar a la gente hace que todos tengamos mejores relaciones. Es importante que sepamos el poder que tiene todo lo que decimos porque esas palabras son herramientas y está en nosotros si las utilizamos para bien o para mal.
El segundo acuerdo es: no tomarse las cosas personalmente. Esto ayuda, pero tampoco es el acuerdo con el que más me relaciono. Lo que diga la gente no debería cambiar la forma en que uno se ve, lo que importa es ser como uno le gusta ser y no en la forma que uno “debería ser” para ser aceptado por un grupo. Tomarse las cosas personalmente demuestra que somos un poco egocéntricos porque pensamos que todo gira alrededor nuestro y que la gente gira alrededor de lo que hacemos, lo importante de este acuerdo es que al cumplirlo nos estaríamos protegiendo de sufrir y muchas veces por cosas que no vale la pena siquiera prestarles atención porque en ocasiones las personas dicen cosas para herirnos y ni siquiera nos conocen bien entonces lo importante es conocernos y respetarnos nosotros mismos y así no tomarnos nada personalmente.
El tercer acuerdo es: no hagas suposiciones. Este acuerdo para mi es el más importante o con el que yo más me relaciono. Las suposiciones son ideas que nosotros creamos, no es nada más que una ilusión y no solo porque nosotros pensamos algo de alguna cosa, persona o situación se convierte en realidad. Cada vez que se crea una suposición uno corre el riesgo de salir herido porque con una suposición se espera más de lo que realmente está pasando, nos inventamos cosas, las hacemos personales, escuchamos y vemos solo lo que queremos y terminamos creyendo que todo eso era verdadero cuando en realidad es solo una red de mentiras.
Cuando uno hace suposiciones sobre las personas siempre vamos a terminar decepcionándolas porque nadie es exactamente como uno piensa que son lo mejor en estos casos es tratar de conocer bien a las personas y buscar siempre la verdad, preguntar hasta que las cosas nos queden claras así nos aseguramos que no van a haber malentendidos en los cuales podemos salir con una herida emocional.
El cuarto acuerdo es: haz siempre el máximo esfuerzo. Para mí sin este acuerdo no se podrían llevar a cabo los otros tres. Poder comprometerse a cumplir estos acuerdos requiero estar muy comprometido y con muchas ganas de hacerlo porque todos los acuerdos que con los años nos hemos hecho empiezan a formar parte de quienes somos y los convertimos en hábitos; estos hábitos son difíciles de romper y solo se logrará con un esfuerzo que se hace día a día. Hacer las cosas bien y esforzándonos al máximo nos crea un sentimiento de satisfacción al final del día porque uno nunca sabe cuándo va a terminar su vida, cualquier día en cualquier momento nos llega el fin y si uno vive siempre dando lo mejor, sea cual sea el día que nos toque dejar de vivir nos iremos orgullosos de nuestra vida porque en todo lo que hicimos nos dedicamos al cien por ciento y dimos lo mejor de nosotros.
Estos cuatro acuerdos nos dan las herramientas para hacer la transformación una vida de Infierno, llena de sufrimientos a una vida como en el Cielo, plena y feliz y todo lo logramos cuando tomamos la decisión de quitarnos la venda de los ojos y empezamos a ver las cosas de la forma en que queremos verlas y no en la forma en que nos enseñaron
El Libro «Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva», de Stephen R. Covey, es un instrumento gerencial capaz de aportar herramientas necesarias para aprender a conducir la vida de forma efectiva, mediante un proceso de crecimiento y desarrollo personal e interpersonal, donde los tres primeros se orientan hacia el éxito propio, y los siguientes tres sobre la victoria pública o logros para con el entorno, y el último hábito sobre la capacidad y necesidad de mejorar continuamente.
Cuando se habla de hábitos, es necesario mencionar los términos conocimiento, habilidad y deseo, pues estos conjugados conllevan al logro del primero. Pues, hacerse altamente efectivo significa hacer cosas diferentes, cambiar paradigmas, teorías, caracteres, actitudes y por encima de todo desarrollar principios, que permitan alcanzar la eficacia y eficiencia en el obrar diario.
El primero de los hábitos se refiere a la proactividad, que no es más que la capacidad de tener iniciativa para emprender proyectos y efectuar las tareas, así como ser responsable de nuestros actos y decisiones, sean estas buenas o malas. O dicho de otro modo, reconocer nuestra responsabilidad de hacer y dejar de hacer, y/o poner el mayor empeño para que las cosas se den.
Es importante destacar que, los 7 hábitos de la gente altamente efectiva no comprenden cambiar la vida de las personas y organizaciones en días o semanas, sino más bien a cambiar desde adentro hacia afuera, a largo plazo y pero con la gran diferencia que es para toda la vida.
Un segundo Hábito es el de Empezar con un Fin en Mente, este refleja que al iniciar un propósito se debe conocer el fin que se quiere lograr, significa conocer con claridad la misión, visión, metas, filosofía, saber a qué distancia están y cuanta falta para lograrse. Solo se así se darían los pasos correctos hacia al crecimiento y desarrollo definitivo.
Es aquí donde se identifican quehaceres de la vida cotidiana, como el caso en que tenemos proyectos, primero los pensamos y luego muy pocos ejecutamos. Pues, en este hábito sucede similar, se orienta a comprender que las cosas se crean dos veces, primero mentalmente y luego ejecutándola, destacando los principios de hacer y hacer, disposición, planificación, organización, liderazgo, y descartando el miedo a no resultar exitoso, lo que permite identificar claramente donde se está detenido, y si se está sobre el camino correcto, y de ser necesario reconducir o retroalimentar con rapidez.
El tercer hábito es el resultado de ser proactivo y empezar con el fin en mente, se denomina Poner Primero lo Primero, y orienta a que las tareas, actitudes, se organizan identificándolas por grado de importancia, y ejecutándolas en esa misma dirección. Es aquí donde se inicia la transición hacia la adopción de principios, a la conversión de la efectividad, a la apertura de auto descubrimiento y a asumir sentido común de manera organizada. Pues, las prácticas y las técnicas cambian con la tecnología e innovación, pero los principios no cambian.
Al poner en práctica los hábitos antes descritos, se puede decir que se dio la transición de la dependencia a la capacidad de yo hacer por mis propios medios, de no necesitar de otro para lograr lo que se quiere, a la libertad, a lo que Covey denominó “la actitud del yo”.
Un cuarto hábito se refiere a Pensar Ganar – Ganar, en el cual se orienta hacia el beneficio mutuo, compartir de conocimientos, la abundancia plena y la capacidad de cooperación mutua. De esta manera, todo lo que se hace resulta enriquecedor para las partes involucradas, lo que evita la pérdida de tiempo y diferencias encontradas. Esto es gerencia moderna y capacidad de reconocimiento del que piense diferente, el cual es un elemento indispensable que debe ser incluido en el Modelo Social Venezolano.
Es en este paradigma donde el carácter es la gran base, se conservan las relaciones emocionales, se manejan acuerdos mutuos, todo sustentado en sistemas, es decir; el sistema de adiestramiento, planificación, comunicaciones, presupuestario, informativo, recompensas y cualquier otro se basan en este hábito de ganar – ganar.
Seguidamente, un quinto hábito denominado busque primero entender luego ser entendido. Aquí se inicia el camino hacia la comunicación interpersonal efectiva, hacia la comunicación empática, donde se debe aprender antes de enseñar. Escuchar. Significa dejarse influir de manera correcta, pero es el punto de partida de influir en los demás. Es en este hábito donde se aprende a tratar a todos por igual, pero a cada uno de modo particular puesto a que todas las personas son diferentes, por tanto; se diferencian en sus ideas, opiniones, comportamientos, y otros puntos de vista. La necesidad de un cambio de actitud en los directivos empresariales.
Según Mauricio Lefcovich Vivimos, demás está decirlo, en una época de grandes y profundos cambios. Las aceleradas modificaciones en el contexto tecnológico, social, demográfico, político, científico, económico, cultural y psicológico, hacen necesario estar en condiciones no sólo de percibir los mismos, sino además de tomar conciencia de sus consecuencias y capacitarse debidamente para adoptar las medidas que sean menester.
Durante muchos siglos los niveles y formas de vida poco habían cambiado, para pasar en los últimos años a regir en todos los ámbitos cambios de notables repercusiones. Basta sólo tomar nota que al comienzo del siglo XX en el mundo había aproximadamente 1.300 millones de habitantes, y actualmente se ha superado la barrera de los 6.000 millones.
Se tardó millones de años en llegar a 1.300 millones de habitantes, para duplicarse luego en menos de 60 años, y duplicarse nuevamente para llegar a los 6 mil millones en cuarenta años. Para tener una idea clara de la cuestión piénse que a comienzo del siglo la población mundial era igual a lo que en estos momentos tiene un solo país: China (República Popular).
Actualmente viven en la Tierra más científicos que los que existieron en el planeta en toda su historia. Estamos actualmente sujetos a lo que ha dado en denominarse la fiebre de los diplomas. Cada día más universidades incrementan la oferta de técnicos y profesionales.
En las primeras décadas del siglo XX los países industrializados eran muy pocos: Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia y hasta cierto punto Japón. Hoy día en los inicios del siglo XXI a los antes mencionados deben agregarse Canadá, Corea del Sur, Taiwán, China, India, Singapur, Brasil, Sudáfrica, España, Irlanda, República Checa y Suecia entre otros.
La velocidad de las comunicaciones se acelera de manera constante, con lo que antes tardaba semanas en saberse en el resto del mundo, hoy se contempla en tiempo real. Hoy todo el mundo está interconectado. La mayor velocidad y el abaratamiento en las comunicaciones han hecho al mundo más pequeño.
Los ciclos de vida de los productos se acortan de manera constante. Ya ha pasado a la historia los productos que permanecían prácticamente iguales por décadas. Los consumidores exigen mayor calidad y variedad de productos y servicios.
Grandes movimientos de personas se producen de las zonas rurales a las ciudades, y de los países periféricos a los países centrales o más desarrollados. Los países centrales son hoy verdaderos imanes que atraen a las poblaciones más pobres y necesitadas del mundo. Diariamente cientos de seres tratan de llegar a las costas europeas, o bien intentan ingresar en los Estados Unidos.
El perfil del mundo está sufriendo enormes e impactantes cambios. En ese entorno se manifiesta el fenómeno actual de la globalización.
En ese entorno cada día más cambiante y competitivo deben luchar las empresas. Esta es una competencia que a diferencia de las deportivas es diaria. Todos los días alguien se despierta en algún lugar del mundo con la obligación de competir para poder sobrevivir y crecer.
Tratará de hacer realidad nuevas ideas, en productos o procesos, que le permitan quedarse con una cuota de mercado. Cada día alguien lucha por hacerse de esa cuota de mercado, de esos recursos necesarios para poder aspirar a un mejor nivel de vida.
Que un directivo bajo el actual contexto diga: “éste no es momento para invertir en capacitación o entrenamiento”, “vamos a esperar”, o cosas por el estilo, es no tener conciencia de la nueva realidad.
De igual forma que en algún lugar de África una gacela se despierta cada día con la obligación de correr más rápido que sus predadores, y los predadores tienen la obligación suprema de poder dar caza a sus presas para no morir de inanición, en el mercado globalizado cada día uno debe despertarse, sea directivo o trabajador, con la obligación de mejorar para poder seguir compitiendo y viviendo.
Hoy debemos aprender de manera constante, nuestros padres podrían vivir con los mismos conocimientos de nuestros abuelos. Hoy ya no podemos vivir con los conocimientos e información de hace un año atrás.
Las grandes empresas no escapan a este entorno, si no se actualizan adaptándose al nuevo contexto quedan en la misma situación de los dinosaurios, o sea en condiciones de desaparecer. El hombre con su inteligencia supo adaptarse y poder sobrevivir. Hoy más que nunca se requiere de su creatividad e innovación para poder seguir existiendo, tanto él como las organizaciones de las cuales forma parte.
Los rápidos cambios y crecimientos a los cuales antes se hizo referencia están incrementando el consumo de recursos no renovables, aumentan la temperatura promedio en el planeta, generan un constante aumento de la población, y una continua demanda de alimentos y otros insumos. Los problemas que ello generan no podrán tener solución bajo la misma manera de pensar que los ha originado. Nuevos problemas requieren de una nueva y creativa forma de pensar.
Los creativos e innovadores son hoy más necesarios que nunca. Es menester dar lugar a nuevos paradigmas que se adapten a las nuevas y críticas circunstancias.
Ha llegado el momento en que la historia, la sociedad, la política, la economía y la cultura deben ser observadas y analizadas desde un nuevo y especial punto de vista. Ahora como nunca antes la aceleración del cambio es la consigna. A somos más veloces que nuestros competidores, o nos adelantamos a los tiempos, o quedaremos al margen.
La estrategia no es ya sólo adelantarse a los hechos, sino generar las nuevas reglas de juego. Una sociedad, organizaciones e individuos que no se preparan para el cambio perderán mucho más que el tren de la historia.
José Alberto Solórzano López en su artículo publicado «El Valor de Saber Escuchar desde la Perspectiva del Quinto Acuerdo», dice que la comunicación es descrita como una función interactiva entre las personas, que implica saber escuchar. Conversar es entender con la cabeza lo que la otra persona me esté diciendo, pero la verdadera comunicación es cuando escuchas con el corazón, actualmente se están fomentando valores desde la perspectiva individual de tal manera que se refleje en los buenos resultados de una organización.
Podemos enumerar algunos sectores donde la comunicación es imprescindible, dependiendo del grado de aplicación es como se logra el éxito.
La primera gran empresa donde debemos evaluar la comunicación es el hogar, diariamente convivimos con los miembros de nuestra familia y nos damos cuenta que somos diferentes, en edades, gustos, formas de vestir, de hablar, etc., lo que genera que en ocasiones se eviten temas específicos como el área dinero, familia política, entre otros porque en lugar de escuchar nos hacemos juicios generando conflictos.
En las organizaciones la misión, visión y valores, están dando énfasis al crecimiento de la misma, generando en los trabajadores motivación y entusiasmo, sin embargo saber escuchar es una tarea nada fácil al nivel gerencial, pero cuando lo desarrollas te convierte en un excelente comunicador en la organización; en muchas revistas especializadas del mundo empresarial, se encuentran reportajes, entrevistas, homenajes a diversas personas que desempeñan o han desempeñado un puesto directivo o gerencial, esas son personas exitosas que han puesto al servicio de los demás una de las habilidades más exitosas, “saber escuchar”.
Saber escuchar, entonces es una habilidad que trae beneficios a quien transmite y a quien decepciona el mensaje, ciertamente se corre el riesgo de volverte vulnerable al transmitir pensamientos o sentimientos, pero bien vale la pena arriesgarse cuando el objetivo es mejorar las relaciones interpersonales.
Saber Escuchar. El desarrollo del presente ensayo tiene un enfoque en la filosofía tolteca del quinto acuerdo, sin embargo, para obtener una mayor claridad analizaremos brevemente otras obras que nos permiten conocer más acerca de saber escuchar.
La escucha empática Covey en su libro “los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” dice: Procure primero comprender y después ser comprendido.
Plantea los Principios de comunicación empática de la siguiente forma: Cuando se aprende a escuchar profundamente a otras personas, se descubren diferencias enormes en la percepción. También se empieza a apreciar el efecto que estas diferencias pueden determinar cuándo las personas tratan de trabajar conjuntamente en situaciones de interdependencia.
“Tenemos tendencia a precipitarnos, a arreglar las cosas con un buen consejo. Pero a menudo no nos tomamos el tiempo necesario para diagnosticar, para empezar a comprender profunda y realmente el problema
Este principio es la clave de la comunicación interpersonal efectiva, la aptitud para la comunicación es la más importante de la vida. Dedicamos a la comunicación la mayor parte de nuestras horas de vigilia, pasamos años aprendiendo a leer y a escribir, a aprender a hablar.
Podemos practicar la escucha selectiva, oyendo sólo ciertas partes de la conversación.
Finalmente, podemos brindar una escucha atenta, prestando atención y centrando toda nuestra energía en las palabras que se pronuncian. Pero, muy pocos nos situamos en el quinto nivel, la forma más alta de escuchar, la escucha empática, que este autor indica como “escuchar con la intención de comprender”.
También nos ilustra que “empatía no es simpatía”; simpatía es una forma de acuerdo o juicio, que a en ocasiones somos más emocionales Por todo lo anterior, puedo concluir que escuchar no es estar precisamente de acuerdo con lo que la otra persona nos transmite, lo que Covey confirma es que escuchar es poner nuestros sentimientos al servicio de la otra persona, porque a menudo estamos pensando que lo que le sucede a los demás también nosotros lo hemos pasado y terminamos haciendo consejos que no corresponden a la realidad.
FUENTES DE INFORMACIÓN
- Borghino, Mario (2007). El Arte de Hacer Dinero, 4° Edición, Editorial: Grijalbo, México, 216 pp.
- Covey, Stephen R. (1989). Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva, Editorial: Paidós. México D.F., 377 pp.
- Ruiz, Miguel (1998). Los Cuatro Acuerdos, Editorial: Ediciones Urano, Barcelona, España, 80 pp.
- Solórzano López, José Alberto, El valor de saber escuchar desde la perspectiva del quinto acuerdo. disponible en Gestiopolis, recuperado el 01/12/2017.