En ocasiones se escucha muchas veces un mismo término que, al final, se convierte en algo familiar y al que no se le da mucha importancia por tratarse de algo común y repetitivo. El caso del «Internet de las Cosas» (IoT, por sus siglas en inglés) es particularmente especial porque se ha venido repitiendo tantas veces, que sólo se da por sentado sin investigar a fondo cómo esto puede beneficiar y, al mismo tiempo, dejar ciertos datos y elementos vulnerables ante las amenazas del mundo digital.
El Internet de las Cosas, como muchas cosas en la vida, tiene aspectos extremadamente positivos y negativos. Espero poder explicar con términos sencillos todo lo que de forma indispensable se debe saber para sacarle provecho y no correr riesgos.
¿Qué es el Internet de las Cosas?
La posibilidad que se tiene hoy en día de asignar una dirección IP a todas las cosas que interactúan desde hace mucho tiempo con las personas pero que no tenían la capacidad de interactuar entre ellas para compartir información sobre hábitos, salud, poder adquisitivo y determinados gustos, ha hecho posible que ahora todo se personalice.
Esto es muy bueno porque sin la necesidad de dar información cada vez que se requiera, muchos dispositivos están listos para ofrecer los programas de televisión que interesan a un individuo, ofertas de productos ajustados a un determinado presupuesto, un historial médico completo antes de visitar al doctor y muchas cosas más.
¿Cómo es esto posible? Mediante programas relativamente sencillos que están en casi todo lo que se adquiere en la actualidad: un refrigerador, una televisión inteligente, el teléfono y hasta los focos de la casa.
Un ejemplo concreto de cómo funciona y en dónde están ubicadas las terminales del Internet de las Cosas para saber todo acerca de las personas, son los kits del hogar que las empresas que fabrican teléfonos inteligentes, aplicaciones y software más avanzadas en el mundo incluyen en sus nuevos dispositivos. Me refiero a «Homekit» (Apple) y «Android @Home» (Google), por citar los ejemplos más representativos.
Es asombroso cómo estos sistemas contribuyen a tener una vida más tranquila al pensar que toda la información está interconectada para saber no sólo que comemos determinados alimentos, sino también, cuáles hacen falta en el refrigerador para que en la siguiente visita al supermercado se incluyan en la lista de pendientes o, mejor aún, para que se haga el pedido de los mismos mediante internet y el servicio a domicilio del supermercado los entregue a una hora determinada.
No hay nada más cómodo para un ser humano, que el hecho de que estos sistemas sepan a qué hora se deben apagar las luces y encender la alarma, además de tener las luces encendidas a la hora exacta en las que se arriba y mostrar en la pantalla un reporte de todo lo que pasó mientras no había nadie y lo que captaron las cámaras de seguridad.
Por otro lado, el médico sabrá si se está llevando a cabo el tratamiento correctamente mediante un cruce de datos simple que consiste en saber si ya se compró el medicamento, la lectura de la presión arterial del paciente y su próxima cita.
La serie de televisión favorita será grabada y perfectamente alojada en la memoria del televisor, esperando la hora a la que fue programada para disfrutarla y muy seguramente habrá ordenado la pizza para que llegue simultáneamente con el evento programado.
La otra cara del Internet de las Cosas
Sin embargo, todas las ventajas antes descritas, llevan consigo un riesgo inherente: la seguridad con la que los datos se encuentran a merced de personas interesadas en vulnerar la intimidad y hacer cualquier cantidad de cosas con los datos personales y, peor aún, con el conocimiento sobre los hábitos de los usuarios.
Cada vez que se inventa algo que tiene que ver con el Internet, surgen amenazas específicas que apuntan a entrometerse entre estos sistemas y la vida de las personas que los usan. Utilizando un ejemplo anterior, imaginemos que alguien con la intención de hacer daño, conozca exactamente las horas en las que se llega y se va de casa. O bien, que algún hacker tenga acceso a todos los dispositivos interconectados para utilizarlos de forma maliciosa contra un tercer objetivo.
En la actualidad, existen formas muy sencillas para estar protegido contra este tipo de amenazas y es altamente recomendable que se utilicen, puesto que, en mi opinión, no debemos privarnos de todas las ventajas y beneficios que trae consigo la utilización del Internet de las Cosas, pero es importante mantener seguros todos los datos y dispositivos.
La solución
Como se menciona anteriormente, la manera en que todo se interconecta para ofrecer este universo ilimitado de posibilidades es a través de las direcciones IP y son éstas las que hay que proteger de posibles ataques e intromisiones. Para el caso de un hogar inteligente o de un instituto de salud, la solución es la misma: encriptar las comunicaciones entre todos los dispositivos y el ciberespacio desde el router y mediante el ocultamiento de la dirección IP.
De hecho, es una solución muy sencilla y que no exige conocimientos avanzados, por el contrario, cualquiera puede implementarla en pocos pasos.
Por lo tanto, hay que seguir disfrutando de todo lo bueno que trae el Internet de las Cosas, pero haciéndolo con el mínimo de seguridad necesario para que la tranquilidad esté garantizada.
Acerca del autor: Este artículo fue escrito por Luis @TechWarn.com