El origen de la empresa son productos para el cuidado facial y corporal en base a la rosa mosqueta. Hoy tiene, además, sendas líneas basadas en aceite de uva y de cacao. Ya tiene punto de venta propio y desarrolla franquicias para el exterior.
Una de las principales claves de un emprendimiento exitoso es encontrar el nicho de negocios adecuado. A unos pocos privilegiados les sucedió que el nicho los encontrara a ellos. Pero el caso de Ricardo Grinszpun es más especial. El fue llamado, no por un nicho, sino por un lugar: Bariloche.
Cuando llegó allí por primera vez, en unas vacaciones en la infancia, se dio cuenta de que él “era de ahí”, que tenía una afinidad especial con ese rincón del mundo; y se prometió que en algún momento viviría allí. Cumplió la promesa hace unos años, y sólo entonces se preguntó qué actividad podía emprender que estuviera bien ligada a ese paisaje, entre lagos y montañas.
El resultado es Laboratorios Ozona Patagonia, una marca de cosmética premium que nació en 2006 con una línea de productos para el cuidado facial y corporal en base a la rosa mosqueta. Hoy tiene, además, sendas líneas basadas en aceite de uva y de cacao.
Gourmet y natural
“Me di cuenta de que, a diferencia de Chile, la Patagonia no había desarrollado una explotación seria que aprovechara el potencial de esta planta que no es oriunda, pero sí muy característica de la zona”, señala Grinszpun. “Lo primero que elaboramos fue una línea con aceite 100% puro y de primera prensada en frío, más allá de que lo más importante era apuntar a un segmento de alta calidad, que pudiera compartir con cualquier producto posicionado en alta gama”.
La otra pata de la identidad del proyecto es la comunión con la naturaleza. “Por eso nos llamamos Ozona: el ozono es lo que nos protege, pero lo decimos en femenino porque nuestro perfil tiene que ver más con la mujer que con el hombre. No porque se trate de cosméticos para las mujeres sino porque son ellas quienes están más ligadas a la crianza, el cuidado y la recuperación de un ideal romántico”, explica el emprendedor.
A diferencia de otras empresas fuertemente identificadas con la región, Ozona procuró no depender de la estacionalidad ni del recurso turístico, así que se planteó abrirse a mercados en el exterior. Para esto, a Grinszpun lo ayudaba su experiencia previa: había trabajado en Air France en el área de importación y exportación, y en una licenciataria de The Walt Disney Company, que lo mandó a Oriente para indagar la posibilidad de fabricar productos ahí. “Todo eso me dio un bagaje en procesos de desarrollo comercial. Entonces, en 2007, cuando ya estábamos empezando a consolidarnos en el concepto de estética gourmet, empezamos a participar en ferias y a tomar contacto con distribuidores en el exterior”, de donde proviene el 50% de los ingresos.
Sociedad conyugal
En la Argentina, los cosméticos Ozona se comercializan en hoteles -como el Llao Llao o el Four Seasons– y spas de alta goma y puntos de ventas de terceros “no convencionales”, como casas de regalos de productos regionales, dietéticas “finas”, Duty Frees o incluso restaurantes gourmet.
El año pasado, la compañía abrió su primer punto de venta propio, la Casa Ozona en Bariloche, sobre la avenida Bustillo. También se inauguró la venta online, y actualmente está desarrollando un modelo de franquicia exportable. En cuanto a la producción, algunos aspectos están terciarizados, aunque todo el proceso del desarrollo está bajo el control de Grinszpun.
LOS DATOS
- $ 50.000 Fue la inversión inicial, a fines de 2005. El año pasado la facturación llegó a los $ 400.000.
- 50% De sus ingresos provienen de exportaciones. Sus principales destinos son España, EE.UU., México, Chile, Centroamérica y el Caribe.
- $ 55 Es el precio de venta al público de su producto más caro. La línea incluye productos para uso facial, corporal y capilar.
Fuente: iEco
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