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Detrás de una gran startup, hay un gran emprendedor

No es casualidad que Alta Gracia, un establecimiento de arroz con leche que hoy día cuenta con tres locales en Bogotá y está próximo a abrir uno nuevo en el parque de la 93, lleve en su nombre el don de Dios.  Al conocer a Víctor Ospina, su cofundador, entendí que no se trata del emprendimiento, sino del emprendedor. Con la sencillez que habla de su historia, la gratitud que emanan sus palabras porque tiene el mejor equipo de trabajo que pudo conseguir, su familia. La disciplina que su madre les inculcó, tanto a él como a sus hermanos para haber tomado la decisión de vender arroz con leche, y no cualquier arroz sino el que prepara su mamá, con un sabor especial que deleita el paladar de todo el que lo prueba.

Su historia es tal vez un cuento de hadas del emprendimiento. En lo personal, me inspira ver una persona joven, con una enorme capacidad para enfrentarse a las adversidades, inteligente y con mucho conocimiento en emprendimiento y administración de empresas; como él mismo lo dice, le gusta rodearse siempre de personas que saben más que él para aprender y seguir creciendo.

Al ver a Víctor con todo ese potencial, lo primero que se puede pensar es que podría estar ganando millones en una multinacional y viajando por el mundo, no alcanza uno a imaginarse que un par de años atrás estuvo junto a sus hermanos en la esquina de la 93 con 15 vendiendo arroz con leche en un carrito, pasando infinidades de peripecias que las personas que trabajan como vendedores informales usualmente pasan, Víctor y sus hermanos lo hicieron con la convicción que llegarían muy lejos.

A diferencia de los vendedores ambulantes, Víctor analizó su mercado y entendió la motivación de consumo, no fue un golpe de suerte, Dios le abrió muchas puertas, pero también fueron su persistencia, visión y propósito. Para llegar lejos, hay que hacer sacrificios y los días de juerga se acabaron cuando tomó las riendas de Alta Gracia. Hoy día trabaja junto a su mamá y se ha armado de un equipo de expertos para seguir creciendo; no es vender por vender, no es únicamente por la necesidad de pagar deudas, sino también por impactar vidas a través de su trabajo.

Si de inspirar se trata, Víctor es un motivador innato, es el emprendedor que todo inversionista busca, probablemente muchas veces se han preguntado si el problema es que la idea no es lo suficientemente buena para conseguir inversión, o tal vez no cumple con la cantidad de requisitos que piden los fondos de inversión. Sin embargo, Víctor no llevaba aún los dos años de facturación que usualmente se necesitan para demostrar la rentabilidad del negocio, había vendido 34000 unidades de arroz con leche en tan solo siete meses y se arriesgó a buscar inversión para su escalabilidad.

Siendo aún muy pequeño y enfrentándose ante grandes compañías, logró captar la atención de expertos inversionistas que se interesaron en Alta Gracia y más allá del arroz con leche, se fijaron en él. En su estructuración y en la capacidad que tuvo para ejecutar su plan de negocios, validó su producto vendiendo, se arriesgó a empezar de pequeño con los recursos que él y su familia contaban; y aunque vivimos en una sociedad aún bastante precaria que juzga a las personas por sus trabajos y por sus posesiones, a él no le importó lo que su círculo de amigos pudiera pensar al verlo vendiendo en la calle y por el contrario, tiene un corazón tan grande que consiguió unos nuevos amigos que jamás hubiera pensado, los demás vendedores ambulantes, quienes les ayudaron durante esos meses que estuvo Alta Gracia dándose a conocer.

La fortaleza que tiene y la pasión por su negocio hace que le brillen los ojos cada vez que cuenta su historia, el secreto del éxito es su gracia, ese don que tiene para analizar y lograr transformar un producto que para nosotros en Colombia es tan tradicional, entendiendo a su consumidor, incluso las emociones y la conexión que tienen con el arroz con leche. Saber la razón por la que le están comprando lo llevó a estructurar su negocio de tal forma que hoy día es una marca que genera valor y que tiene la capacidad de escalarse a tal punto que próximamente la veremos en toda su Gracia.

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