Ser líder supone encontrar el equilibrio entre la cercanía y la autoridad
Plantearse pasar del rol de jefe al de líder implica no sólo el entrenamiento en determinadas habilidades directivas sino también la revisión de creencias como el autoritarismo y la autoridad.
A priori, las funciones y las responsabilidades pueden ser las mismas: dirigir al equipo, tomar decisiones, distribuir las obligaciones, supervisar,… Por tanto, lo que diferencia a un jefe de un líder es su actitud y la manera de hacer y de relacionarse con los distintos miembros de la empresa.
Aunque en muchas ocasiones jefe y líder se utilizan como sinónimos, son estilos directivos con grandes diferencias significativas.
¿Qué diferencia a un jefe de un líder?
Como coach transaccional con una dilatada experiencia en el ámbito del liderazgo puedo afirmar que la principal diferencia radica en el concepto de autoridad.
El jefe no tiene autoridad, sino que ejerce autoritarismo. Todos hemos oído la típica frase: «Esto se hace así porque lo digo yo y punto». Su poder se construye sobre el miedo al castigo, a las posibles consecuencias que puede sufrir el trabajador si no obedece.
El líder tiene autoridad porque los miembros del equipo le reconocen su experiencia en la toma de decisiones y en la gestión de la organización. En este sentido, podemos afirmar que no se impone desde el autoritarismo, sino que el quipo lo ve como un guía, referente o modelo a seguir.
El líder se convierte en una persona a la que respetan porque les genera confianza, les motiva y les apoya en su desarrollo profesional.
¿Cómo pasar de ser jefe a ser líder?
Hay mucha literatura sobre lo que significa ser líder y también se ha demonizado el rol de jefe equiparándolo a un déspota que manda, castiga y atemoriza a sus empleados.
Como he dicho al principio del post, más allá del nombre que utilicemos, el buen líder es la persona que ejerce un liderazgo efectivo porque ha sabido encontrar el difícil equilibrio entre la cercanía y la autoridad.
No olvidemos que el objetivo último del liderazgo es asegurar el buen funcionamiento del equipo para que sea efectivo y productivo, garantizando así el éxito de la empresa. Por tanto, en muchas ocasiones tendrá que tomar daciones difíciles, corregir conductas inapropiadas y exigir un mayor rendimiento. Y en estas situaciones, el directivo ha de ejercer su autoridad.
Lo que distingue al líder de la imagen que ha construido el ideario colectivo en torno a la figura del jefe es la manera en que toma las decisiones, las expresa y corrige a sus trabajadores. Por tanto, una vez más la diferencia está en la manera de ser y de relacionarse.
No sólo son líderes los directivos de empresa, sino que el liderazgo también lo ejercemos como padres o como profesores. Y como tales también tenemos que encontrar el equilibrio entre la cercanía y la autoridad.
Como padre o madre seré afectuoso y cariñoso con mi hijo, pasaremos tiempo jugando, podemos reírnos juntos y disfrutar de nuestra compañía pero cuando vea una conducta que tenga que corregir, ejerceré mi autoridad poniéndole un límite.
Lo que me diferencia como padre o madre del ideario del «padre ogro» de hace unos años es que el límite no lo pondré gritando o dándole una bofetada, sino estableciendo una consecuencia que le enseñe a asumir la responsabilidad de sus actos.
Lo contrario al autoritarismo no es ser «colegas» o amigos, sino la autoridad porque si me convierto en colega, dejo de ser un líder y un guía.
Como coach, esta diferencia es básica y todo directivo debe entenderla porque lamentablemente me he encontrado jefes que han querido ser líderes y en el proceso se han vuelto tan amigos de su equipo que han perdido toda autoridad.
Jefe vs líder
Se habla mucho del liderazgo horizontal en contraposición del liderazgo vertical y efectivamente el liderazgo horizontal es la mejor opción para garantizar el buen clima laboral, el funcionamiento del equipo y la mejora de la productividad de la empresa.
Cuando un trabajador siente que se valora su opinión, que se le reconoce su trabajo y que puede participar en la toma de decisiones, se siente más comprometido con los objetivos de la organización. En más de una ocasión, he explicado que la mejor manera de retener el talento es asegurarnos de que el trabajador se siente feliz y valorado.
Lo importante no es qué nombre pongamos al rol que desempeña el directivo, sino la actitud y las habilidades personales que tiene.
He conocido a muchos directivos que se hacen llamar jefe y que se desempeñan como auténticos líderes. Porque lo importante no es el nombre, sino la calidad humana y las habilidades que tiene la persona que lo desempeña.
Convertirse en líder
Por tanto, os propongo hablar no tanto de jefe o de líder, sino de la actitud de liderazgo porque, como directivo también tendré que poner límites a mi equipo. Lo importante es que lo haga sin descalificar, sin faltar al respeto, sin ponerlo en evidencia delante de sus compañeros.
Y, sobre todo, que tenga la suficiente audacia para motivar a mi equipo, para promover acciones y formaciones que permitan que cada uno pueda desarrollar su potencial y sacar la mejor versión de si mismo.
Pero, seamos conscientes de que como jefes, líderes o directivos (indistintamente del nombre que utilicemos) y, por mucho liderazgo horizontal que ejerzamos, en última instancia el responsable último es el jefe o líder y, como tal, es el que responde ante los dueños de la empresa y, por tanto, el que tiene que redirigir el rumbo y tomar las medidas correctivas necesarias para asegurar el futuro de la organización.
Todo liderazgo conlleva un gran grado de responsabilidad ya que si la empresa no tiene buenos resultados, el empresario pedirá responsabilidades al directivo y no a los trabajadores que forman el equipo.
Y si no, responded a la siguiente pregunta: cuando un equipo de fútbol tiene malos resultados, ¿a quién se pide responsabilidades? ¿A los jugadores o al entrenador? ¿A quién se pone en el punto de mira?
NOTA: Si quieren capacitarse en un liderazgo efectivo pueden inscribirse en la formación que imparto sobre liderazgo profesional o contratar mis asesorías de coaching.
DATOS DE LA AUTORA: Begoña Serra, es española y coach tranformacional especializada en temas de liderazgo, comunicación eficaz y gestión emocional. Asesoro a directivos en el desarrollo de sus habilidades directivas y capacito a equipos de alta productividad. Conferenciante y escritora en distintos medios digitales.
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LIBROS PUBLICADOS:
Una segunda oportunidad, Ediciones Carena
¿Quién duerme a mi lado?, Bubok