Hola, aquí Daniel Gaona. Hoy quiero hablarte sobre esto que me ha dado la vuelta todo el día de hoy.
Hace algunos años, cuando estaba literalmente quebrado y desanimado. No podía dejar de pensar en lo adverso que era el mundo para mí.
Parecía que no había lugar para que yo me pudiese levantar de esta situación.
Ahí estaba, desanimado, intentaba hacer cosas que no realmente me llevaban a ningún resultado… intentaba hacer “alianzas” con otras personas que buscaran objetivos similares a los que yo tenía en ese entonces; pero por alguna razón nunca funcionaron. No lográbamos ponernos de acuerdo, no había un líder oficial en el grupo de “emprendedores”. Era un caos.
Yo veía como mi dinero se me iba de las manos y desde luego trataba de retenerlo lo más posible gastando lo mínimo.
Pero eso desde luego que no me hacía feliz.
Compré algunos cursos sobre cómo hacer algunas cosas que consideraba que “me hacían falta” para poder alcanzar mayor éxito en lo que quería, que son los negocios por Internet.
Nunca era suficiente, nunca estaba preparado y “siempre” parecía encontrar a alguien.
De pronto, uno de mis mentores en el área del mundo espiritual, que también es amigo mío, durante una dinámica hizo las siguientes preguntas:
- ¿Cuándo fue que comenzaste a comprarte esa basura?
- ¿En qué momento decidiste conformarte con una vida mediocre?
- ¿Hasta cuándo piensas estar así?
Las preguntas fueron directo a lo profundo de mi ser… mi ser lo sabía… ese que estaba ahí conformándose, comprando conversaciones basura, viendo programas basura, desperdiciando mi tiempo de vida… ¡ese no era yo!
Eso es en lo que decidí convertirme luego de un gran “fracaso” financiero; pero… ¿qué es un fracaso, si al final de cuentas me di cuenta de lo que no quería ver de mí mismo?
No quería ver que me faltaba conocimiento sobre cómo liderar a un grupo, no quería ver que no sabía sobre varios datos que se necesitan saber antes de emprender; no quería tomar la responsabilidad de hacerme cargo de esto por mí mismo y siempre buscaba a alguien que “lo hiciera por mí”.
El cambio que tanto deseaba no estaba afuera, estaba en mí todo el tiempo. Se comienza tomando responsabilidad de la experiencia presente, dado que si yo seguía alucinando que mientras no hubieran “oportunidades” para mí y que ciertas circunstancias pasaran para que entonces yo saliera adelante, entonces hubiera tenido que esperar un tiempo mucho mayor… si es que acaso en algún punto del tiempo esto se llegaba a dar.
Dejé de comprar basura, dejé de escuchar a la gente que me desalentaba con sus pláticas, me di cuenta que esas pláticas no son congruentes con el estilo de vida que yo buscaba.
No fue un cambio de la noche a la mañana, pero sí comencé a ver más claramente que puedo seleccionar a quién escuchar, tal como la televisión o la radio… en eso, sí que tengo control.