La educación como factor de desarrollo en la Sociedad Contemporánea y sus retos
Educar, es un proceso y como tal lleva implícito la idea del avance, es la acción social que se ejerce sobre los individuos con el fin de capacitarlos para que comprendan sus realidades y las transformen de manera consciente, equilibrada y eficiente, de forma tal que les permita actuar como personas responsables socialmente; implica entonces la idea de la optimización; o sea, que quien intenta educar a otros (heteroeducación) o quien pretende educarse (autoeducación), asume la idea del perfeccionamiento del individuo social, lo que demuestra entonces que esta constituye una función de la sociedad, vista esta como el estado de los hombres sometidos a leyes comunes, por tanto, esto demuestra que la educación como proceso contiene a la sociedad y se basa en ella para desarrollarse, pero así mismo la sociedad ejerce influencia en la educación ya que la educación debe tener en cuenta el grupo social al cual se orienta y su política, porque cada grupo dispone de su propia cultura que lo hace ser peculiar y distinto a otros grupos, por el conjunto de comportamientos, actitudes, y valores que conforman su modo de vida y su propia identidad. Por tanto, para que una política educativa pueda convertirse en fuerza impulsora del desarrollo de una sociedad debe tener en cuenta las características de esa sociedad y así mismo para que la sociedad se desarrolle necesita entre otras cosas de la educación. Y en esta relación aparece necesariamente otro elemento para formar la gran triada, el desarrollo, ya que la sociedad se desarrolla mediante la educación y la educación se desarrolla mediante la sociedad; el desarrollo se define como un todo que integra valores humanos, culturales, medio ambientales, relaciones sociales, producción, consumo y bienestar, demostrando este concepto que para que se logre un desarrollo se necesita de la sociedad y de la educación, y que para que estos se den de manera efectiva se requiere del desarrollo. Si se ve el desarrollo humano como el proceso en el cual se amplían las oportunidades del ser humano, siendo las más importantes en todos los niveles, disfrutar de una vida prolongada y saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente; se ratifica entonces, que la educación es un factor de desarrollo en la sociedad, ya que para que la sociedad tenga y amplíe sus oportunidades debe de recibir educación, todo esto demuestra la interdependencia que existe entre estos tres elementos, ya que cada uno de ellos influye en los otros y que para ser estudiados y analizados debe hacerse paralelamente ya que el desarrollo de acciones en uno influye en el desarrollo de acciones de los otros.
La educación es, por tanto, un factor decisivo para la socialización de los jóvenes para la transmisión de los valores relacionados con la ciudadanía, la democracia, la solidaridad y la tolerancia. Constituye también, un elemento vital para facilitar la participación activa de todos los ciudadanos en la sociedad y para la integración en el interior de cada país de los excluidos de los beneficios del desarrollo. La educación conduce a la creatividad individual y mejora la participación en la vida social, económica, cultural y política de la sociedad.
Se vive en una época de enormes transformaciones sociales, debidas en gran medida al desarrollo científico-técnico. La sociedad del conocimiento, como es definida actualmente, se caracteriza por el papel que juegan la ciencia y la tecnología en el desarrollo socio-económico, hasta el punto de considerarse que están abocadas a sustituir al factor capital en las relaciones de producción, por constituir el principal recurso productor de riqueza. Un país que desee ser verdaderamente independiente debe garantizar a todos sus ciudadanos la oportunidad de adquirir conocimientos sobre la ciencia y la tecnología, debe fomentar la capacidad de dar a ambas un uso apropiado y de desarrollarlas para satisfacer necesidades colectivas.
La educación entonces, debe preparar a las generaciones futuras para hacer frente a los problemas que plantean los progresos de la ciencia y la tecnología y para determinar qué aplicaciones serán beneficiosas y cuáles pueden ser nocivas. Asimismo, debe propiciar una «alfabetización científica» de toda la población, con el fin de formar ciudadanas y ciudadanos críticos y capaces de examinar la naturaleza de la ciencia y la tecnología como actividades humanas, encaminadas al desarrollo individual y colectivo. En numerosos países la exclusión de una gran parte de la población viene propiciada por sus dificultades para acceder a los códigos de la modernidad, es decir, al conjunto de conocimientos y destrezas necesarios no sólo para su integración en la sociedad productiva, sino también para participar en la vida pública. Estos conocimientos y destrezas abarcan también el espíritu crítico, la capacidad para descifrar los mensajes de los medios de comunicación y para trabajar en equipo; para lograrlo, la educación debe transmitir esos códigos culturales básicos de la modernidad.
Es un aspecto decisivo para contribuir al desarrollo humano ya que mediante los sistemas educativos se crean actitudes favorables como la responsabilidad, la autoestima, el respeto hacia los demás, la curiosidad, la inclinación al trabajo en equipo y el liderazgo, actitudes decisivas para un cambio de mentalidad y para una inclinación favorable hacia el desarrollo. La exigencia de que hombres y mujeres reciban un tratamiento igual en educación o la existencia de políticas compensatorias destinadas a promover mayores niveles de educación para las mujeres, no sólo constituyen un mecanismo de justicia social, sino también vienen respaldadas por pruebas convincentes de los beneficios generales que aportan, tanto a las mujeres como a los hombres.
Habría de señalar que la educación, además de su valor económico, constituye un derecho social, por lo que no se deben olvidar las dificultades y los logros que ha supuesto su universalización y consagración como tal derecho. En la actualidad, debe responder a nuevas exigencias y a retos renovados, ya que no basta con asegurar un cierto nivel de educación a todos los ciudadanos, ni su consideración como un proceso que termina a cierta edad. Hoy los poderes públicos deben potenciar una educación que dure toda la vida, ya que ninguna nación puede aspirar a la competitividad sin aprovechar el potencial del recurso más valioso: su capital humano.
El tipo de sociedad que tiende a predominar en estos últimos años del siglo se caracteriza por una gran capacidad científico-técnica, así como por la aplicación de esta capacidad al proceso productivo. La generación constante y cada vez más rápida de nuevos conocimientos y su difusión en el conjunto de la sociedad constituyen actualmente la base sobre la que se asienta la competitividad internacional. En el marco de economías globalizadas en la que los fenómenos económicos, sociales, políticos y culturales tienen una dimensión universal, la prosperidad interna de los países está determinada por la posición que ocupan en el concierto internacional, la cual depende en gran medida de su capacidad científico-técnica.
Por ello, los esfuerzos en educación superior, en la adquisición de nuevos conocimientos y en el desarrollo de habilidades actualizadas constituyen una evidente prioridad en los países con debilidades en su capacidad científico- técnica. La educación superior tiene una meta que alcanzar en cuanto a la formación de profesionales preparados para responder a las necesidades del mercado de trabajo, pero debe también contribuir a la formación integral de las nuevas generaciones, respondiendo a sus aspiraciones de acceso al conocimiento avanzado, individual y colectivo; garantizando, no tanto su posterior empleo profesional, como una permanente igualdad de oportunidades para desenvolverse en la vida.
La proliferación de nuevos conocimientos y la rapidez con que devienen obsoletos exige de la Educación Superior un enorme esfuerzo para proporcionar a los estudiantes las habilidades necesarias para acceder al conocimiento existente y para contribuir a su generación, así como capacidad para aplicarlo a la resolución de los problemas que afectan a cada sociedad.
En consecuencia, la educación superior debe contribuir a la formación de los futuros científicos y tecnólogos, necesarios para el desarrollo, pero debe también formar ciudadanos capaces de comprender las complejas interrelaciones existentes entre Ciencia, Tecnología y Sociedad, con el fin de que en un futuro y cualquiera que sea su esfera de actividad cuenten con los instrumentos imprescindibles para participar en la toma de decisiones, en una sociedad adulta y basada en el desarrollo científico y tecnológico.
La ciencia no es ya patrimonio de un grupo, ni de lo que se llamó la aristocracia de la inteligencia, sino de toda la sociedad, más aún de la totalidad del género humano. Por ello, todos los hombres y mujeres deben poseer información sobre aspectos que influyen decisivamente en el presente y en el futuro inmediato de nuestra vida cotidiana, aspectos entre los cuales ocupan un lugar prioritario los descubrimientos científicos y las aplicaciones tecnológicas.
Se trata, en consecuencia, de asistir técnicamente a los países para orientar la Educación Superior en función de estos criterios, colaborando en el diseño y renovación de los currículo universitarios para adaptarlos a las exigencias de la sociedad científico-técnica, introduciendo en ellos las innovaciones producidas en los países más avanzados y apoyando mediante distintas vías los esfuerzos realizados en todas las universidades para adaptarse a las exigencias del desarrollo científico y tecnológico, y por contribuir a la formación de recursos humanos altamente cualificados y preparados para actuar en la «sociedad del conocimiento».
En fin, para que la educación pueda cumplir ese papel clave en la sociedad, es necesario vincularla a las políticas de desarrollo. Es imprescindible tomar decisiones sobre el desarrollo socio-económico que se desea impulsar, sobre el tipo de sociedad que se quiere construir y, consecuentemente, sobre qué educación promover. La educación puede ser hoy la llave para un nuevo tipo de desarrollo, basado en una concepción revisada del lugar que ocupa el hombre en la naturaleza, y en un fuerte sentido de la solidaridad. Al margen de las conclusiones elaboradas por la doctrina económica sobre la vinculación entre educación y desarrollo, es indudable, que si se parte como se ha hecho previamente, de una consideración global y sistémica del desarrollo, la educación y la sociedad; la educación se convierte en el eje vertebrador de cualquier política de desarrollo en cualquier sociedad.
Bibliografía:
- Martín Sabina Elvira,” CULTURA, EDUCACIÓN Y DESARROLLO”, Cátedra UNESCO en Gestión y Docencia Universitaria, Centro de Estudios para el Perfeccionamiento de la Educación Superior, Universidad de La Habana, 2006.
- Hernández Aponte Eduardo y colaboradores¨; Comentarista: Elvira Martín Sabina, “COMENTARIOS ACERCA DEL TRABAJO “DESIGUALDAD, INCLUSIÓN Y EQUIDAD EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: TENDENCIAS Y ESCENARIO ALTERNATIVO EN EL HORIZONTE 2021”,2008.
- Declaración de la Conferencia Regional de Educación Superior en América Latina y el Caribe, 2008.
- Conferencia Mundial de Educación Superior, “La Nueva Dinámica de la Educación Superior y la búsqueda del cambio social y el Desarrollo”, UNESCO, Comunicado Final, 2009.
Artículo:
- http://www. educa ti on.unesco. or g/educ prog/w c he/presentation.htm