Cuando pensamos en el fracaso creemos que hasta ahí llegó todo. Y no me refiero únicamente a los fracasos en los negocios, de pronto nos encontramos pensando en el pasado y en lo que hubiéramos hecho si… Sin embargo, los fracasos son el mayor aprendizaje que nos podemos llevar para la vida, aprendemos de nuestros errores; podemos verlo desde otra perspectiva y es el nuevo paso para iniciar.
¿Cuántas veces tenemos que volver a empezar? No existe un número ni una fórmula para saber en qué momento es el correcto y si nuestro sueño va por buen camino. Existen numerosos casos de personas exitosas en el mundo, todos los días escuchamos un nuevo “golpe de suerte”. ¿Será suerte? Creo que no.
Durante este tiempo en que he vivido la experiencia de emprender, me he dado cuenta que cada emprendedor pasa por diferentes momentos y circunstancias. Unos están en el momento de la euforia y quieren ejecutar todas las ideas al instante, otros que se llenan de ideas y no saben por cuál empezar, algunos tienen una buena idea de negocio, pero se frustran por carecer del capital o se dejan llevar por los paradigmas. También hay quienes inician sin capital, sin experiencia y aun así se arriesgan a dar el gran “salto”.
Desde luego hay muchos obstáculos como los recursos (de capital, humanos y técnicos), conformar el equipo de trabajo ideal, la validación y la monetización. Como ejemplo tenemos una de las mejores ideas de negocio en el mundo que no fue ajeno a los obstáculos, Facebook.
Cada emprendedor es diferente igual que cada sueño; emprender no se limita únicamente a los negocios, un emprendedor es un líder, un ser humano con ganas de aprender, con ansiedad por la vida, con ambición para superarse a sí mismo y ante todo trascender.
Los emprendedores tienen en común: la pasión, la visión y sobre todo creer en sí mismos y en su idea de Negocio. “Ningún hombre está vencido mientras él mismo no se rinda en su propia mente” Napoleón Hill.
No hay una idea pequeña, ni una es mejor que otra, siempre encontraremos seguidores y detractores; empezando por nosotros mismos inmersos en los paradigmas que creamos. En nuestro entorno hay cientos de personas que nos están limitando constantemente para emprender, hostigándonos con un no o simplemente obstaculizando nuestra idea con un “pero”.
Aprendí que un NO, es una Nueva Oportunidad, es una motivación para continuar y mejorar, mientras sigamos con nuestro propósito claro el plan es susceptible a cambios, así como nosotros no somos los mismos de ayer, las estrategias de hoy no necesariamente deben ser las mismas del mañana, son circunstanciales.
Fracasar no es tan negativo como suena la palabra, es una oportunidad para rediseñar el plan, evaluarlo en otro escenario y observar otras variables.
El fin es nuestro propósito personal, es decir hacia dónde vamos con la idea. El negocio no es la finalidad, volvernos ricos no es la meta, creo que más allá de superar a Steve Jobs o a Mark Zuckerberg hay un fin más profundo como seres humanos. El dinero es sólo un medio para realizar nuestros sueños y al igual que el tiempo, se convierten en excusas para no intentarlo.
Persistir puede ser la clave, aprender de otros y de sus experiencias, por medio de libros o escuchar a estos personajes hablar de su camino emprendedor. No hay un manual y no existe la verdad absoluta ni en el emprendimiento, ni en el liderazgo.
La vida es tan ambigua como sorprendente y de repente lo que un día nos parece complicado, en un futuro será una anécdota. ¡Arriesgarse! Lo seguro no siempre es lo más fácil y el reto no es siempre lo más difícil; la única forma de saberlo es viviéndolo, porque al final no existe éxito sin sacrificio.