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Empresarios Ejemplares: Historia de Jolie de Vogue

Bien se dice que el éxito deja huellas, y qué mejor para comprobarlo que contar las historias de quienes lo han conseguido a fuerza de lucha y sacrificio.

Así pues, me complace anunciar el inicio de un ciclo de contenidos dedicados a varios empresarios latinoamericanos (algunas veces serán de otras latitudes…) que nos brindan elocuentes ejemplos del camino a seguir para triunfar en los negocios y en la vida.

Quisiera comenzar rindiendo un merecido homenaje de reconocimiento a la vida y obra de María Cortés de Chavez -fallecida a edad avanzada- quien de modesta secretaria se convirtió, con el paso del tiempo, en fundadora y artífice de Jolie de Vogue, una inmensa fabricante de cosméticos con proyección internacional.

Imagen por LaRepublica.co

La historia de María Cortés de Chavez, fundadora de Jolie de Vogue

Su historia comienza en Barranquilla, puerto del Caribe colombiano, donde nació y quedó huérfana de padre prematuramente, junto con sus tres hermanos. De modo que las circunstancias obligaron a su madre a internarla con religiosas para asegurar su educación básica. Posteriormente, estudió secretariado comercial por un par de años.

Gracias a la recomendación de su cuñado, consiguió su primer trabajo de secretaria en una empresa de cosméticos. Años después, recordaba en una entrevista que sólo tenía dos vestidos que alternaba a diario, lavando uno y luciendo el otro y un par de zapatos que tuvo que hacer reparar varias veces durante los fines de semana(!).

En ese momento, nuestra empresaria en ciernes, tenía solo 17 años y muchas ganas de aprender, circunstancia que aprovechó con su primer jefe, un ingeniero químico que la familiarizó con el proceso de producción de los cosméticos que, en esa época, comenzaban a envasar para la multinacional Revlon.

Así pues, María se dio a la tarea de aprender y estudiar con rigor todo cuanto pudo en ese, su primer trabajo. La empresa iba tan bien que le ofreció un ascenso y entonces tomó la decisión de vivir sola.

Poco después contrajo matrimonio con un joven vendedor de la misma empresa y, cuando comenzaron a llegar los hijos, los dos decidieron asociarse y crear su propio negocio.

Con entusiasmo juvenil, abrieron las puertas de una droguería que, a la postre, resultó ser un completo fracaso por su desconocimiento del mercado y escasez de surtido por falta de recursos económicos.

Posteriormente, se asociaron con el Sr Gamboa, propietario de unas formulas para producir cosméticos, lanzando al mercado un lápiz para cejas, y se dedicaron de lleno a la promoción y posicionamiento de su producto, no solo en pequeños almacenes, sino en las grandes tiendas en cadena existentes por aquel entonces.

Gracias a este primer logro, su situación económica comenzó a cambiar favorablemente, por lo que convinieron irse a vacaciones a los Estados Unidos con sus seis hijos. El país les gustó tanto que resolvieron quedarse e hicieron los respectivos trámites.

Allí, conocieron un supuesto empresario que les propuso una ambiciosa sociedad en la distribución de repuestos para aviones. Para lograrlo, contrajeron grandes deudas con el objeto de reunir su aporte, pero desafortunadamente todo resultó ser una estafa.

Resignados, regresaron a Colombia, pero dejaron a sus hijos al cuidado de sus dos abuelas.

De regreso, los esperaba otra sorpresa: el Sr. Gamboa, había seguido con la producción y venta masiva de los lápices para cejas, pero sin tenerlos a ellos en cuenta, de manera que, en buenos términos, disolvieron esa sociedad.

Reuniendo ánimo y fuerzas, después de semejantes descalabros, emprendieron una nueva etapa en su vida de empresarios: registraron la marca Vogue y comenzaron a preparar esmaltes en ollas de cocina, en su incipiente planta de producción: un modesto garaje en un barrio popular de la capital colombiana (Bogotá, DC).

El producto comenzó a gozar de rápida aceptación, pero, una vez más, la vida puso a prueba su fibra de empresarios: las clientas lo devolvieron, reclamando su dinero, por su baja calidad. Resultó que le pusieron mucho rapidizante a los esmaltes y estos se endurecieron en el envase.

Llenos de deudas y frente a este nuevo desafío, surgió providencialmente un amigo que les sugirió invertir en la bolsa de valores sus pocos ahorros. El resultado fue tan alentador que con las ganancias pudieron pagar los casi $120 mil dólares que debían por la fracasada sociedad de repuestos para aviones con el socio estafador.

Pero, como dicen por ahí, la vida da revanchas y luego conocieron a una experta en fabricación de cosméticos, a quien contrataron para ampliar su gama de productos, logrando un crecimiento sustancial en variedad y surtido.

Más tarde, por sugerencia de uno de sus proveedores, decidieron lanzar al mercado la línea fina de cosméticos «Jolie», con tanto éxito que estaban dadas todas las condiciones para fundar una empresa de cosméticos en grande.

En 1982, nació «Jolie de Vogue» y siguió creciendo con el paso de los años, disfrutando de excelentes resultados, pero también superando nuevos e inesperados desafíos.

Como, por ejemplo, la irrevocable decisión de Roberto, esposo de María, de retirarse de la sociedad. Él quería seguir sus negocios a su manera, porque sintió que ese ambiente no era el suyo, de modo que llegaron a un acuerdo y cada uno siguió su camino, pero sólo en cuestión de negocios, porque seguían siendo la misma inseparable pareja de siempre.

Con el paso de los años, la empresa se consolidó y se impuso sobre competidores, como las multinacionales Max Factor, Revlon y Yardley, en el mercado colombiano.

Otro de sus grandes logros fue posicionarse a nivel mundial, gracias al patrocinio de Miss Universo, evento anual que atrae millonaria atención y sintonía en los medios de comunicación de todo el orbe.

Igualmente, sus productos traspasaron fronteras y son ampliamente conocidos en varios países, incluidos los de la Comunidad Europea.

Como era de esperarse, la empresa también obtuvo grandes premios y reconocimientos a sus resultados.

A manera de epilogo de esta apasionante historia, quisiera resaltar un aspecto que me parece importante: resulta que por allá, a finales de los noventa, la empresa contrató un estudio de la imagen interna y externa de la organización, llegando a la conclusión de que la empresa era María de Chavez y que sin ella no sería lo mismo. Posiblemente se trata del fenómeno de liderazgo centralizado por largo tiempo.

Muchos años más tarde, acaso recordando ese estudio, y poco antes de fallecer, María de Chávez tomó una trascendental decisión: venderle su empresa a L’oreal, otro gigante de los cosméticos, acaso temerosa de que sus hijos – casi todos trabajando en la empresa, y con personalidades muy diferentes entre sí- fueran incapaces de continuar su legado, ya que, en 2005, estuvieron a punto de quebrarse por una equivocada tentativa de penetrar el mercado de los Estados Unidos en grande.

Claves del éxito de Jolie de Vogue

Y, ya para terminar, quiero compartir estos consejos de la propia empresaria:

  • El secreto del éxito es pensar un poco más allá de lo normal, enriquecerse cualitativamente en su área, en lo que le gusta y conoce, y estar muy atentos al negocio.
  • De pronto son las necesidades las que hacen que uno surja, que la persona salga adelante. Creo que si uno tiene todo conseguido, la vida deja de ser apasionante.
  • Hay que trabajar mucho, con tenacidad; si uno se cae, tiene que levantarse inmediatamente y con más fuerza.
  • Hay que tener una idea clara de lo que se quiere hacer, e insistir e insistir, y en la medida como uno lo haga logra su propósito.
  • Hay gente que se desanima y claudica. Eso no, hay que tener espíritu fuerte, y, sobre todo, transmitirlo.

Quizás no sobra agregar, para quienes conozcan el significado básico de la -hoy tan popular- Ley de Atracción y el sabio consejo de «unir los puntos», que dio el célebre Steve Jobs de Apple en su memorable discurso a los graduados de Stanford. En las líneas arriba escritas los verán desfilar una y otra vez…

Bien, espero que esta historia te ayude en tu camino al éxito empresarial. ¡Hasta la próxima!

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