Las personas, son el elemento más importante con el que cuenta una empresa, debido esto a que ninguna organización funciona sin personas, de hecho, es en alguna medida disparatado el pensar en alguna empresa que no cuente, con por lo menos una persona. Si bien, las personas, componen lo que se denomina “fuerza laboral”, el mero hecho de ser personas, las ata a una serie de condiciones (bien sea internas o externas) que determinan su comportamiento.
El comportamiento de las personas se ve reflejado en su actitud; dicha actitud, puede ser tanto, positiva como negativa para la empresa y conducir a la consecución de sus objetivos o al fracaso rotundo. Es ahí, donde reside la importancia de la Motivación, término derivado del latín motivus y que hace alusión a la “causa del movimiento”.
La motivación dentro de la empresa se da en función con unos incentivos (siendo éstos remuneraciones económicas, reconocimientos por logros, etc) y determinará el cuánto asume el colaborador su cargo y contribuye a la consecución de la eficacia de la compañía.
El gráfico siguiente ilustra el ciclo de la motivación, que parte del supuesto de que el hombre se encuentra naturalmente en un estado de equilibrio dentro de la empresa; posterior a eso, surge una necesidad, produciéndose en él determinada tensión que conduce a la acción. En este punto se puede presentar insatisfacción (si la necesidad no se satisface), conduciendo a un ulterior desequilibrio, o en caso contrario una satisfacción de la necesidad.
Es por ello y por muchas otras razones, que la motivación de los empleados es un imperativo para alcanzar la eficacia, debido a que unos trabajadores motivados trabajarán de mejor manera -al ser esta promotora de la generación del sentido de pertenencia por la empresa-y siendo las personas, como mencionamos en un principio elemento esencial en las empresas, es menester dominar este concepto y diseñar estrategias que conduzcan a la misma.