Cada día está más cerca lo que todos temíamos, la subida del IVA entrará en vigor en mes de septiembre.
Como es de esperar, este incremento del precio de bienes y servicios va a afectar al consumo y a su vez, al empleo, uno de los sectores más afectados por esta medida será el de la hostelería.
La aplicación de la subida del IVA después de agosto, el 1 de septiembre, permite aliviar a los hosteleros en los primeros meses de verano. Desde el sector denuncian la subida de precios, un encarecimiento que principalmente tendrán que asumir los turistas.
Las contrataciones turísticas que se hayan realizado hasta ahora no sufrirán variación alguna en sus precios. Tampoco cambiarán las que se formalicen de aquí al 31 de agosto. Tanto los empresarios del sector como los propios turistas ven con alivio que, al menos, los dos meses principales del verano hayan quedado libres de la subida del impuesto.
A partir del uno de septiembre a las facturas de restaurantes, transportes y alojamientos hoteleros se les aplicará el 10%, que es el nuevo porcentaje correspondiente al tramo reducido de IVA, dos puntos más que hasta ahora, pero lejos del 21% del tipo general.
Del mismo se desprende que en conjunto se prevé una caída aproximada entre el 6 y el 8% del total del consumo turístico, lo que se manifestará en graves problemas e impactos como el descenso de la producción del sector, descenso del total de la población ocupada en la hostelería, reducción de los efectos originados del gasto en consumos de bienes y servicios turísticos y hosteleros, repercutibles en otros sectores del sistema económico.
Además, toda subida en el tipo de IVA aplicable se manifiesta como una subida del precio que recaerá finalmente en el consumidor. Por ello, la subida del IVA repercutirá en el empleo hostelero, en las inversiones de mantenimiento, recuperación, reposición y en la llegada de los viajeros. Los beneficios esperados de la subida del tipo de IVA no compensarán las graves pérdidas que se estiman posibles por esa decisión.
Con esto, Hacienda recaudará menos por la caída de actividad (menos ventas = menos recaudación por IVA y por Impuestos Especiales) y menos por la caída de beneficios y pérdidas de las empresas (en Impuestos de Sociedades).
Todo ello nos conduce a reflexionar sobre la decisión de adoptar una medida tan radical, como cambiar el status fiscal del IVA de la hostelería.