El mayor activo de cualquier tipo de organización son sus clientes; Y es que, sin ventas, no hay negocio. Es por ello que resulta fundamental gestionar correctamente todas las herramientas necesarias para mejorar la fidelidad del cliente a la empresa y con ello, su duración en la misma.
¿Por qué? En primer lugar, porque un cliente insatisfecho es un cliente perdido. Y, en segundo lugar, porque un cliente perdido comenta su insatisfacción con la compañía a una media de 10 personas, por lo que la repercusión es enorme. Por ello, la empresa tiene el deber de poner todos los recursos que tenga a su alcance para “mimar al cliente”; Y, algo incluso más importante que eso: El cliente tiene que sentirse así.
Para ello, resulta de relevancia desarrollar la creación de personalidad pública, es decir, llevar a cabo acciones para que el cliente se sienta identificado con la empresa, sienta que este tiene un valor emocional para él. Aunque esta herramienta puede suponer una fuerte inversión principalmente en comunicación, es una de las mejores inversiones que se pueden llevar a cabo porque no hay mayor valor para la empresa que un cliente satisfecho.
Además, es necesario generar continuamente satisfacción en el cliente. Para conseguirlo, hay que conocer muy bien cuáles son las necesidades y motivaciones por las que se mueve el cliente, así como sus expectativas.
Y, por último, una empresa debe administrar correctamente la voz del cliente. Se trata de implementar mecanismos que permitan una comunicación bidireccional entre la empresa y el cliente fácil y rápida.
El reto actual de las empresas consiste en hacerles saber a sus clientes que ellos son su valor fundamental. Y es que, el buen hacer de una compañía es algo imposible de imitar por la competencia y que, por tanto, supone una gran ventaja competitiva para la propia empresa que lo lleva a cabo en el mercado.