A lo largo de mi experiencia en el mundo de los negocios, he tenido la oportunidad de examinar la obra de muchos autores prestigiosos, sus trabajos me han llenado de motivación y han sido una excelente fuente de autoayuda; especialmente en momentos en los que las cosas no salen de acuerdo a lo planeado.
Sin embargo, también me he dado cuenta de que algo falta, y es el toque personal en el consejo. Cuando estas personas hablan de sus éxitos y tragedias al emprender un negocio, los lectores solo vemos tres cosas: El inicio de su vida familiar y laboral, el núcleo cuando empieza a desarrollarse el negocio y el final cuando nos es narrado el imperio formado. Muy interesante, pero, aunque sea muy llamativo el título de ese Betseller, sigue siendo un libro general, no puede aplicarse a personas que, como tú o como yo, estamos iniciando un negocio desde el garaje de nuestra casa. ¿La razón? Cada uno de estos autores iniciaron sus labores en momentos precisos del tiempo, muchos contaron con una oportunidad sea por apellido, sea por dinero, sea por ubicación geográfica etcétera.
Siempre he creído que no basta con narrar experiencias memorables de otros cuando el punto de comparación no puede ser otra cosa diferente a una metáfora, o estar abierto a interpretación. Por ejemplo el libro «Bloomberg por Bloomberg» nos habla de cómo el exalcalde de Nueva York se quedó sin empleo y después termino creando una de las mayores redes de información de negocios en el mundo. Ahora vamos a los detalles ocultos: primero, el trabajo en una de las grandes casas de bolsa de Wall Street, cuando se quedó sin empleo recibió $10 millones de dólares de compensación, cuando inicio su negocio el principal competidor no creía en la innovación. Fascinante si, interesante si, motivador si, ¿Comparable con mi realidad actual?… No creo que yo tenga tanto dinero en mi cuenta para empezar una millonaria inversión.
Siempre, mientras estaba formando mi carrera busqué libros de autoayuda y motivación, de negocios y empresarios exitosos, me sentí grande cuando leí ese material. He de decir que en cuestión de horas los devoré y me sentí rey del mundo, pero al cabo de un par de días el entusiasmo decrecía, ya no podía recordar lo que había leído, luego vinieron las excusas obvias: «Él tiene familia millonaria, yo no». «Él heredó un imperio, yo no». «Él trabaja en Wall Street, yo no». «Él se graduó de Harvard, yo no»… Me miraba al espejo y sentía que no era quien creía ser, pensaba que mi tiempo no iba a llegar jamás y lo único que quedaba por hacer era aceptar mi realidad, manejar mejor mi sueldo, conseguir otro trabajo part-time y tratar de sacar adelante a mis hijos para que no tuvieran que pasar lo mismo que yo. Te pregunto algo, ¿Te has visto en la misma situación?
Hubo un periodo de tiempo en los que la admiración se estaba convirtiendo en resentimiento cada vez que escuchaba o veía en las revistas la foto de alguno de estos personajes, con dinero, fama y éxito; mientras yo, que creí pensar como ellos, hablar como ellos, repetir frases como ellos, no tenía suerte en lo que quería hacer. Por el contrario, me sentí diminuto, incluso ante gente que estaba aún en peores condiciones que yo. Más tarde me di cuenta de lo equivocado que estaba al idolatrar o querer imitar a alguno de estos líderes que difícilmente leerán algo que yo escriba mientras que yo pago por leerlos a ellos; decidí entonces hacer un cambio radical en mi mentalidad, borrar lo aprendido y empezar nuevamente siguiendo mi propia filosofía, valorando mi propio concepto de negocios y desarrollando mi propia identidad sin vivir a la sombra de otro. He de decir que no ha sido una experiencia fácil y todavía sigo aprendiendo, cometí muchos errores en bastantes oportunidades, dejé proyectos incompletos y otros quedaron muy mal hechos, sin embargo aprendí de ello, así que, en vez de preguntar «¿Qué haría Elon Musk en tal caso?», decidí preguntar «¿Qué haría Diego Agudelo en equis situación?» Me hablaba a mí mismo en tercera persona, empecé a amar mi nombre y a buscar respuestas simples y de ejecución practica e inmediata. A partir de ese momento identifiqué lo que será la opinión que otros podrían tener de mí en cuanto a críticas y reproches, me convertí en mi más fuerte y despiadado competidor, una vez planteada esa imagen me preocupé por aumentar mis niveles de autoestima a dimensiones mayores tratando de no caer en la arrogancia del que se cree superior. Fue como escalar una montaña y en la cima notar que todo se ve diferente dependiendo del ángulo en que se mire. Todo cambió para mí desde entonces, ya no sería el mismo de antes. Y después de leer esto tú tampoco lo serás.
Siempre pensé que el mejor libro motivacional es el que te habla a ti, directamente, sin maquillaje, sin llamarte guerrero de luz, sin decir que eres una creación perfecta y que las estrellas se acomodarían este mes para triunfar en todo… ¿En serio lo crees? Yo quería escuchar algo que dijera mi nombre específicamente y me indicara mis errores, contrario a querer escuchar mis virtudes; no necesitaba que me dijeran que era capaz de lograrlo ni que era un triunfador, ¿Saben por qué? Porque mi autoestima ya me lo había mencionado mucho antes. El problema en sobrecargarnos con frases motivadoras es que terminamos por creer que todo es cierto y que, por ende, merecemos solo lo mejor por mandato cósmico, pero no por trabajo o esfuerzo; lo triste es que huimos y ocultamos nuestros defectos. ¿Alguna vez has tenido un cliente molesto por un mal servicio que ofreces y al final eres tú el que le prohíbe entrada a tu negocio para que no le diga a los demás clientes la mala atención que brindas? ¿Lo ves acaso como a un cliente problemático o como a una persona que exige cumplas con lo que promocionas? Los seres humanos somos muy orgullosos y siempre llegamos al punto de odiar al que se atreve a mencionar nuestras fallas o defectos. Culparás al destino, culparás a las malas vibraciones, culparás a esa persona que tú mismo decepcionaste, pero jamás reconocerás que fue tu error ni buscarás la manera de enmendar lo afectado. Así las cosas, pregúntate lo siguiente: ¿Cómo puedes aspirar a ser mejor emprendedor si tú mismo rehúsas a escuchar lo que otros dicen de ti? Si hay alguien lejos de la perfección es precisamente el ser humano.
Todo emprendedor debe saber que la fuente de la eterna juventud en los negocios solo existe en nuestro interior. Los demás cuentan sus propias historias, pero son solo eso, historias ajenas que no podemos personalizar porque estaríamos viviendo la vida de otro y negando la nuestra propia, tu puedes mejorar si entiendes lo valioso que eres para ti mismo y tu entorno, te pongo unos ejemplos: No hables de pequeño negocio, di una gran empresa o un súper proyecto; no digas que ganaste unos centavitos, di que te va muy bien; no digas «he fracasado», di mejor «voy a explorar otras oportunidades»; no digas que sales a ver qué consigues, di que vas a visitar clientes; no te deprimas cuando veas malas noticias económicas, piensa en cómo puedes aprovechar esa crisis; cuando recibas una crítica en tu negocio invita a la persona a que te indique la manera de mejorar. Todo cambia de acuerdo a la perspectiva en que lo mires. Cree en ti mismo, en tus capacidades, valórate como persona, aprende, practica. Sé certero y frio en tus decisiones, cálido y amable en tus éxitos. Si solo tienes recursos para empezar a vender Hot Dogs, asegúrate que sean los mejores de la ciudad, alguien hablará de eso y tenlo por seguro que el dinero llegará, alabarán tu producto y tu servicio. Considera esto, tu nombre podrá ser más conocido en la calle que el del dueño del restaurante más lujoso de la ciudad. No hay negocio pequeño, sino mentalidades diminutas. Ama lo que tienes, lucha por ello, considérate honrado de dirigir ese proyecto. El mejor libro motivacional jamás escrito es cada día de tu propia vida, no habrá dos iguales en el mundo y ningún capitulo se repetirá. Tú eres ese autor, no te rindas.
¡Éxitos!
Diego Agudelo.