¿Por qué son pocas las veces que se acercan al triunfo algunos seres que suelen procurar el emprendimiento? La respuesta que hoy ofrezco a este cuestionamiento es una palabra: Procastinación. Su significado viene siendo algo como dejar para mañana lo que estás en posibilidad, por concepto de tiempo y oportunidad, de hacer hoy; su puesta en práctica resulta fatal para todo proyecto, de la misma forma que lo sería plantar un árbol o adoptar una mascota; y no rocearle o alimentarle hoy por poder hacerlo mañana; presentándose la misma situación al día siguiente, y al siguiente; hasta que marchitan o enferman por mal cuidado.
La procastinación o aplazamiento por caso no fortuito, es sencillamente el ofrecimiento de un lugar privilegiado a la pereza. Ésta, ha sido estudiada a profundidad por múltiples psicólogos en todo el mundo que han llegado a conclusiones bastante interesantes; como algunos consejos para manejarla, evitarla y hasta deshacerse de ella por completo.
Sus estudios refieren excelentes análisis al tema, llegando a manejar hipótesis plausibles como el hecho de que la procastinación se da en el ser humano a causa de que la mayoría de proyectos ambiciosos son a largo plazo y cuando son trazados, suele olvidarse la puesta de metas a corto plazo que juegan el rol de “estimulantes” o “motivantes”, para continuar con la misma energía con la rutina que suele conducir al éxito.
Entre los tips que a menudo se ofrecen para evitar este tipo de postura ante los retos o el trabajo, existe uno que me ha llamado la atención y que utilizan en diferentes lugares del mundo, consistente en trabajar 25 minutos y descansar 10; hasta terminar la tarea propuesta. Ello facilita las cosas debido a que lo más complejo en este tipo de situaciones es dar el primer paso (que se hace posible cuando existe la condicionante de que será por corto tiempo y se avanza con gran celeridad por el ímpetu que suele imprimirle ir contra el tiempo), ya dándolo es más sencillo terminar. Cuando se termina un primer trabajo el estado de ánimo cambia de forma drástica hacia un positivismo, que se convierte en el combustible necesario para el impulso que exige el proyecto siguiente.
Así que, amable lector, la invitación es a iniciar de una vez por todas con la puesta en marcha de esas ideas geniales que rondan a diario nuestra cabeza. Borrando al tiempo de nuestra mente, lo que representa este concepto que no debe estar dentro del diccionario del emprendedor.