Recuerda el cielo es real, es los más maravilloso que te haya imaginados y podría perderlo por no aceptar a Jesús como tu salvador personal, las felicidad más grandes que haya experimentado aquí en la tierra, los lugares más hermoso que haya visto y soñado no se comparan con el paraíso.
El infierno es real también, veo cuando se habla de infierno que muchas personas dicen: un Dios tan bueno no va a dejar que las personas sufran por todas las eternidad en un infierno.
Acaso tú no has sufrido una simple diarrea, vómitos, un dolor de cabeza no ha experimentado lo angustioso y tormentoso que es, no has ido al hospital dóndes ahora mismo hay personas pudriéndose de un doloroso cáncer, sida, desbaratada de un accidente, ulcera maligna y todas enfermedades terminal, no has visto los angustioso, desesperada, agonizante y doloroso el estado en que se encuentran esas personas, a veces por años en esa calamidad.
Si Dios nos deja que pasemos por estas situaciones, también Dios nos dejaras que nos vayamos al infierno si no reconocemos su grandeza, su infinita misericordia de enviarnos su unigénito hijo a morir por nuestra salvación.
No es Dios quien te envía al infierno, eres tú mismo que ha escogido el camino espacioso del infierno, por seguir llevando la situación pecaminosa en que te encuentras.
Hechos 26:27-28 ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano.
Aquí está el apóstol Pablo, presentando su defensa ante el rey Agripa. Pablo explica que ha estado predicando debido a una visión celestial y su encuentro personal con Jesús camino a Damasco, Pablo resume en pocas palabras el mensaje que ha estado llevando; “… que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”.
Pablo sabe que el rey Agripa ha sido testigo de muchos de los acontecimientos e inclusive está convencido de que éste cree a los profetas. Sin embargo, las palabras del rey Agripa son desalentadoras. “Por poco me convences a ser Cristiano”. Nada de lo que el rey había visto, vivido o experimentado pareció ser suficiente para convencerle a seguir a Jesús, ni siquiera su encuentro con el más grande apóstol de toda la historia.
Muchas veces las cosas que hemos visto no son suficientes para convencernos a seguir a Jesús, quizá un familiar nos ha hablado, o vemos visto un milagro de Dios en sus dificultades. Muchos hemos sido testigos del cambio de Dios en la vida de un alcohólico, un drogadicto, haber escuchado que Dios sano a alguien de una enfermedad terminar pero en algunos casos ni siquiera eso es suficiente.
Quizá en tu caso ya conoces a Jesús y vas a la iglesia cada domingo, pero ¿podrías reconocer alguna área en donde aún no pareces convencido? Quizá en tu área familiar, o prácticas que debes abandonar, probablemente el pastor ha predicado acerca de tu participación en un ministerio pero aun no estás seguro, o en tu matrimonio pero aun no te convences. No sé cual sea el área pero tú la conoces. No tomes la actitud del rey Agripa, no ignores a Dios hablando a tu vida por medio de una persona o la misma biblia.
El rey Agripa tenía una gran posición, poder y toda la estabilidad económica que un hombre pudiese desear. Seguramente tenía amigos diciéndole que no era necesario seguir a Jesús y que prestar oído a el loco de Pablo era perder el tiempo, pero al despreciar las enseñanzas, automáticamente renunció a su salvación, a su esperanza de vida, al perdón que sólo se obtiene a través de Jesús y por ende el mismo firmó su condena.
¿Qué cosas estás perdiendo tú? acaso ¿bendiciones, paz, descanso, promesas? No confíes en tu estabilidad económica, amigos, familiares o costumbres, no pierdas más tu tiempo, el mensaje es el mismo, “… que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”. Escucha la voz de Dios y déjate convencer por su amor y propósitos para tu vida.
Dios desea personas con convicción, ¿estás convencido?
Apocalipsis 22:12
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
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