Cuando el pequeño gansito preguntó a mamá ganso: –¿Cuál será mi destino?, Mamá ganso respondió:
«El destino es el resultado de nuestras decisiones. No se encuentra escrito. Tú lo escribes. Así tu vida día a día se convierte en algo parecido como un cuento. De esos que te leo justo antes de dormir.
Un día, una página. Un cuento que es escrito usando como tinta tus acciones. -Continuó mamá ganso-. Tus acciones son tan poderosas que lo más indispensable es que éstas sean impulsadas por buenos motivos. Para buenas causas. Con el objetivo de de crear muchas más buenas acciones. ¡Hey gansito!… La bondad del mundo no solo se encuentra en su belleza.
No se trata de ser un fantástico. No se trata de ser un increíble. Ya sabes, como esos gansos que salen en los comics que lees. Que mueven camiones de bomberos con la fuerza de su pico. O lanzan estrellas ninja hechas con plumas muy afiladas. Se trata de cuidar, mejorar y disfrutar el mundo. Con el poder de tus acciones. Porque todos poseemos poder.
¿Sabes?, hace años, abuela ganso me platicó que ella vivió un tiempo en el mundo de los humanos. Y entre ellos había una especie muy rara. Aquella especie era llamada emprendedor. El principal rasgo que los caracteriza son sus acciones. ¿A quién van dirigidas? ¿Por qué? ¿Qué hay en su espíritu, para mantenerse luchando?
Verás, gansito. No todos comprendemos a todos. Ni mucho menos buscamos las mismas aguas. Aunque el corazón de todos anhele las mejores, puras, cristalinas, limpias, quietas; serán pocos los que de verdad consigan estar en ellas. Porque de verdad trabajaron. Lograron creer. Así se transformaron. Tuvieron los valores y la sagacidad. Tus acciones deben tener propósito. Un objetivo.
Cuando yo era incluso más pequeña que tú, recuerdo que mi madre «abuela ganso», me contó la historia de una pareja de muchachos que lograron comprar su casa a base de tener un negocio de venta de mazapanes de soya. Solo eso. Suena simple, pero no lo es. No todo es lo que parece gansito. En esta ocasión, ese impulso, esa fuerza que se convertía en el motor de tal emprendimiento, era el amor. Estar juntos. Tener un patrimonio. Motivos, Motivación. Metas.
Todas con M de Mamá Ganso.»