¿Realmente existe la ley de la atracción?… Es una de las preguntas habituales en las consultas. Las personas se sorprenden de cometer una y otra vez los mismos errores. No entienden por qué tienen siempre los mismos problemas y mantienen relaciones tóxicas.
Algunas personas lo achacan a la mala suerte. Otras dicen que es cuestión del Karma. Muchas se quejan de cómo son los demás, alegando que les tienen manía, que se aprovechan de ellas… en definitiva, buscarán culpables.
La ley de la atracción afirma que atraemos aquello que pensamos. Sostiene que tanto nuestros pensamientos como nuestras creencias y emociones influyen y condicionan aquello que nos sucede. Por ejemplo, si pensamos que no nos merecemos la prosperidad y que nos vaya bien en el aspecto económico, cualquier actividad empresarial que iniciemos, fracasará o nos resultará muy costoso llevarlo a cabo.
Por lo tanto, ¿podemos afirmar que existe la ley de la atracción?
En mi experiencia profesional, he podido constatar que la actitud de la persona y el autoconcepto que tiene de sí misma condiciona su vida. Por tanto, sí que podemos afirmar que atraemos aquello que somos.
No busquemos culpables, hablemos de responsabilidad
Tanto en la consulta como en las formaciones que imparto, hablo de la importancia de asumir nuestra propia responsabilidad en aquello que nos sucede. Dejemos de pensar que tenemos mala suerte, que el mundo se ha confabulado contra nosotros o que todo el mundo nos tiene manía.
Buscar culpables significa mantenernos en una posición de victimismo, que nos impide preguntarnos que hemos hecho para que nos suceda aquello que lamentamos y tampoco haremos nada para averiguar qué podemos aprender de esa situación y qué podemos hacer para mejorar.
La ley de la atracción la relaciono con la responsabilidad.
Por tanto, ante la pregunta ¿existe la ley de la atracción? os respondo que atraigo aquello bueno o malo en función de cuán responsable me gago de mi mismo. En este sentido, no es que exista algo superior a mí que haga que las cosas me vayan bien o mal, sino que es mi actitud ante la vida, mis pensamientos, creencias y emociones las que harán que reaccione de una determinada manera u otra ante los acontecimientos diarios y que tome unas decisiones u otras.
Victimismo y responsabilidad
La persona víctima, aquella que se mantiene en la queja y en culpar a los otros de todo cuanto le sucede, es alguien que no acepta su propia responsabilidad.
Según la teoría de la personalidad del Análisis Transaccional, la persona que toman el rol de víctimas es aquella que no se ha trabajado a sí misma, que no ha llevado a cabo un crecimiento personal, que no se conoce ni se valora. Se trata de personas dependientes que siempre buscan a otras personas para que las salven y que se sienten ofendidas si no lo hacen, pudiendo llegar a utilizar el chantaje emocional y toda clase de juegos psicológicos para conseguir que los demás se sientan mal y acaben cediendo a sus peticiones.
Al no aceptar su responsabilidad ni cuestionarse en qué medida o aspectos han contribuido ellas para que les suceda aquello de lo que se quejan, no se dan la oportunidad de aprender de esa situación ni de ver qué aspectos de su personalidad tienen que cambiar para que no les vuelva a suceder.
Pongamos un ejemplo
Imaginemos una persona que siempre tiene problemas en sus relaciones porque no se implica en las mismas y no respeta a la otra parte. Si cuando las relaciones se rompen, su respuesta es quejarse y echarle la culpa a sus parejas sin plantearse en qué medida ha contribuido ella misma a las rupturas, la historia se repetirá una y otra vez. Podemos decir que su falta de compromiso e implicación atraerá relaciones condenadas al fracaso. La historia se repetirá una y otra vez hasta que la persona se dé cuenta de que tiene que cambiar y trabajarse determinados aspectos de su personalidad.
Una constante en la práctica profesional es que a la mayoría de las personas les resulta más fácil buscar culpables que admitir su propia responsabilidad.
¿Por qué nos resulta más fácil buscar culpables?
Aceptar la propia responsabilidad implica madurez, valentía y honestidad porque significa mirarse a uno mismo, reconocer sus emociones, sus miedos, sus inseguridades y gestionar todo ese abanico de sentimientos. Implica también revisar creencias y valores, aceptar la diferencia y saber manejarse en el conflicto, teniendo la suficiente humildad para pedir perdón si nos hemos equivocado y saber perdonar si nos hemos sentido agraviados.
Por tanto, aceptar la propia responsabilidad supone todo un trabajo de crecimiento personal. Es por ello, que hay personas que prefieren mantenerse en el victimismo y buscar culpables porque no están dispuestas a mirar en su interior, a superar sus traumas infantiles, a enfrentarse a sus emociones y sentimientos. Son personas que, a pesar del paso de los años, prefieren mantenerse en posturas infantiles, son niños grandes que no quieren crecer.
Buscan salvadores y culpables, manteniéndose en una queja improductiva que sólo les va a atraer más desgracias y sufrimiento.
¿Cómo superar el victimismo?
El Análisis Transaccional acompaña a la persona en este proceso de crecimiento personal, potenciando su parte adulta para que progresivamente se conozca e integre todos los aspectos de su personalidad, aceptando sus luces y sus sombras para que pueda hacerse responsable de sus decisiones y actos para liderar su propia vida y atraer todo lo bueno.
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DATOS DE LA AUTORA: Begoña Serra, es española y coach tranformacional especializada en temas de liderazgo, comunicación eficaz y gestión emocional. Asesoro a directivos en el desarrollo de sus habilidades directivas y capacito a equipos de alta productividad. Conferenciante y escritora en distintos medios digitales.
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LIBROS PUBLICADOS:
Una segunda oportunidad, Ediciones Carena
¿Quién duerme a mi lado?, Bubok