Hoy viajaba en el bus hacia mi trabajo, enredado con mis pensamientos por un problema laboral que me aqueja cuando subió un muchacho con cuentos y poemas de su autoria comentando lo que hacía y que también tenía planeado editar un libro con estos cuentos y vivir de lo que le gustaba, acto seguido pidió entre la gente que alguien eligiera si quería que leyera un cuento o un poema. Yo fui quien dejó de mirar por la ventana por un momento y le pidió un cuento.
Más allá del cuento que leyó, y que por cierto era muy bueno, lo importante surgió luego de los aplausos al lector, cuando este pasó a solicitar una colaboración por su trabajo que fue cuando tuvimos la oportunidad de dialogar. Yo le agradecí el momento y le desee suerte con su libro mientras que una mujer al lado mio le pedía que no se fuera porque estaba buscando unas monedas para darle, y ahí el hombre me dió quizá la mayor lección del día (o del año) cuando dijo «yo esto lo hago porque me gusta, no importa el dinero, trabajar se puede trabajar de cualquier cosa» y me tocó, quizá porque yo, como probablemente muchos de ustedes en este momento no estoy trabajando en un lugar donde pueda desarrollarme plenamente, y me dió que pensar que quizá este amigo tampoco lo tenía y que quizá después de leer poemas o cuentos en el ómnibus va a trabajar a un lugar donde recibe ganancias económicas pero nada más, y sin embargo esto no le impide «hacer lo que le gusta». Esto me inspiró para escribir este artículo y al menos también hacer algo de lo que me gusta, aunque esto no me genere divisas.
Trabajar en lo que te gusta es lo mejor, pero que hoy no tengas la posibilidad de hacerlo no implica que no puedas hacer lo que te gusta solo por placer.