Un viejo adagio dice “el que no arriesga un huevo no tiene un pollo”. Eso decían nuestros abuelos, no se sí lo hayas escuchado, viejo o como sea, no ha perdido vigencia esta manera tan pintoresca de referirse al riesgo. Sin ninguna duda en toda actividad existen riesgos y los negocios no son la excepción, hay que destacar que si tomas riesgos este sea medido y calculado. De lo contrario lo más seguro es que logres el fracaso.
Una forma sana de motivarte a que tomes riesgos en el buen sentido de la palabra te la presento con la parábola del agricultor, con algunos tips espirituales, la cual nos deja importantes enseñanzas que podemos aplicar en nuestra vida de negocios.
Esta es la parábola que encontré en cvclavoz.com la cual transcribo textualmente para que puedas hacer una reflexión y saques tus propias conclusiones.
“El agricultor que espera el clima perfecto nunca siembra; si contempla cada nube, nunca cosecha. Así como no puedes entender el rumbo que toma el viento ni el misterio de cómo crece un bebecito en el vientre de su madre, tampoco puedes entender cómo actúa Dios, quien hace todas las cosas.” Eclesiastés 11:4-5
La labor de un agricultor es a veces compleja, porque la cosecha depende de muchos factores: la calidad de la semilla, del suelo, el clima, el riego, etc.
En sí el agricultor corre riesgos cada vez que decide sembrar, porque una inundación, sequía o plaga, pudiera echar a perder todo el esfuerzo de su trabajo. Se podría decir que ante el riesgo, muchos de ellos toman la valiente decisión de sembrar, sin ponerse a pensar tanto en lo que pudiera salir mal.
Podríamos comparar la semilla con un sueño, una meta, un trabajo, o algo que anhelamos conseguir. Mientras no se siembre o se comience a trabajar en ese sueño, nunca será hecho realidad. Por eso es imprescindible arriesgarse aunque las circunstancias a priori, no parezcan del todo favorables.
Hay algo muy interesante que dice Eclesiastés 11:6 “Siembra tu semilla por la mañana, y por la tarde, no dejes de trabajar porque no sabes si la ganancia vendrá de una actividad o de la otra, o quizás de ambas.”
El trabajo que realices no será en vano, pues tarde o temprano recibirás el fruto de tu inversión.
No dejes que el sueño que Dios te dio se quede paralizado por las circunstancias que solo quieren amedrentarte, para que renuncies a él. Primero asegúrate que Dios es parte de tu sueño y si es así, entonces comienza a dar pasos de fe, sabiendo que Dios es quien te respalda y que bendice el esfuerzo de tu trabajo.
Sí te pareció interesante lo que aprendiste en este artículo, te invito a que lo pongas en práctica para el éxito de tu negocio.
Ricardo Torres G.
Creador del Blog Como Crear Empresa
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