Has de saber que en cualquier negocio o empresa lo que se dirigen son personas, las cuales forman un equipo comprometido con tu empresa en el que gracias a las habilidades de cada uno de ellos el rumbo de la empresa continúa siendo correcto. Ellos, al igual que nosotros, toman la responsabilidad de elegir cuáles serán las acciones y decisiones más ventajosas para nuestra marca dentro de su campo.
Cuando nos referimos a que dirigimos personas, queremos decir que cada una de ellas cuenta con unas competencias emocionales que tendremos que saber manejar y motivar, ya que al fin y al cabo este grupo de personas forman la columna vertebral de nuestro modelo de negocio, el cual nos puede conducir fácilmente al éxito si lo cuidamos bien. Para ello, tenemos que averiguar cuáles son los elementos que motivan a este grupo que trabaja codo con codo y día a día en nuestra oficina.
A pesar de que algunos no comparten ni aplican esta idea, es evidente que cualquier trabajador desea su espacio para poder realizar sus competencias sin la necesidad de que nosotros, como jefes, estemos detrás supervisando y corrigiendo continuamente. Tendremos que mostrar paciencia y ser cooperativos con ellos, ayudarles a mejorar en aquello que nos disguste pero siempre bajo una buena actitud. Eso no quiere decir que no tengamos que ser persuasivos ni disciplinados. Pero tendremos que amoldarnos al nivel de trabajo, de nada sirve que cada uno funcione a una marcha distinta.
Tendremos que ser completamente conscientes de aplacar nuestras emociones y permanecer siempre estables, nuestro equilibrio anímico debe de ser siempre correcto y tendremos que controlar todos nuestros impulsos. Como principal representante y valedor de la empresa, tendremos que transmitir motivación y confianza al resto del grupo. Solo si sabemos mantener el equilibrio entre todas estas características podremos crear un buen ambiente de trabajo y lo más importante, transmitirle a toda nuestra plantilla la energía necesaria para llegar a entusiasmarse por la tarea que realiza cada uno.
Recuerda que en la diversidad de nuestros empleados es donde aparecen nuevas ideas y criterios que podremos aplicar para beneficio de nuestra marca, no es necesario ni recomendable que toda la plantilla sea “relativamente” similar en cuanto a emociones y pensamiento. Además, los rasgos de personalidad de cada uno de ellos deben aflorar positivamente en el trabajo ya que todos tienen cualidades que con el espacio y confianza adecuada, pueden ayudarnos a crecer.
Hay que promover la libertad de pensamiento para nuestros empleados y un ambiente de trabajo en el que no existan las tensiones. Debemos ganarnos la confianza mutua y para ello solo es necesario un requisito: remar en la misma dirección.