Dicen que todos los planes constituyen simplemente la base para un cambio. Cuánto de esto entenderá la Estrategia si es precisamente el instrumento más flexible utilizado para lidiar con el cambio y producirlo.
Entre todas las técnicas o las mecánicas de gobierno, no hay una sola que por esencia conceptual sea más flexible que la Estrategia. De su convivencia con el Conflicto, la Estrategia emerge por encima de las ideologías, de las doctrinas y de las filosofías, como esencia pura de pragmatismo y de eclecticismo. La propia estructura del Conflicto es una lección de metamorfosis.
Los procesos mentales del STRATEGOS deben tener la capacidad de someterse a esta realidad porque ella no admite posiciones diferentes. La verdad se va construyendo en el momento, hasta el punto que deja de serlo y exige un planteamiento nuevo. De esto se trata ser flexible.
La Flexibilidad mental parte de considerar que todo es posible, porque si ello no es así se sujeta a la rigidez de algún parámetro que en determinado momento se quebrará, y con él la estructura construida a su alrededor.
El STRATEGOS debe desarrollar sus procesos mentales bajo la premisa de que existe una solución posible para cada circunstancia probable, ¡que existen en realidad muchas soluciones posibles para una circunstancia probable! Esta «elasticidad» en el pensamiento permite que las acciones se adapten a la realidad más fácilmente, dado que cada respuesta tiene la posibilidad de fundamentarse entre un conjunto de respuestas probables. Esto es ser Flexible.
La Flexibilidad en la Estrategia es sobre todo una cuestión de actitud del STRATEGOS, dado que en Él se gesta la orientación estratégica y por medio de Él se administra su curso. No existen en realidad planteamientos dirigidos a definir qué es o cómo se logra desarrollar una Estrategia Flexible porque éste es un estado que debe alcanzar la acción estratégica en todo momento; por ello el fenómeno se entiende y se explica sólo a partir del proceso mental que pueda aplicar el STRATEGOS.
Este llamado a desarrollar un pensamiento flexible ha constituido una cruzada de muchos sabios de la Estrategia. La labor ha sido siempre penosa y su proceso ha dejado abiertas heridas en la naturaleza del concepto estratégico y el universo intelectual ortodoxo.
La dificultad de alcanzar un pensamiento flexible radica en la necesidad que el STRATEGOS se encuentre a la mayor distancia posible de ideologías y de dogmas que limiten su libertad mental y lo alejen del pragmatismo que demanda la naturaleza del Conflicto. Y para muchos intelectuales esto no es posible, dado que la naturaleza esencialmente política del ser humano lo obliga a poseer valores y creencias que condicionen necesariamente sus acciones. Bajo esta premisa, nadie se encuentra por encima de una estructura mental «ordenadora» y, en esencia, TODOS carecen de libertad total de pensamiento, al menos durante periodos de tiempo definidos, hasta que la propia experiencia o el desarrollo interno produzcan cambios en él.
El drama que han enfrentado las reflexiones de Nicolás Maquiavelo en el entendimiento popular, constituyen una muestra ilustrativa de este conflicto. Maquiavelo es un gran pensador en materia estratégica, pero pretende establecer a partir de sus reflexiones una ideología independiente de pragmatismo que se enfrenta de manera notable a la ética del pensamiento ortodoxo.
Cuando al STRATEGOS se le demanda pensamiento flexible se espera que ello se inscriba entre los fundamentos que orientan su Profesión, nada menos y nada más. Esto es lo mismo que entender que un carpintero esté dotado de ciertas habilidades mentales que le permitan desarrollar su oficio de manera eficaz; no existe en ello ningún motivo para asumir que ésa estructura mental deba condicionar negativamente su naturaleza como individuo y como agente social. Y si de hecho lo hace habría que revisar todo entendimiento del fenómeno humano y social para ver de qué forma incluimos en él la necesidad de contar con carpinteros eficaces.
Debe admitirse (sin que ello constituya un drama intelectual), que un médico, por ejemplo, entiende buena parte de la vida por medio del lente que le proporciona su profesión, de la misma manera que un psicólogo o un sociólogo.
Es cierto que la profesión de los individuos, en tanto que está profundamente arraigada en sus esquemas mentales, les proporciona una visión del mundo matizada por el conocimiento especializado, pero en la mayoría de los casos esto termina allí donde se identifican con claridad las fronteras del interés colectivo o el entendimiento social de las cosas.
Para el STRATEGOS el asunto no puede ser diferente. Su profesión, su oficio, le demanda Flexibilidad mental más allá del predominio ideológico, en respeto irrestricto a la lógica estratégica y a los principios que la gobiernan. De allí para adelante constituye una obligación social del STRATEGOS sujetarse a los intereses del bien común y un derecho personal profesar valores o creencias que le permitan interpretar el mundo en el que vive.
Cuando Maquiavelo afirma que «el fin justifica los medios» está proporcionando una orientación estratégica de importante valor. La tarea de contextualizar el concepto le corresponde al individuo como tal y no tiene por qué afectar su valor como «conocimiento profesional». Los médicos de este mundo están tomando cada minuto decisiones de vida y muerte con sus pacientes y la sociedad entiende que lo hacen en el marco de la mayor responsabilidad profesional y por ello no se generan interminables debates de carácter moral.
En el mundo de la Estrategia la pelea por conseguir que el STRATEGOS tenga una mente flexible se inscribe en una realidad opuesta a la que genera el conflicto intelectual.
Es difícil conseguir que el STRATEGOS se despoje de ideologías o «pensamientos enlatados» (como les gusta decir a algunos psicólogos), el momento de encarar el planteamiento y el desarrollo estratégico. Muchos individuos que reúnen todas las habilidades y las aptitudes que le son demandadas al STRATEGOS fracasan por causa de esto. De Hitler decían que era un mejor STRATEGOS de lo que sus generales creían y era peor hombre de estado de lo que él mismo creía, pero en todo caso careció de la necesaria flexibilidad mental para enfrentar las necesidades estratégicas que se le planteaban. Pesó mucho la ideología sobre la necesaria flexibilidad mental.
En el extremo opuesto se encuentra el caso de George S. Patton, el general americano, de quien muy pocas veces se pudo conocer su visión e interpretación de las realidades humanas y del mundo que lo rodeaba, pero que demostró poseer una soberbia y flexible mente para la Estrategia y la eficacia que esto representa.
Este es otro motivo que justifica la subordinación del STRATEGOS al Soberano, porque el primero debe restringir su visión de las cosas a la ejecución profesional de la Estrategia en tanto que el segundo inserta el sentido político que soporta la acción. Así se consigue, al menos parcialmente, que la práctica profesional de la Estrategia se separe del condicionamiento ideológico.
De la necesidad invalorable de ser Flexible, Sun Tzu escribe: «Las leyes que rigen las operaciones militares son como el agua. Esta tiende a fluir desde las alturas a las tierras bajas. La ley de las operaciones eficaces consiste en evitar la fuerza del enemigo y en atacar su debilidad. El agua cambia de curso de acuerdo con los contornos de la tierra. El soldado elabora su victoria de acuerdo con la situación del enemigo».
Los materiales y las estructuras más sólidas que existen en el universo son flexibles, no son rígidas. La flexibilidad otorga una garantía de resistencia bastante superior a la rigidez.
La ciencia está descubriendo la increíble resistencia que tiene la «tela de araña»; se están haciendo investigaciones para ver de qué forma se puede producir artificialmente un material como éste. Hasta el momento sólo se ha conseguido replicar un 10% del rendimiento de ésa maravilla del reino animal y con ello se han obtenido niveles extraordinarios de resistencia. La tela de araña tiene un espesor que apenas se puede medir en «micras» y soporta todo el peso del animal y de sus víctimas; es por otra parte absolutamente flexible, de rápida y fácil construcción. Se “instala” en todo lugar que el animal lo determina y se utiliza para todos los fines que le convienen. Así debe ser el pensamiento flexible del STRATEGOS.
Extracto del libro: «El STRATEGOS y 23 Principios Estratégicos para la lucha en el Mercado. Aclaraciones indispensables de los conceptos de Estrategia, Negocio y Competencia».
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”
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