La cantidad de hackeos y ciberataques que están teniendo lugar por todo el mundo en los últimos años no deja de aumentar, y ninguna empresa parece estar a salvo. Los hackers saben que las compañías –así como otras instituciones como universidades, laboratorios o incluso ministerios– necesitan hacer un uso extensivo de sus datos online, así que vulnerar sus servidores y ‘secuestrar’ esos datos les resulta muy lucrativo.
Las empresas pueden enfrentarse a serias pérdidas si sufren una filtración o una vulneración de datos. Los ataques de ransomware encriptan la información vulnerada, impidiendo a las empresas acceder a sus propios sistemas si no pagan un rescate. El robo de datos también puede traducirse en la subasta de la información robada en la dark web. Y, en otros casos, los hackers roban información bancaria y vacían las cuentas de las empresas afectadas.
Tristemente, los hackers parecen estar muy por delante de las empresas en materia de ciberseguridad, así que les resulta relativamente sencillo encontrar puntos débiles en los sistemas de las compañías. Aprovechar estos puntos débiles para su propio beneficio es casi una tarea de rutina para los grupos de ciberdelincuentes, que, además, suelen operar bajo el amparo de países donde el marco legal es bastante laxo con sus actividades.
La inversión en ciberseguridad es más importante que nunca
Invertir en ciberseguridad es entonces cada vez más importante a la hora de prevenir incidentes de este tipo. Cifrar las comunicaciones de las empresas es uno de los primeros pasos que deben adoptarse para evitar filtraciones, y contar con un software anti-malware capaz de eliminar virus del PC es fundamental para impedir que una infección por malware pueda poner en riesgo la integridad de los dispositivos, así como la información que contienen.
Además de contar con herramientas de ciberseguridad de última generación –donde el software anti-malware sigue siendo una herramienta relevante, pero ya no es la única–, las compañías necesitan configurar sus dispositivos de manera acorde para prevenir ataques externos o filtraciones internas. Y, además, es cada vez más importante hacer copias de seguridad regulares y almacenarlas de forma segura fuera del acceso de la red.
Una buena estrategia de ciberseguridad no se limita tan solo al uso de herramientas digitales o la compra de hardware, sino que también pasa por la formación del personal y los cambios en sus hábitos. La elaboración y el uso de contraseñas robustas, la prevención anti-phishing y la implementación de protocolos para minimizar las filtraciones son algunas de las características que deben abarcarse en instancias formativas regulares con todo el equipo de la empresa.
Los «ciberseguros» se popularizan cada vez más
Debido a que todavía son muchas las empresas que no saben cómo establecer unos sistemas de ciberseguridad adecuados, los hackers siguen encontrando un sinfín de vulnerabilidades que pueden explotar. En consecuencia, las compañías aseguradoras están lanzando nuevos seguros digitales, o ‘ciberseguros’, con los que tratan de ofrecer a las empresas un cierto soporte económico con el que hacer frente a estos hackeos.
Las empresas aseguradoras, por supuesto, buscan su propio lucro a costa del incremento de los ciberataques. Estos seguros pueden ayudar a una empresa a ‘escapar’ de un ataque de ransomware, por ejemplo, pero no deja de tratarse de una compensación económica a
posteriori, y, además, no garantiza la recuperación de los datos robados. Habría resultado más sencillo –y económico– contar con una copia de seguridad que neutralizara el ataque.
Las compañías de seguros se esfuerzan, lógicamente, por vender sus productos, así que continuamente presentan las bondades de estos nuevos ciberseguros. Sin embargo, especialistas en ciberseguridad insisten en la importancia de invertir en sistemas de prevención, porque estas medidas son las que, a la larga, terminan resultando más eficientes. El costo de un sistema de ciberseguridad adecuado es mucho menor al de sufrir un hackeo.
Los hackers optan por las víctimas más fáciles
Puede resultar abrumador pensar en la cantidad de medidas de ciberseguridad que implementan las grandes compañías tecnológicas como Google, Meta o Amazon, e incluso estas empresas sufren filtraciones de vez en cuando. Sin embargo, grandes hackeos como los sufridos por estas compañías también requieren de grandes recursos, y es poco probable que los hackers los destinen a lanzar ciberataques sobre pequeñas o medianas empresas.
En muchos casos, los hackers hacen una evaluación del tipo costo-beneficio antes de organizar y lanzar un hackeo. Por eso, con frecuencia es suficiente con establecer unas medidas de seguridad esenciales –pero serias– para prevenirlos. Si un hacker percibe que nuestra empresa está razonablemente blindada, elegirá otra víctima. Es triste, pero es cierto. Un hacker, al fin y al cabo, es un depredador que optará por cazar a la víctima más vulnerable.