El emprendedor autosuficiente, ése que se ha hecho a sí mismo, contra viento y marea, sin la ayuda de nadie más, no existe. Eso es un mito. El emprendedor es uno de los profesionales más dependientes que hay, y su éxito radica en ser exquisito gestor de sus propias dependencias.
Dependencia de las oportunidades.-
Es correcto afirmar que los emprendimientos exitosos son oportunidades de negocio que se han capitalizado en el mercado. Pero por ello mismo es cierto que ellas se encuentran, no se crean.
El emprendedor es como el experimentado marinero que gobierna su velero en medio del mar. Puede hacer muchas cosas con su nave, pero no produce el viento que infla sus velas ni anula el temporal que la amenaza.
Todo emprendimiento es la historia de una oportunidad que supo ser aprovechada. En esto siempre hay una gran proporción de habilidad, pero también de fortuna.
El emprendedor autosuficiente, que teóricamente construye sus propias oportunidades y nunca depende de nada más, es un cuento de feria. Siempre existe un evento, una persona, un consejo, un comentario, una noticia que activa la inspiración y ayuda de cierta forma. Que ésa “chispa” sepa aprovecharse bien es algo que sí responde a las virtudes del espíritu emprendedor.
Los emprendedores efectivos no son más de 3 por cada 100 personas en una comunidad. Esas 97 personas restantes pocas veces tienen la disposición de buscar y aprovechar oportunidades como lo hace un emprendedor. Que de ellas surja la idea del emprendedor autosuficiente puede entenderse, pero que él mismo lo crea es un gran equívoco y una a la falta a la verdad.
Dependencia de la educación y el conocimiento. En esto no existe el emprendedor autosuficiente.-
Pocos oficios precisan de mayor educación que el emprendimiento, aunque la lógica popular asuma lo contrario. Esta afirmación no hace necesariamente referencia a la educación convencional, pero tampoco la excluye.
La educación produce conocimiento, y sin éste ningún emprendedor triunfa en el establecimiento de su negocio. Y menos aún en las bravas aguas del mercado.
En realidad, nadie conoce lo que desconoce, y muchas veces igualmente se ignora lo que sí se conoce. Develar estas incógnitas depende de instrucción y ayuda que pueden proporcionar personas con mayor experiencia. Un Coach, mentores y maestros son indispensables en la vida “entrepreneurial”. En mayor medida que en otros oficios. Esta es una dependencia que anula el mito del emprendedor autosuficiente.
El Coach ayuda con el establecimiento y consecución de metas, el mentor orienta sostenidamente en el tiempo, y maestros debieran ser consideradas todas las criaturas con las que se interactúa. Solo de esta forma existe una educación permanente y adaptada a las circunstancias.
El emprendedor que no se educa todo el tiempo es solo una estrella fugaz que se pierde rápido en la inmensidad del firmamento. Y la educación depende mucho de la participación de terceros.
Dependencia de contactos y relaciones.-
Todo emprendimiento es siempre un acto de carácter social. Emerge como resultado de la participación e interacción de varios individuos. Ciertamente hay que reconocer iniciativas y liderazgos, pero el producto final es parte de algún tipo de esfuerzo colectivo.
Los contactos y relaciones del emprendedor no solo sirven para enriquecer ideas y modelos de negocio, también para hacerlos efectivos en el mercado. Emprendedor es quién activa un negocio, y esto siempre requiere de la participación de alguien más.
Socios, inversores, financiadores, operadores, el alter-ego, etc. Todos forman parte de la función que se desarrolla en el mercado. Considerar la existencia del emprendedor autosuficiente ignora una necesidad básica.
Es cierto que en términos de responsabilidad el emprendedor padece un importante grado de soledad, pero en el afán de hacer viable su proyecto necesita de una importante red de soporte.
Al final de la historia es bastante de cierto ése adagio popular: “más vale un amigo en el Banco que un Banco amigo”.
Entre las relaciones de las que depende todo emprendimiento también son vitales las de carácter familiar, porque si ellas no proporcionan básica estabilidad para el ejercicio de las tareas, todo puede derrumbarse desde el interior.
Dependencia de inversores.-
Otras personas invertirán finalmente en el emprendimiento. Si no fuese necesario en la etapa de formación, seguramente lo será en un eventual escalamiento.
Una de las dificultades más importantes de los emprendimientos es la escasez de fondos para ejecutar el proyecto. Esta es otra dependencia que destrona el mito del emprendedor autosuficiente.
Es, adicionalmente, una de las dependencias más difíciles de gestionar, porque con ella se juega el patrimonio y el futuro del emprendedor.
Dependencia de consumidores y clientes.-
Posiblemente la dependencia por antonomasia. Sin la venia de los agentes del mercado no existe ningún emprendimiento exitoso.
El cliente es juez inapelable de la propuesta que se efectúa en el mercado. Se depende de su veredicto para prevalecer. Trabajar esta dependencia es la historia de vida de cualquier actividad entrepreneurial.
Quién se considera un emprendedor autosuficiente casi siempre comete el error de creer ciegamente en sus propias verdades y presunciones. Adopta una visión holística en sus sistemas de gestión e ignora conscientemente las particularidades del mercado. Esa es una receta infalible para el fracaso.
Las viejas afirmaciones de que el cliente es el único jefe y “siempre tiene la razón”, siguen siendo consejos de inapreciable valor, más allá que se intente inscribirlos en criterios relativistas.
Emprendedor autosuficiente. Un paradigma equivocado.-
Esa lógica de presentar al emprendedor como el paladín de la independencia económica y el único dueño de su destino, es solo una banalización de la realidad.
Es cierto que el emprendimiento constituye la mejor opción para la generación de ingresos y maximizar el potencial profesional. También es verdad que sin la actividad emprendedora no prosperan las estructuras empresariales que soportan la salud económica de los pueblos. Pero desde allí a idealizar la soberanía del emprendedor hay mucho desacierto.
No existe emprendedor autosuficiente. Todo lo contrario. Esta es una historia de múltiples y complejas dependencias, por eso no está habilitada para cualquiera. Se precisa mucha habilidad y carácter para surcar aguas que están disputadas por múltiples intereses. Y nada de esto se consigue con soberbia o altivez.
Y por si todo lo anterior no fuese suficiente, todo emprendedor se enfrentará finalmente a la dura realidad de vencer su propio ego para alcanzar la victoria. Puesto que no existe peor jefe que uno mismo ni dependencia mayor que aquella que se tiene con la propia psique y los pensamientos y emociones que emergen cada instante de la vida.
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”
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