Es cada día mayor el número de personas consciente del importante rol que juegan las empresas dentro de las economías a nivel internacional, nacional y local; siendo éste uno de los principales motivos por los que el nivel de exigencia, tratándose de consumidores conocedores del poder que les confiere su capacidad de compra (adquisitiva), aumenta, y obliga a las organizaciones actuar en función de esa circunstancia, es decir: a hacer mucho más al procurar convencer al cliente.
Uno de los valores agregados o bonus que las empresas han tenido que integran con sus productos es la Responsabilidad Social; concepto detrás del cual se oculta un enorme significado y que habitualmente se ve evidenciado en políticas dirigidas al cuidado del medio ambiente (consciencia ambiental), apoyo a fundaciones, ONG y causas nobles, entrega de becas, entre otras acciones organizacionales dirigidas específicamente a la población vulnerable.
La Responsabilidad Social, es hoy por hoy, uno de los elementos más cautivadores de que se pueden valer las empresas, dado que en ello se ve reflejado el impacto que la acción comercial –comprar y vender- está teniendo sobre la sociedad. El consumidor contemporáneo – y por sobre todos el millenial- tiene un enorme deseo de contribuir, y sabe que es posible por medio de la buena inversión de su dinero. Una organización que sea capaz de dejar en el cliente la sensación de bienestar que surge producto del dar una mano a quien lo necesita, será una empresa que tenga cuasi-garantizado el cariño y respeto de su público.
Es en este orden de ideas amable lector, que nos permitimos concluir recomendándole evalúe el impacto que el accionar de su empresa está teniendo sobre la sociedad y procure hacérselo saber al consumidor, de modo que este comprenda la compra no se limita a la simple operación de intercambio dinero- producto, sino que está ayudando a su organización a ayudar.