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Liberarnos de nuestros miedos internos

No hay nada que asuste más que enfrentarnos a nuestros propios miedos y debilidades. Por ello, muchas veces creemos que estamos en el día de las brujas y nos disfrazamos de robles cuando lo que tenemos dentro es un derrumbe: Escodemos nuestro lado flaco tras aquellas acciones intransigentes que, nos hacen olvidar que como seres humanos tenemos defectos, tristezas, dolores y heridas, haciendo que se nos olvide con mucha frecuencia que no somos los únicos seres en este planeta que tienen problemas, habrán personas menos afortunadas y otras sin mayores sobresaltos.

Pero la idea no es andarnos comparando con nadie para sentirnos más bendecid@s o menos miserables. La idea es que hagamos un recorrido por el cuerpo de nuestra alma para que empecemos a diagnosticar el estado en el que se encuentra.

Debemos buscar nuestras oscuridades para ver la luz…

Es normal tener miedos, ¿quién no los ha tenido? Empezamos cuando éramos chic@s y nos daba pánico mirar debajo de la cama, ir al baño sol@s o simplemente permanecer con la luz apagada. Nos tapábamos con nuestras mantitas hasta la cabeza y apretábamos los ojos para no mirar aquel temible monstruo que vivía en la oscuridad. Tanto en la niñez como en la etapa adulta hay una constante: los monstruos los hemos creado nosotr@s mism@s. En el primer caso, aniquilábamos – o evadíamos- nuestros temores con un grito de auxilio, con taparnos con un cobertor o con prender la luz. Pero ahora, ¿qué es lo que hacemos para dejar derrotados a nuestros miedos, muchas veces sobredimensionados por nuestro corazón?

Pero ahora los miedos no empiezan a desaparecer tras una larga jornada en la que nos cubríamos con nuestras mágicas mantitas.Ahora la única forma de acabar con aquello que nos atormenta es mirándole directamente a los ojos y diciéndole que aunque temblemos con su presencia, aunque aún sintamos que las fuerzas faltan, ya no estamos dispuest@s a tenerle en nuestras vidas y que haremos todo lo que esté en nuestras manos para liberarnos de su desesperanzado desierto.

Debemos reconocer que hay cosas más importantes que el miedo…

Y merece la pena liberarnos, puesto que los miedos son una muestra del miedo que tenemos a perder y por ello nos esclavizamos: estamos al lado de una persona simplemente por no quedarnos sol@s, nos sumergimos en ése cíclico grupo de complacencias que representa decir «Si» cuando queremos decir «No», decimos que no podemos cuando la verdad es que todo apunta hacia el triunfo, no queremos perder nuestra estabilidad cuando podemos ser felices de una y mil formas nuevas…

Tener miedo no está mal… Estaríamos mal sino lo sintiéramos. Bienvenidos sean los aciertos, bienvenidos sean los errores, cuando empezamos a tomar decisiones que no se dejan cubrir por los desafortunados escombros de nuestros miedos. Hay que tener valor, pero no ese de l@s temerari@s tan alabad@s en las vanas películas de acción, terror o suspenso. Hay que tener el valor de reconocer que hay cosas en esta bienaventurada vida más importantes que el miedo y que, mientras nos esforzamos por caminar por una delgada capa de hielo, estamos perdiendo la oportunidad de nadar por las bendiciones que han esperado tanto tiempo por nosotr@s. La decisión es tuya… ¿sigues asustad@ con el hecho de perder?

 

«Empiecen por hacer lo que sea necesario; luego hagan lo que sea posible; y repentinamente estarás haciendo lo imposible». San Francisco de Asís

Con amor…
© Lluvia

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