Es relativamente habitual que algunas personas se dirijan a mí creyendo que hago magia.
-Oye Susana tengo un negocio buenísimo -me dicen- solo necesito que tú me apoyes y nos haremos ricos.
Te confieso que en un momento de mi vida me creí absolutamente todo lo que me decían, invertí a ciegas en muchas personas y negocios que fracasaron, lo que afectó mis finanzas personales a un nivel tal que he tenido que aprender mucho para recuperarme por completo. También, sin embargo, pase por esa otra etapa en la que dejé de creerle a cualquier persona y desperdicié excelentes oportunidades de negocio.
-Susana-me dijo una vez mi sabio amigo loco- tu manera de negocios no es la correcta, te estas esclavizando a ti misma a una oficina. No eres una empresaria, eres un auto empleado. Podríamos hacer un negocio innovador juntos si quieres, yo te apoyo y te enseño.
-Sí, sí lo que quieras- le contesté en esa ocasión a mi sabio amigo loco mientras me ponía a seguir trabajando en los proyectos pendientes y hablaba con los presentes de todo y nada. Una quiebra y varios meses después, empecé a comprender sus palabras. Mi sabio amigo loco acudió a darme una palmadita de apoyo mostrándome sus resultados positivos sin restregarme que él estaba en lo correcto.
Por ese tipo de experiencias es que, ahora, cuando una persona llega a proponerme un “negocio buenísimo” calmo mi natural incredulidad o emoción y me propongo escucharle realmente. Escucharle objetivamente, para ver realmente de QUÉ se trata. Y una vez que he escuchado llega ese momento donde ponemos las cartas sobre la mesa:
– ¿Es una buena idea?
– ¿Es una idea que parte de una vocación o de una propuesta de valor?
– ¿Es redituable?
– Y finalmente ¿Qué es lo que cada parte está dispuesto a CONTRIBUIR para el éxito de esa idea?
Es en la última pregunta donde tengo respuestas e historias tan sorprendentes que no acabaría de contarlas pero engloban algunas como estas:
– Yo ya puse la idea Susana, tú haces todo y me das el 50%.
– Ah no Susana ¿pagar por los servicios de la agencia? Pero si “dibujitos” hace cualquiera
– ¿Asesoría? Yo no necesito asesoría.
– En el Internet todo es gratis ¿Cómo es que quieres cobrarme dinero por enseñarme algo gratis?
– ¿Pagar por anuncios en Facebook o Google? No mejor le mando inbox a cada amigo mío para que le dé like y con eso.
– No tengo dinero por eso quiero poner un negocio.
Y esas son tan solo algunas.
De más está decir que no me interesa hacer negocios con personas que me respondan ese tipo de cosas. Ya lo hice en un momento de inocencia, cuando recién empezaba y no obtuve resultados positivos. Yo misma he tenido que aprender, de manera a veces poco amable, que no puedo esperar resultados reales; ganancias económicas o de cualquier tipo si no invierto dinero y esfuerzo.
¡Realmente es así, te lo digo por experiencia!
En esto de emprender se requiere invertir tiempo y dinero. Esfuerzo, constancia. Se requiere tener la apertura mental para aceptar nuevas ideas y maneras de hacer negocios a la vez que asumimos las inversiones necesarias. No se trata de que te compres un edificio el primer mes, por ejemplo, sino que asumas lo que realmente puede apoyarte a crecer:
¿Necesitas tarjetas de presentación? Seguramente sí, depende de tu negocio.
¿Necesitas una oficina de lujo para presumirla a tus amigos en redes sociales? Seguramente no pero de nuevo, quizás depende de tu negocio.
En el mismo ejemplo, digamos que sí necesitas tarjetas de presentación pero no quieres invertir. Entonces ¿qué harías? ¿Irías a decirle a la imprenta que tienes una idea genial y que por eso debe regalarte tarjetas de presentación? ¿Crees tú que te las regalaría?
Ponte ahora del otro lado; imagina que eres el dueño de la imprenta:
¿Le regalarías tu trabajo y material a cualquier persona que se presentará contigo diciendo que tiene una BUENA IDEA?
¿Sería eso realmente un negocio para ti?
Yo creo que no.
Una de mis amigas empresarias me dijo una vez: no se trata de hacer al otro perder ni de perder yo; se trata de INVERTIR para que GANEMOS LOS DOS.
Y así es. Este asunto de EMPRENDER se trata de GANAR-GANAR. Invertir tiempo y dinero. En la mayoría de las ocasiones, ambos.