La crisis económica es un tema en alguna medida complejo y dibuja la situación que tiene lugar actualmente en muchos países del mundo, teniendo mayor vigor en algunos países de la unión europea. Se da en la mayoría de ocasiones producto de un déficit presupuestal (deudas superiores a la capacidad de pago), pero por ser a nivel nacional representa un problema, pues sus consecuencias afectan a una población mayoritaria.
En Grecia, como bien es sabido, hace unos años se pasa por una grave crisis económica de la que hasta el día de hoy no han salido, sus efectos han sido algo inevitable: Reducción del número de empleos, aumento brusco en los impuestos, disminución de salarios, eso, hablando meramente de lo económico, pero socialmente una problemática de tal índole trae consecuencias devastadoras.
Suicidios, enfermedades mentales a causa de las deplorables condiciones en que se desarrolla su vida, niños huérfanos a causa de los suicidios de sus padres, entre otras situaciones que tienen lugar producto del cambio brutal de las circunstancias a causa de las decisiones de terceros encargados de la administración, son las consecuencias sociales que trae consigo una crisis económica.
La tasa de suicidios en términos cuantitativos ha crecido en un 30% durante los últimos años. Klimaka, una de las ciudades de Grecia que se ha visto afectada en mayor medida por este flagelo, alcanza ya la suma de 20.000 personas sin un techo, de las que un 20% posee un título universitario.
El escenario es triste y uno similar se vive en España; quizá, muchos lectores se preguntarán por la intención que rodea estas palabras, no siendo otra que la de dibujar medianamente un escenario tan lúgubre como el que viven tantos miles, uno, al que se llega cuando el país no es bien conducido y sus finanzas no son bien administradas.