Uno de los sectores que más está sufriendo la crisis es el de la inmobiliaria en Valencia. En realidad la comunidad en su conjunto lo está pasando francamente mal. Día sí y día también encontramos en la prensa alguna noticia que deja patente los problemas económicos por los que están pasando los ayuntamientos y el resto de administraciones públicas valencianas. Teniendo en cuenta que la bajada en la compra de casas es una de las causantes de la crisis, el sector inmobiliario no puede no verse afectado.
Todas las grandes empresas relacionadas con el suelo, la construcción y venta de casas están reestructurándose (las que todavía siguen en pie) y tratando de salir adelante ante condiciones adversas. Pero las crisis siempre benefician a alguien y, como muy bien asegura el refranero español: a río revuelto ganancia de pescadores.
Para el consumidor puede ser una buena época, siempre y cuando tenga dinero, claro.
Podemos acudir a la inmobiliaria para darnos cuenta de lo que estamos diciendo. Más allá de las cifras macroeconómicas que hablan de bajadas de precio, si acudimos a las ofertas existentes nos daremos cuenta de la tendencia existente.
Por un lado, sigue habiendo pisos y casas cuyo precio no ha bajado en exceso, aunque son cada vez menos. Tal vez sus propietarios no tengan prisa en vender o están convencidos de que en un futuro próximo pueden lograr venderlo.
Por otro lado, están esas casas con descuentos de hasta un 60%. Principalmente son los bancos los que sacan a la venta estas “gangas”, ya que están deseosos de quitarse de encima todo el stock que tienen y conseguir a cambio dinero para poder reinvertir en negocios (principalmente especulativos) que en la coyuntura actual sean más fiables que el ladrillo.
Sin embargo, en muchas ocasiones no son tan gangas (así que hay que andar con mucho ojo) y, además, está el problema de la financiación: los bancos, ahora, son muy reacios para conceder hipotecas.
Por eso, el actual, es un momento ideal para comprar siempre y cuando no se necesite financiación o se pueda conseguir a intereses razonables (ambas cosas a la altura de muy pocos). De lo contrario, sin estos dos requisitos, queda la opción del alquiler, que cada vez será más accesible y no hay ni mucho menos que rechazar.