Administrar el tiempo laboral requiere, antes que nada, revisar qué es lo que usted hace y no lo que dice que hace. Evitar verse como una víctima de un mundo alocado y al parecer sin un sentido lógico, nutrido de variables incontrolables, cataclismos coyunturales e insospechados emergentes que, con implacable certeza, desintegran sin piedad lo que usted planifica. Terrible, ¿no? Pero sin un análisis crítico de su gestión no podrá ver cuáles son sus ámbitos de mejora. Los cambios en los hábitos se dan a partir de la sensación de urgencia de otro resultado ante el tremendo espanto que le causaría un status quo. Más simple: si no hago algo, me comen los piojos. No llegue a tal situación para empezar con algo distinto. El desarrollo debe estar basado en el crecimiento y no en situaciones irreversibles.
Por eso, cuando alguien nos acerca una revista, un video o un artículo que habla de “time management”, aparentemente nos interesa, pero por alguna causa no lo vemos aplicable y entendemos nuestro caso particular como único (léase: “mi caso es distinto”).
Si algo de lo escrito arriba habla de usted, mi querido amigo, le cuento que está infectado por el Virus Cometiempo. Este terrible flagelo ataca a muchísima gente talentosa. Es fácilmente reconocible, pero su cura no lo es tanto, ya que parte de la recuperación depende de la actitud del paciente. El Virus Cometiempo ataca sin piedad los cinco sentidos. Veamos.
La vista: Creerá que su visión es infinita. Por lo tanto, usted no necesita demasiadas planificaciones, cuando en realidad lo que el Virus ha cambiado es su horizonte, y usted padece de una terrible miopía.
El oído: Sólo oye instrucciones, órdenes, pedidos de favores, o el temido: “¿Te puedo interrumpir un segundito?” Si alguna cabeza se asoma a su puerta más de cuatro veces al día, usted está muy grave.
El tacto: Empieza a perderlo, sobre todo con las relaciones más directas, o sea, las clave, y la falta de tacto puede afectar hasta su entorno.
El olfato: Todo huele a quemado. Las cosas importantes quedan postergadas por las urgentes, y usted vive con la sensación de que llega tarde a todo. Para colmo, empieza a perder otros olfatos, como por ejemplo el de la motivación o el comercial, y deja de oler nuevas oportunidades y nuevos mercados.
El gusto: Aquí viene lo más difícil. El Virus ataca el más importante de los sentidos: el gusto. Usted se preguntará por qué. Es simple: cuando el invasor compromete sus glándulas, el decir la palabra “No” produce un gusto muy amargo y difícil de soportar. Usted pierde la capacidad de decir que no, su derecho como ser humano, su libertad para decir “no puedo reunirme con nadie hoy”, “no voy a hacerlo porque no tengo tiempo”, “este trabajo no me lo dejes”. En fin, no me dejes este mono.
Si y sólo si usted logra tolerar el sabor amargo que produce el decir “No”, podrá manejar su tiempo. Todas las herramientas que encuentre (le puedo recomendar varias), desde las leyes de Parkinson hasta Acosta, Covey e innumerables autores que han estudiado las mejores herramientas de administración del tiempo, se basan en la planificación y priorización de tareas. Mi amigo: logrará más fácilmente el resultado de cualquier técnica si dice, en todo su derecho, “No”.
Si su política es de puertas abiertas, haga pedidos de tregua. Si sus reuniones son improductivas, frecuentes y largas, cambie su comportamiento, enfoque y concentración. Si la gente lo consulta todo el tiempo, recuerde que la culpa no siempre es del chancho. Pero usted tiene el derecho y el deber de cambiar.
Mi amigo, después de entrenar a mucha gente en estas habilidades durante años, descubrí que sólo los que soportan el sabor amargo de decir “No” saben que esto no afectará sus relaciones. La gente lo seguirá respetando y aprenderá a reconocer que algunos límites han cambiado. Tenemos el poder de elegir más de lo que creemos, y decir “No” es una elección.
Es su turno. Debe elegir. Pero antes le digo esto último: elija lo que elija, sólo le importará a usted. La gente seguirá pidiendo y las tareas se seguirán acumulando. Pase lo que pase, como dice el viejo cuento sufi, “la respuesta esta en sus manos”.
Carlos Melo
Director de Desarrollo y Entrenamiento
Profit Group
carlos.melo@profitargentina.com