Cuando las estructuras fundamentales que soportan la vida económica, social y financiera de las personas sufren alteraciones tan importantes como las que se están produciendo por la pandemia mundial del Coronavirus, es necesario plantearse cuestionamientos profundos. Para el caso de los Emprendedores la disyuntiva es: ¿hacer el negocio de tu vida o hacer de tu vida un negocio? La pregunta plantea una reflexión estructural, de las mismas proporciones que presenta el cambio sobrevenido.
Una referencia histórica ayuda a comprender el carácter del tema:
Cuando Napoleón hacía esfuerzos desesperados para formar un nuevo ejército que le permitiera enfrentar a sus enemigos en la que luego sería la batalla de Waterloo, encaró un problema inédito: la escasez de caballos para la batalla. La campaña efectuada para la invasión de Rusia un tiempo antes había diezmado las tropas y la caballería francesa. No existían caballos apropiados y suficientes para encarar el nuevo desafío.
Empezó una búsqueda frenética de los animales en cada rincón de Francia. Pero los esfuerzos no rendían los resultados esperados. La mayoría de los caballos que aún había se encontraban en trabajos agrícolas y de transporte. Pocos se ajustaban a las exigencias militares.
Ante el apremio tuvieron que cambiarse las premisas: en lugar de buscar los caballos apropiados se empezó a seleccionar jinetes que pudieran cumplir las exigencias de la caballería con animales menos calificados. Hombres dúctiles y hábiles que se desempeñaran igualmente bien con los recursos que existían. Muchos de los mejores oficiales y hombres de la caballería tradicional quedaron fuera de la selección porque no podían alcanzar el rendimiento acostumbrado con animales de menor categoría.
Algo similar puede suceder con los emprendedores en la realidad que se espera luego de esta crisis mundial: recursos escasos y oportunidades elusivas para hacer negocios. Los estándares conocidos cambiarán. Serán “pocos los caballos y muy cotizados los jinetes flexibles con profundo conocimiento de su oficio”.
Corresponderá entonces evaluar una elección particular: ¿Hacer el Negocio de tu vida o hacer de tu vida un Negocio?
No es lo mismo.
El primer caso es igual que buscar caballos y el segundo ser un jinete que pueda cabalgar sobre los animales disponibles.
Lo primero que hay que entender bien es el genuino significado de Negocio.
Se asume con frecuencia que Negocio es una estructura, una entidad física. Pero el Negocio es en realidad una función, un acto, una tarea que se lleva a la práctica.
La palabra Negocio tiene origen etimológico en el vocablo latín “negotium” que quiere decir “actividad que genera utilidad, interés o provecho para quien la pone en práctica”. Bajo esta acepción casi todas las actividades de las personas pueden calificarse como un negocio, porque la mayoría se lleva a cabo en función de algún tipo de utilidad, interés o provecho.
Todas las organizaciones empresariales empiezan por ser un Negocio. Se fundamentan en alguna actividad que genera beneficio. Por ello no es lo mismo Negocio que empresa. La primera es una función y la segunda una estructura desarrollada alrededor de aquella.
Ahora bien, no todas las actividades que pueden incluirse dentro del concepto de Negocio proporcionan igual utilidad, interés o provecho. Cuando se las discrimina adecuadamente se llega a una conclusión relevante: las actividades que generan mayor beneficio son las vinculadas a la producción y la venta de algo, bien sea un producto, un servicio, una idea, etc.
Las funciones de producción y ventas perfeccionan el Negocio. Ya sea que se trate de una Organización empresarial o de una persona. Aquello que se produce y vende proporciona el beneficio fundamental. Todas las otras actividades sirven para apoyar, consolidar y optimizar a estas primeras.
Por otra parte, existe la lógica presunción que no se producirá nada que efectivamente no pueda venderse. Y por lo tanto la función de ventas tiene preeminencia sobre la de producción. ¡Esta es la lógica simple sobre la que se fundamentan las actividades de negocios!
Quién hace un Negocio en realidad VENDE algo. Y en tanto mejor lo haga, mejor Negocio tiene.
Los emprendedores son justamente los agentes que gestan y dan forma a los negocios. Identifican algo que puede venderse, lo producen y establecen el embrión de todas las actividades empresariales. No existe una empresa sin Negocio, y no existe un Negocio que no sea producto del trabajo entrepreneurial.
Ahora bien, es completamente cierto que toda crisis es siempre una oportunidad. Y cabe esperar que cómo producto de la situación inédita que está provocando esta pandemia en el 2020, surjan muchas oportunidades de negocios que antes no se hubieran visualizado fácilmente.
Pero por otra parte, la coyuntura también proporcionará la oportunidad de que personas y profesionales puedan destacar en estas nuevas condiciones mucho más fácil que antes. Para seguir con el ejemplo de la historia, en la situación que emerja luego de la crisis mundial, “los jinetes valdrán tanto o más que los propios caballos”. Y esto permitirá que personas y profesionales puedan desarrollar con ventaja el Negocio que representan en sí mismos.
Todo profesional produce y vende algo. Lo hace el emprendedor con una idea o un proyecto, el empleado con el trabajo que desempeña en una Organización, el profesional independiente con el producto o servicio que ofrece. ¡Todos sostienen un Negocio en su propia persona!
Antes de ser el individuo que gesta un Negocio, el Emprendedor es primero un Negocio en sí mismo. Igualmente el empleado que produce y vende conocimientos y destrezas al empleador. También el abogado, dentista o ingeniero que transa en el mercado con el oficio que tiene. Todos producen y venden algo. Y lo tienen que hacer, además, mejor que sus competidores.
Las crisis provocan algo particular y típico de todo proceso evolutivo: una depuración en las estructuras y las personas. Una selección natural de los más aptos, fuertes y competentes. Aquellos que mejor se adaptan a las nuevas situaciones.
Las adversidades constituyen un examen de calidad para personas y organizaciones. Perviven y prevalecen los mejores.
Esto no está sujeto a ningún criterio moral, porque finalmente faltan los argumentos para determinar si una crisis obedece a criterios de justicia. Sucede porque sucede y como sucede, generando una selección de los individuos más aptos.
Para prevalecer en este escenario y maximizar beneficios, las personas y profesionales deben fortalecer y cualificar sus aptitudes personales. ¡Deben enfocarse en el desarrollo de su propio Negocio, de aquello que producen y venden! Esta es la premisa de supervivencia en los tiempos que vienen.
Volviendo a la referencia histórica, es evidente que la crisis aumenta la demanda de “caballos aptos para la batalla”. Esto es, las oportunidades para hacer negocios que antes no eran evidentes. Pero es aún más cierto que la crisis exige “jinetes apropiados para conducir los caballos disponibles”. Vale decir, personas y profesionales flexibles, dúctiles y hábiles para desenvolverse en toda circunstancia. Personas y profesionales con un enfoque muy claro respecto a lo que son y lo que pueden, lo que producen y venden en sí mismos.
Se resaltan desde hace tiempo los cambios profundos que se están produciendo en el mercado laboral y el tipo de trabajador que demandará el futuro. Pero la presente crisis desbaratará incluso esos razonamientos. No se trata ahora de adquirir ciertos conocimientos o habilidades en particular, es mucho más que eso. Es cuestión de hacer de la vida de cada uno un Negocio sólido y competitivo.
¡Tal cual!
Cada persona y profesional debe tener muy claro lo que produce y vende. Y debe ser la mejor versión posible de su propio Negocio.
Es distinto enfocar el desarrollo personal y profesional en términos convencionales que hacerlo pensando en uno mismo como un Negocio. Y esto es fácil de verificar, veamos:
1.- ¿CUAL ES MI NEGOCIO?
Para gestar un Negocio convencional debe identificarse una necesidad específica en el Mercado.
Y a título personal también debe identificarse lo que se tiene que producir y vender para viabilizar el Negocio que es uno mismo. ¿Qué sé hacer mejor que los demás? ¿En qué me destaco? ¿Para que soy bueno? ¿Qué debo desarrollar o fortalecer?
Léase: ¡Estás en venta!, a cada momento, como todos los demás
2.- FORTALEZAS Y DEBILIDADES
Para gestar un Negocio debe hacerse un estudio de mercado que certifique la necesidad identificada y el potencial de la idea para satisfacerla.
A título personal debe efectuarse un inventario de los conocimientos, habilidades, destrezas, aptitudes y disposiciones con las que se cuenta. Igualmente de limitaciones, defectos y debilidades (que por lo demás es un asunto que siempre se elude, casi inconscientemente).
3.- OBJETIVOS Y PLAN DE VIDA
Para gestar un Negocio debe desarrollarse un proyecto que responda a las conclusiones del estudio del mercado y pueda hacer factible la activación de la idea.
A título individual se deben poseer objetivos y planes concretos para desarrollar y activar la producción, venta y labores de apoyo del Negocio que es uno mismo.
4.- INVERSIONES
Para poner en marcha un Negocio debe buscarse capital y activar las inversiones necesarias.-
A título individual también tienen que buscarse recursos y hacer cuantas inversiones sean necesarias en uno mismo. Aprender y desarrollar los conocimientos que permitan consolidar el Negocio propio. Sin inversiones no funcionan los negocios, y sucede igual cuando se trata de uno.
5.- PERFIL COMPETITIVO O LA MEJOR VERSIÓN DE UNO MISMO
Un Negocio debe desarrollar un nítido perfil competitivo para prevalecer en el mercado.
En el caso de las personas y los profesionales, lo que se produce y vende también debe tener un sello distinguido. Un valor agregado sobre otras ofertas similares. Y esto no es solo cuestión de sentido común, demanda inversiones y trabajo duro.
Puede parecer que a título personal la competencia no tenga las formas que corresponden a los negocios, pero la realidad es distinta, y mucho más en periodos de crisis. No solo hay uno, diez o cien que compiten por lo mismo, en una realidad global el número puede ser de millones.
Léase:
El Pingüino Amarillo: el pensador estratégico y sus procesos mentales
Comentarios al retrato de una persona sin “Zonas Erróneas” de Wayne Dyer
6.- ORDENAMIENTO E INTEGRACIÓN DE LA VIDA PERSONAL Y PROFESIONAL
En un Negocio se organizan las funciones de apoyo que sostienen la producción y las ventas. Se recurre a labores contables, logísticas, administrativas, financieras, etc.
Y a título personal no puede ser muy diferente.
Se deben disponer apropiadamente las actividades familiares, la economía personal y la productividad. Ordenar el tiempo y energía para las tareas privadas y las relacionadas con el Negocio que es uno mismo.
Un enfoque de negocios para gestionar la vida propia es muy diferente a lo que se cree. El común de las personas entiende que debe ordenar su vida para tener buen desempeño profesional, pero esto casi siempre termina como una obviedad que en nada se asemeja a tratar el tema como si fuese un Negocio convencional.
Léase: Emprendedor: 9 hábitos para balancear vida y trabajo
7.- EL CLIENTE. ¿A QUIÉN ME DEBO?
Un Negocio se mantiene saludable y competitivo por su orientación al cliente.
A título personal también existe siempre un cliente al que se debe responder. En realidad muchos clientes. Porque finalmente todas las relaciones que condicionan el desenvolvimiento personal y social son clientes a los que se debe servir. Empezando por la familia y terminando en las relaciones comerciales.
MI NEGOCIO SOY YO
Cuando se evalúan las cosas bajo este lente se llega a la conclusión de que una persona debe hacer un Negocio de su vida misma.
Así se alcanza el desempeño integral que es necesario sostener en un ambiente complejo y desafiante. De esta forma se consigue un desenvolvimiento sistémico.
No es suficiente tener un ordenamiento claro de la vida “profesional” y personal. O incluso una “sana separación” de las mismas. Por el contrario, ambas deben ser una sólida estructura, interdependiente y condicionante.
En poco aprovecha al desempeño profesional una existencia personal desordenada o una vida familiar disipada. Y por otra parte tampoco ayuda mucho el orden personal y familiar cuando no se traslada eficientemente al desenvolvimiento profesional.
No es fácil. Pero es un requisito de los tiempos que vienen.
Y no tiene porqué evaluarse como algo malo, porque finalmente el éxito que puede desprenderse de un enfoque así seguramente justifica el costo inherente.
¿Hacer el Negocio de tu vida o hacer de tu vida un Negocio?
Nada objeta que se sostengan los afanes para hacer negocios. Las oportunidades se multiplican en situaciones de crisis. Pero adoptar un enfoque de vida emulando las directrices que impone un Negocio no queda reñido con lo anterior, por el contrario, lo fortalece.
A no olvidar el referente histórico expuesto: existe efectivamente demanda por caballos adecuados para la batalla, pero son aún más valiosos los jinetes que puedan desempeñarse bien en términos de las restricciones que existan.
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”
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