Según las investigaciones en materia de Programación Neuro Lingüística (PNL), la comunicación es un círculo, lo que hace que las formas de comunicarnos influyan sobre nosotr@s y sobre las personas que nos rodean. De ahí que, se plantee que la comunicación tiene diversos efectos según la forma que se emplee, así, el lenguaje corporal tiene un 55% de impacto mientras que el tono de voz un 38% y la palabra un 7%. ¿Pero qué es lo qué tiene el lenguaje corporal que no tienen las formas verbales de comunicación?
Como primera medida, debemos saber qué es el lenguaje corporal. Aunque no hay definiciones exactas, podemos realizar una aproximación diciendo que este lenguaje hace referencia a un conjunto de gestos, acciones, posturas y contactos visuales que son ejercidos por nuestro cuerpo de forma consciente o inconsciente. Cuando lo vemos desde el punto de vista consciente, podemos hablar de acciones cotidianas como el hecho de acomodar nuestra postura ante una exigencia del medio y acariciar nuestro cabello con el fin de seducir a alguien.
Sin embargo, lo que más nos interesa es el lenguaje corporal que se escapa desde nuestro inconsciente, ya que en este demostramos de forma fidedigna nuestros sentimientos y pensamientos. Un ejemplo perfecto, lo podemos encontrar en la serie televisiva estadounidense “lie to me”, en donde un hombre llamado Cal Lighman, se especializa en leer expresiones corporales para convertirse en una especie de “detector de mentiras humano” que se dedica a colaborar con el FBI, la policía y particulares.
El lenguaje corporal domina y aunque a veces nos esforcemos por no demostrar ciertos sentimientos, en la mayoría de oportunidades nuestro inconsciente nos “traiciona” y terminamos evidenciando nuestros secretos. Con las palabras das un no y con el cuerpo das un sí, con las palabras mientes y con el cuerpo adviertes a la otra persona de tu mentira, con las palabras escondes, con el cuerpo demuestras…
El lenguaje corporal tiene un mayor impacto y tiene mayores grados de verdad, es la muestra de que nuestra mente está conectada con nuestro cuerpo y que, no es del todo cierta aquella frase que asevera que “el cuerpo es la cárcel del alma”, por el contrario, el cuerpo es una extensión de la misma, de ahí la importancia del contacto con l@s otr@s sin tabúes, haciendo caso omiso a una cultura que nos encierra en una bola de cristal en la que cualquier caricia puede resultar sospechosa, en donde el acercamiento es sinónimo de enamoramiento y en donde los besos y los abrazos se dan por protocolo y no por iniciativas sinceras. A veces obviamos la importancia del contacto físico, pero lo que no podemos obviar es el hecho comunicativo de nuestra corporeidad. El solo evento de estar frente a otra persona es comunicación, su forma de vestir y de comportarse nos da pistas sobre su personalidad y visiones de mundo.
Pero más allá de lo evidente, si somos observador@s podemos develar algunas situaciones que l@s otr@s no nos dirían de forma consciente o explicita, podemos citar algunos ejemplos como:
- Cuando alguien te miente, evita mirar a los ojos, se toca la nariz o esconde y mueve de forma exagerada sus manos.
- Cuando alguien es sincero, muestra la palma de sus manos, mira a los ojos y no cambia el tono de voz que usa.
- Cuando le gustas a alguien, te señala con una de sus extremidades. Por ejemplo, cuando una persona se sienta y cruza las piernas, sus rodillas apuntarán hacia ti. Otro ejemplo es la dilatación de las pupilas. Estas se abren y cierran dependiendo de la cantidad de luz que debe ingresar al ojo, cuando hay mucha luz se ponen chicas y cuando hay muy poca se agrandan. Pero si te encuentras en un lugar bien iluminado y el o la otra tiene las pupilas dilatadas… ¿Qué puedes inferir?
- Cuando alguien quiere llamar la atención sobre una parte del cuerpo en específico, la señala sutilmente. Miren por ejemplo la manera en que l@s trabajador@s sexuales se paran por las esquinas: ponen sus manos más abajo de la cintura, formando una especie de triangulo con su área genital.
No sólo hablamos con las palabras, también lo hacemos con el cuerpo. Si las palabras son el fruto del desarrollo de la racionalidad, el cuerpo es la expresión más cercana a los mandatos del alma. Hay cosas que no puedes decir y sólo pueden sentirse. Hablar con el cuerpo es una habilidad innata que hemos negado pero que nos determina, en nosotr@s está no seguir simplificando nuestra naturaleza y más bien asumirnos desde nuestra integralidad. Empezar por el cuerpo es una excelente y entretenida alternativa, qué tal si empiezas por hacerte interrogantes como: ¿Qué es lo próximo que dirá tu mirada? ¿Cuál es la nueva palabra que inventarán tus manos? ¿Qué sentimientos quieres proyectar con tu presencia?
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Con amor…
© Lluvia