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El cliente no siempre tiene la razón

Un adagio lo suficientemente popular como para convertirse hoy en motivo de discusión dicta: “el cliente siempre tiene la razón” lo cual, si se le analiza desde una perspectiva más objetiva, puede llegar a ponerse en duda. Y es que, si bien es el cliente quien tiene el dinero (fin único de la mayoría de las empresas), no se justificará jamás el hecho de que tome determinadas actitudes y posiciones sobre las que hablaremos a continuación:

  • Entrar a un establecimiento sólo para mirar: Ese tipo de práctica (por cierto muy ligada a lo que es nuestra idiosincrasia) representa tanto para el vendedor como para el establecimiento una significativa pérdida de tiempo, pues usualmente ese tipo de cliente no se limita a la observación, al punto que, llega a ser tan abusivo como para medirse prendas, pedir un gran número de muestras del producto y demás, sin comprar siquiera lo más económico, huyendo del sitio con la frase que les identifica: “ Voy a dar una vueltica y ya vengo”.
  • Agresividad para con el vendedor: Muchos clientes suelen desquitarse con quien busca prestar a ellos un buen servicio, tornándose sumamente groseros e intolerantes.
  • Despotismo: Se da producto de la convicción y el estatus de absoluto que se le da a el mencionado refrán, llevando a que el cliente se considere un rey y exija por parte de quien le atiende, la actitud de un esclavo.
  • Incumplimiento de acuerdos pactados: En ocasiones, los clientes separan productos para clientes que prometen volver enseguida, arguyendo alguna razón que les convierte en fortuita la salida del establecimiento, que a fin de cuentas no resulta siendo más que una excusa, una que compromete al cliente y le hace perder su tiempo.

Son muchas otras las razones que nos permiten inferir en que el cliente no siempre tiene la razón y que a pesar de que se debe en todo momento velar por su satisfacción, es menester el tomar cartas en el asunto frente a determinadas circunstancias, buscando ser lo más justo posible.

Importante también, que sabiendo esto, aún siendo vendedores, somos siempre consumidores, clientes y por ende debemos buscar con nuestra actitud a la hora de comprar, expresar aquel trato que nos gustaría recibir, cuando nos convertimos en quien busca prestar un buen servicio.

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