El dinero es un elemento que estará vinculado al ser humano a lo largo de su vida, no existe manera de evitar su omnipresencia e importancia entre todos los actos que realiza desde que toma uso de conciencia.
El dinero establece control sobre la dimensión temporal de las personas, porque determina momentos en que ciertas cosas pueden o no pueden hacerse, tiempo específico para iniciar o concluir algo, un momento para detenerse y otro para avanzar. El dinero tiene control sobre el tiempo del ser humano y de allí se acerca a tomar control sobre su destino.
El carácter regulatorio del dinero interviene también en la dinámica del alma humana porque influye de manera notable sobre los sentimientos, definiendo el grado de las alegrías y las penas, del gozo y la zozobra. El dinero puede regular las emociones del ser humano y desde allí también toma control sobre su destino.
Por último, el dinero influye sobre los Valores: la fe, la virtud, el conocimiento, la paciencia, el amor. Desde allí condiciona muchas manifestaciones del espíritu y da el paso final para gobernar el destino del ser humano.
Quitar importancia al dinero o privarle del lugar específico que tiene en la vida es una NECEDAD. Con ello solo se enriquece una larga historia de ignorancia con respecto al tema.
Esta historia se inicia muchos años antes del nacimiento de cada persona, porque la naturaleza de la relación con el dinero está determinada por los padres y por los abuelos, y los padres y los abuelos de éstos.
La lógica que se construye con respecto al dinero proviene primero de la orientación que se recibe en el seno familiar, en ése sentido el ser humano es inerme receptor del contenido y de la calidad de los mensajes.
La responsabilidad familiar en la educación sobre el dinero es determinante. De la manera en que se encare depende el nivel de vulnerabilidad que la persona tenga al respecto y la forma en que esta compleja relación se lleve a cabo en el curso de su vida; sin la apropiada participación familiar la debilidad del ser humano en su relación con el dinero puede tomar características difíciles de modificar a lo largo del tiempo.
El error de las familias en el proceso de educar a los hijos en la temática del dinero, se fundamenta en dos aspectos:
1.- Los padres sostienen, muchas veces, que el dinero no es importante.
2.- Los padres afirman, también muchas veces, que el dinero no lo es todo en la vida.
La primera afirmación, por demás común, es absolutamente absurda. El dinero es un aspecto muy importante en la dinámica de vida.
La segunda afirmación es una verdad de Perogrullo. Obviamente el dinero no lo es todo en la vida y por ello mismo no se debe ni aumentar ni disminuir su específico valor.
Curiosamente, las familias que alcanzan mejores resultados en su relación con el dinero educan mejor a sus hijos en la materia y con ello construyen otro hecho de naturaleza incuestionable: la transmisión generacional de la prosperidad financiera.
Y es que el dinero, como pocas cosas en la vida, es capaz de generar niveles importantes de frustración entre las personas. Las personas que no superan los efectos de la frustración propenden, casi instintivamente, a restarle valor al dinero, y así lo transmiten a sus descendientes; quienes por otra parte no sufren esta frustración tratan la temática de forma opuesta.
La fórmula definitiva para el tratamiento del dinero en la vida es muy simple: el ser humano es quien debe DOMINAR al dinero y no dar margen a lo contrario.
El dominio emerge del conocimiento; entre mayor es él, más amplio el poder y la capacidad de control. Cuando el conocimiento sobre el dinero proviene del seno familiar, el esfuerzo constituye carga más ligera y la probabilidad de la victoria se incrementa.
El dominio involucra sometimiento. O el dinero es “sirviente” o el dinero es amo; poderoso sirviente o poderoso amo.
El dominio, a su vez, representa soberanía. O es el ser humano quien determina el “cómo” y el “cuándo” con respecto a los alcances y beneficios del dinero, o es éste quien establece las pautas. El soberano no se sujeta, el soberano determina.
El dominio, finalmente, significa independencia. O el dinero depende de nuestra capacidad de producirlo o nuestra capacidad depende del dinero.
¿Cómo se alcanza Dominio sobre el dinero? A través de tres vías, todas de similar importancia:
1.- Teniendo la capacidad necesaria y suficiente para producirlo. Aquí el conocimiento es vital, tanto de lo que es la dinámica específica del dinero como el conocimiento básico para generarlo a través de algún oficio o un emprendimiento. La carencia de conocimiento es sentencia definitiva para concluir bajo el dominio del dinero.
2.- Perdiendo el temor al fracaso en los intentos de producir dinero. A mayor temor, menor la capacidad de producción de dinero y más exiguo el resultado final. Este es un tema de carácter, de resolución y determinación de alcanzar el dominio.
3.- Teniendo la habilidad de VENDER “esa capacidad” de producir dinero, porque en tanto el conocimiento de un oficio o el potencial de un emprendimiento permanezca inactivo o no sea expuesto a la Demanda, no puede materializarse. La capacidad de producir dinero debe ser puesta en práctica en el Mercado, en la colectividad, en el medio social que determina el intercambio económico.
La combinación de estos tres factores es fundamental en el proceso de alcanzar dominio sobre el dinero. Si éste es escaso porque no se tiene la capacidad necesaria para producirlo, el equilibrio se pierde en beneficio del dominio del dinero sobre las personas. Si por otra parte existe capacidad de producir dinero pero ella se encuentra condicionada por una actitud negativa hacia el riesgo, el resultado termina siendo el mismo. Por último si la capacidad y el carácter no se ponen efectivamente en movimiento, ninguna cualidad se perfecciona. El dominio sobre el dinero precisa que todos los factores se encuentren y desarrollen una sinergia positiva.
Un cuarto factor que podría considerarse de importancia no tiene, sin embargo, una relación directa sobre el dominio: la administración del dinero producido. Es cierto que la incapacidad de administrar apropiadamente el dinero puede generar fragilidad y con ello conducir a estados de precariedad, pero en éste ámbito se está hablando de eficiencia, no de efectividad.
Es necesario ser eficiente en la administración del dinero porque ello contribuye a la estabilidad, pero lo único que garantiza dominio es la efectividad, es decir la capacidad específica de producir dinero.
La mayoría de la gente en este mundo padece problemas con el dinero. Son muchos más aquellos que se encuentran entre las “víctimas” que quienes controlan el fenómeno. Ante una realidad así constituye asunto de responsabilidad ser muy claro en las afirmaciones: con el dinero se necesita ser eficaz antes que eficiente; primero se obtiene el dominio y luego se optimiza el proceso.
Quienes obtienen dominio sobre el dinero pero no alcanzan eficiencia en su administración probablemente no sean muy buenos prospectos para la abundancia financiera, pero en todo caso tienen enorme probabilidad de no estar inscritos entre las víctimas.
El dominio sobre el dinero se sustenta entonces en conocimiento, carácter y habilidad para vender. Ninguno de estos tres elementos debe fallar de manera notable.
El conocimiento capaz de producir dinero no está necesariamente asociado al entendimiento usual de educación o formación profesional (tampoco los excluye, por supuesto). Este conocimiento está vinculado a CALIDAD. El único conocimiento que en sí mismo está habilitado para producir dinero de manera sostenida es aquel que se practica con Calidad. No se trata de ser un abogado erudito, se trata de ser el Mejor abogado; no se trata de ser un médico con años de estudio y mucha experiencia, se trata de ser el Mejor médico. Y por supuesto la profesión o el oficio específico no importa, porque igual o mejor equipado puede estar el heladero o el herrero si es el Mejor heladero o el Mejor herrero.
La vida hoy no garantiza nada a quienes calculan que por ingresar a la academia avanzan en su objetivo de producir dinero; mayor probabilidad le puede estar reservada al peluquero o al plomero. Todo radica en la CALIDAD con la que se practique el conocimiento. La gente debe estar consciente que el mayor conocimiento o la mejor formación es sólo un pergamino en la pared sin la determinación de ponerla en práctica y ser catalogado como el Mejor en aquello que se haga. Aquí radica la capacidad de producir dinero.
Lo mismo se aplica a quien opta por el emprendimiento como mecanismo de producción de dinero, porque a él también se le demanda Calidad Distintiva en el producto o en el servicio que ofrezca.
Con respecto al segundo elemento necesario para alcanzar dominio sobre el dinero, queda corta cualquier exigencia. El sistema actual de vida es implacable y poco le perdona al indeciso, al pusilánime o al que no quiere asumir riesgos. El mundo demanda Carácter para acompañar cualquier conocimiento, y éste se forja en la desventura, en la adversidad, en la caída. Quien a priori evita todo esto por temor, nunca llega a desarrollar el Carácter apropiado para hacer viaje y superar las pruebas. Woody Allen decía: “Me ha llevado diez años tener éxito de la noche a la mañana”. El Carácter se fortalece con cada caída y el éxito se manifiesta cuando uno se levanta nuevamente. Son muchos más los que pueden alcanzar un conocimiento de Calidad que aquellos que pueden acompañarlo con el Carácter que se precisa.
Por último, la capacidad de vender lo que uno es y lo que puede hacer, es indispensable. En este juego no se trata de “ser para uno mismo”. El dinero es un producto que se transa y por ello tiene tanto que ver con uno como con los otros. Las personas que solo pueden admirar su propia nariz y no están dispuestos a exponerla ante los demás, no pueden alcanzar dominio sobre el dinero. En la lógica transaccional poco importa lo que uno piense o crea de sí mismo, importa lo que los demás crean o piensen de uno. El conocimiento y el carácter pueden terminar impolutos en un closet si no se venden a los demás. Gertrude Stein, la escritora estadounidense afirmaba: “El dinero siempre está ahí; sólo cambian los bolsillos”. Este “cambio de bolsillos” se produce solamente cuando alguien “compró” lo que uno QUISO vender.
La Pobreza, en esencia, no está explicada por la falta de dinero, más bien por la falta del conocimiento necesario para dominarlo.
A veces resulta un desconsuelo no poder ser más positivo o estimulante en el tratamiento de la temática del dinero, dado que el tema en sí es bastante árido. Lo único que obliga es la definitiva importancia que éste tiene, porque son incontables los problemas, las angustias y las desdichas que se producen por su causa. William Shakespeare el gran poeta y dramaturgo inglés decía: “si el dinero va delante, todas las puertas se abren”; y esta es una sobria verdad. Las puertas cerradas en la vida afectan el alma y dañan el espíritu. El dinero, al fin y al cabo, está allí para ayudar a abrirlas.
Por otra parte, el dominio que se alcance sobre el dinero seguramente sustenta la afirmación de ése otro hombre grande, José Ingenieros, quien con el mayor pragmatismo dejó en herencia esta frase: “La felicidad que da el dinero está en no tener que preocuparse por él”.
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”
WEB: www.elstrategos.com
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