El Estrés y la Creatividad, aunque son elementos completamente diferentes entre sí comparten una relación causal que explica algunas de las cosas más importantes de la Vida. Ambos pueden entenderse mejor si la reflexión se remite a una raíz común:
La existencia del Estrés y la falta de Creatividad se originan en la forma que el hombre da al uso de una facultad que lo distingue en la naturaleza: su capacidad de Pensar.
Muchas veces se toma el Estrés como una consecuencia ineludible de la dinámica de trabajo y del propio hecho de vivir en “estos tiempos”. Casi siempre se lo gestiona con la lógica básica de aprender a vivir con él como un “pasajero molesto” que acompaña un largo viaje y cuya presencia es inevitable.
Esta gestión del Estrés no solo es superficial, poco efectiva y desgastante, es también contraproducente para alcanzar éxito en las labores que se desempeñan.
La mayoría de las personas está acostumbrada a combatir los efectos del Estrés y brinda poca atención a la resolución de sus causas. Y cuando se abordan los efectos del Estrés en desmedro de las causas, el propio esfuerzo se convierte en fuente adicional de tensión nerviosa e incrementa el rigor de todo el cuadro.
No es que sea más sencillo atacar los efectos que las causas, simplemente es más práctico y consecuente con la urgencia, casi una actitud “reflejo” que con el tiempo se convierte en un hábito. Por otra parte tampoco existe un estímulo especial para que las personas brinden más importancia a las razones que provocan el Estrés que a sus consecuencias dado que está arraigada la creencia que el Estrés es tan inevitable como un molesto día de lluvia y el remedio es estar preparado para la eventualidad de la mejor manera posible. Luego “si de todas formas voy a mojarme, mejor cargo siempre una buena sombrilla y un impermeable”.
Sin embargo, no solo es un hecho demostrable que el Estrés puede destruir las mejores cosas que ofrece la vida, es sobretodo algo que afecta la Productividad cotidiana y por ende la capacidad de alcanzar metas de forma eficiente y con Ventaja Competitiva. Así, ya no se convierte únicamente en un “compañero molesto” de viaje, se transforma en un agente que obstaculiza el propio viaje y evita que se llegue a destino.
La Ventaja Competitiva es la posibilidad de rendir laboral, profesional y empresarialmente mejor que los demás. Para esto la gestión adecuada del Estrés es un asunto fundamental, uno que supera por mucho la propia capacidad intelectual y el potencial físico. Decía Napoleón que lo moral es a lo físico cuatro veces a uno, y afirman los grandes estrategas de Oriente que la Ventaja Mental es la Ventaja Definitiva.
Existen muchas Causas que detonan el Estrés en las personas, pero una fundamental tiene que ver precisamente con los procesos mentales. Allá, en los entramados complejos de la Mente se desarrolla la dinámica que define la calidad de Vida de las personas, su productividad y su capacidad de ser competitivos.
La mayoría de la gente no tiene el Poder de controlar su Mente y utilizarla para sus propósitos con eficiencia, por el contrario, se encuentra habitualmente dominada por ella hasta un punto de completa subordinación y sutil esclavitud.
El “control de la Mente” no tiene acá la connotación de otros escritos. Dicen muchos (seguramente con el necesario conocimiento y propiedad), que el ser humano utiliza en grado mínimo el Poder que tiene la Mente, y de hacerlo mejor conquistaría fronteras grandiosas. Si eso es así, estas líneas ni lo desmienten ni lo afirman. No es el propósito. Lo que acá se argumenta es que las personas son dominadas por sus procesos mentales y en ése sentido carecen de control sobre ella.
Los procesos mentales que dominan a las personas y generan así la causa fundamental del Estrés se manifiestan a través de los Pensamientos. Son ellos, en una corriente continua e interminable los que condicionan las percepciones del mundo exterior y las conductas. La gente piensa sin cesar, cada segundo, cada momento de su Vida. El pensar ya no es solo una función natural que permite interactuar con los fenómenos externos, es una adicción que se nutre y engrandece a sí misma. Se afirma que más del 90% de los pensamientos son repetitivos y ocupan la mente de la misma forma que lo hacen esos agresivos virus electrónicos que ha creado la vida moderna. Miles, millones de pensamientos continuos a lo largo de cada instante de vida, la mayoría de ellos carentes de toda utilidad.
Una parte significativa de esos pensamientos se remite a experiencias pasadas y una parte sustancialmente mayor, al futuro. Pensamientos que referencian todo lo que pasó y lo que podría pasar, pensamientos relacionados a elementos que no se pueden controlar. Pesar y depresión con respecto al pasado y ansiedad con relación al futuro.
Cuando ésa corriente interminable de pensamientos ocupa la Mente, le quita funcionalidad y la anula por una razón sencilla: NADA puede hacerse con relación al pasado y muy poco con respecto al futuro. Si la Mente se concentra en ésas dimensiones tiene la misma funcionalidad del motor que se acelera en Neutro: no marcha en ninguna dirección a pesar que “opere a toda capacidad”. Estos “pensamientos ociosos” acompañan a las personas a cualquier lugar, son omnipresentes, atemporales, impiadosos, irreductibles.
Precisamente el factor más importante y distinguido del hombre en la naturaleza, su capacidad de pensar, es el que en última instancia lo esclaviza, lo hace ineficiente y le resta competitividad.
Se aconseja muchas veces que la forma de combatir el problema es invertir esfuerzo en sustituir los pensamientos ociosos y negativos por otros más provechosos, pero eso finalmente produce también conflicto en el diálogo interno. No es sencillo ser optimista y positivo cuando ello debe alcanzarse como producto de vencer el pesimismo y la negatividad. La lucha misma de esos opuestos genera una tensión que solo conduce a más saturación mental.
El remedio más lógico parece absurdo: dejar de pensar. Establecer pausas en el flujo interminable de procesos mentales.
¿Cuál es el fundamento de esta lógica? Uno sencillo de entender: si del conjunto de pensamientos habituales un porcentaje pequeño es finalmente útil y productivo, “dejar de pensar” permite que la gran mayoría de los pensamientos ociosos se eliminen y no ocupen espacio precioso. De esta manera se incrementa la probabilidad que la mente “cree” lo que realmente es valioso y útil. Esto es lo que se entiende por Creatividad.
Las ideas más grandes, los inventos trascendentales, las obras de arte más hermosas, las soluciones efectivas y los sueños transformadores han nacido de ése espacio de Creatividad que vive oculto entre la maraña de los pensamientos que dominan cada instante de tiempo en la mente humana. La Creatividad no emerge como producto de la acumulación de pensamientos o del esfuerzo invertido en ordenarlos y procesarlos, surge de ése pequeño margen que genera la pausa en la vorágine mental, ése espacio que carece de convencionalismos, creencias, formatos, ése espacio que nada tiene que ver con “lo construido” porque precisamente es nuevo y se está “creando”.
Los pensamientos convencionales son producto de la historia que cada hombre tiene, una historia que no solo se remite a su propia existencia sino a las generaciones que lo precedieron, una historia que es la misma que explica la bitácora de la humanidad desde el principio de los tiempos. El hombre es finalmente aquello que ha sido su historia. De aquí surgen los valores, los principios, las ideologías, las creencias, las convicciones. Un conjunto de elementos “construidos” y por ello mismo opuestos a la Creatividad.
Pocas cosas pueden Crearse a partir de formatos elaborados con rigidez. La Creación se fundamenta precisamente en lo “no existente”, en aquello que “no es”.
La Creatividad tampoco surge como una respuesta a las previsiones o la visión del futuro. La Creatividad es génesis, por ello tampoco existe en términos de futuro. Puede ser efectivamente una solución a problemas del pasado y de ésa manera condicionante del futuro, pero no surge ni en éste ni en aquel, la Creatividad es un sublime efecto de vivir en el Presente, en el Ahora. Y acá emerge otra verdad cautivadora: los pensamientos no tienen referencia en el Presente, no tienen la capacidad de trabajar en él. Las personas creen que piensan “en este momento”, pero todos los pensamientos de “este momento” en realidad están vinculados al pasado o al futuro, próximo o remoto, tan próximo como el momento apenas superado o el inmediato por venir. En este sentido, para los pensamientos solo existen dos hechos: problemas registrados en el pasado y problemas por resolver en el futuro. En ello existe espacio para el Estrés y no para la Creatividad.
Dejar de pensar, por lo tanto, resuelve la tensión que conduce al Estrés y habilita las condiciones para que funcione la Creatividad. Así no solo se generan fundamentos incomparables para alcanzar Ventajas Competitivas, así se alcanza genuina Calidad de Vida.
El desafío por lo tanto no es encontrar formas de combatir los efectos del Estrés o perseguir las Musas que activen la Creatividad, el desafío es dejar de pensar, concentrándose en el hecho de vivir el Presente, el Ahora, único espacio en el que se manifiesta la propia Vida y todo su Poder.
¿Cómo puede aprenderse a dejar de pensar?
Existen innumerables obras y autores que abordan el tema. Los fundamentos espirituales de muchas religiones y disciplinas contribuyen a entender la importancia de vivir en el Presente y reducir la depresión y la ansiedad que provoca vivir en el “tiempo psicológico” que ha inventado el hombre como ordenamiento de su existencia. Todas ellas tienen virtudes y vacíos, todas ellas son elementos que el hombre interesado y dispuesto debe tomar para “sumergirse” en el entendimiento y la práctica de un elemento que es tan vital como el propio aire que respira. Las verdades definitivas o absolutas muy difícilmente pueden incluirse en alguna obra o pensamiento en particular, por ello el conocimiento y la práctica de esto solo lo alcanza quién genuinamente lo desea, quien en definitiva toma Conciencia de la importancia de hacerlo.
Hace algún tiempo leí nuevamente la fabulosa obra de Eckhart Tolle: “El Poder del Ahora”. Su contenido sigue fresco y renovador, probablemente porque toca un tema que como el propio Presente es completamente atemporal. Su sola lectura, sin embargo, únicamente consigue activar la Conciencia sobre la importancia del asunto. El resto del camino es una cruzada personal de vida, una que tiene como estímulo resolver las causas primarias del Estrés y encontrar las fuentes maravillosas de la Creatividad.
Existirán algunos, como es mi propio caso, a quienes el estímulo anterior, aún con toda su jerarquía, no convenza por completo. En este sentido puede constituir otro estímulo de importancia el hecho de alcanzar Ventajas Competitivas en el desempeño de las labores que se realizan. Las Ventajas Competitivas en el ámbito personal y profesional no se alcanzan solamente con conocimiento, erudición o esforzado trabajo, se las alcanza desde un espacio donde el Estrés se halle cautivo y la Creatividad encuentra caminos propicios para alcanzar la superficie de las Formas.
Existirán otros, como es también mi propio caso, que estén cansados de responder con impotencia a un caudal interminable de pensamientos dolorosos cada instante de la vida, pensamientos referentes a lo que fue y a lo que se quiera que sea, pensamientos que sitúan la tranquilidad y la satisfacción siempre en un futuro, en “ése” momento en el que se alcanzará aquello que se persigue para estar “completo”. Ésa vida que nos tiene persiguiendo una zanahoria atada a nuestra frente.
Existirán también, como es mi propio caso, aquellos que finalmente quieran conocer la Vida en su verdadera esencia, aquella que nos elude desde que hemos nacido.
Para todos ellos y para mí la respuesta está planteada: empezar a transitar el camino para vivir Ahora, en el Presente, en el único momento que es Real y que explica ése fenómeno que es la Vida, uno que nunca se Aprende, uno que se debe Aprehender.
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”
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