En los grupos familiares siempre puede surgir un problema por cualquier tipo de motivo o incluso por la cosa más insignificante que desemboca en disputas mayores, en ocasiones como depresión, estrés y dificultades en el trabajo y escuela. Cuando se producen este tipo de situaciones es muy importante solucionarlo de inmediato para una adecuada convivencia del núcleo familiar y para mantener la unión entre todos los miembros que lo integran.
La característica y requisito principal para que se solucione cualquier tipo de problema es el respeto y el saber escuchar entre todos los integrantes de la familia. Para conseguir la normalidad en la convivencia familiar se debe encontrar el núcleo del problema y a partir de ahí, cada uno de los integrantes expone su punto de vista de los hechos de forma educada, sin elevar la voz y sin emplear palabras malsonantes. Una vez que todos expresan su opinión y escuchan la del resto, se propone una solución al tema tratado. Es muy importante la empatía entre ellos y el saber ceder cuando la situación lo requiere para la satisfacción de toda la familia y para una resolución rápida del conflicto.
Hay ocasiones que esta forma de resolver conflictos familiares no produce buenos resultados y resulta necesario que un mediador externo a la familia se haga cargo de la situación. Este mediador está especializado en el ámbito de la psicología, pedagogía y psicoeducación para resolver de manera totalmente confidencial y objetivamente el problema a tratar. El tiempo necesario para su resolución es el necesario en cada caso, sin un tiempo concreto.
Los resultados es el disfrutar de un ambiente agradable, confortable y de confianza entre la familia, fortaleciendo la unión de los lazos afectivos en el hogar.