Suntuosidad, atención personalizada, atmósfera conceptual y diseño de última generación, son sus características principales y suelen ubicarse en destinos importantes, como sectores de moda, playas y montañas.
El termino ‘hotel boutique’ es aún resbaladizo. La gran mayoría lo ha escuchado; más de uno se ha hospedado en alguno, pero sólo unos privilegiados entienden cabalmente qué esperar de ellos. En todo caso, son la nueva realidad del turismo y algunos hoteles boutique se han convertido en una de las principales razones para viajar a un destino, como pasa con el nuevo hotel Encanto, en Acapulco, o la Casa Natalia, en Los Cabos.
El concepto ‘boutique’ concierne con ese halo de exclusividad que la palabra francesa adquirió en inglés: quien desea adquirir un objeto común va a una cadena; quien busca algo exclusivo, a una boutique. Así funciona con los hoteles. Mientras las grandes cadenas se caracterizan por la consistencia en su concepto, servicio y usualmente arquitectura, los hoteles boutique se alejan de ella. Su objetivo es diferenciarse de la imagen de los grandes, y eso se logra, por principio de cuentas, siendo pequeños.
El tamaño es apenas el primer criterio, pero para nada el definitivo, pues no todos los hoteles pequeños pueden aspirar a ser boutique y viceversa de hecho, si algo ha generado confusión es justamente la arbitrariedad con respecto al número de habitaciones. En México hasta ahora no hay un organismo regulador que determine los requisitos mínimos para que un hotel pueda ser llamado boutique. Pero, según Isabel Díaz, directora de Operaciones de Hoteles Boutique de México –una empresa que agrupa, clasifica y difunde la oferta de varios de estos sitios, “es probable que pronto tengamos noticias sobre regulaciones gubernamentales al respecto”.
Si las dimensiones no son el argumento determinante, ¿cuál es? Algunos sostienen que el servicio personalizado (en varios es obligatorio para el staff aprenderse el nombre de cada huésped y conocer sus gustos personales); sin embargo, es necesario reconocer que muchas cadenas grandes también lo brindan de forma impecable, por lo que sería injusto creer que en un hotel boutique el servicio es superior. Y, por supuesto, tampoco el lujo al menos como se concibe tradicionalmente es la condición sine qua non, pues en algunos ni siquiera hay televisores en las habitaciones.
En contexto, un hotel boutique se caracteriza por su atmósfera. Su interior, comenzando por la arquitectura, debe ser una especie de escenario en el que todo responda a un concepto, por eso hay quienes los llaman también hoteles de diseño o lifestyle
Tampoco hay que olvidar que los hoteles boutique suelen ubicarse en destinos importantes, específicamente en barrios de moda, en el caso de las ciudades, o en zonas que aseguren un contacto estrecho con la naturaleza, principalmente en playas y montañas. Por último, hay que tomar en cuenta el prestigio: si es boutique, es hip. Y la exclusividad entendida como privacidad es hoy una categoría que comienza a cambiar el concepto señorial del lujo por algo mucho más sensorial. El hotel debe crear una experiencia personal a la medida de cada cliente y completamente orientada al servicio. Por ejemplo, todo huésped repitente debe ser llamado por su nombre en su segunda visita y las subsiguientes. Cada cosa en el hotel debe tener el propósito de hacer más personalizada la experiencia del cliente. Una tendencia que ya está en la región y que en Colombia se puede disfrutar de hoteles en Medellín y hoteles en Cali entre otros.