La productividad personal de vanguardia está vinculada a factores de índole mental e ingredientes emocionales. La razón y la práctica juegan un papel secundario.
La productividad debe entenderse como “la relación entre los resultados y el tiempo utilizado para obtenerlos. Cuanto menor sea el tiempo que lleve obtener el resultado deseado, más productivo es el sistema (en este caso la persona)”.
1.- No existe productividad personal elevada sin excelencia, y no se alcanza la excelencia si no se ama lo que se hace.
No hay método de trabajo, disciplina o fuerza de voluntad que conduzca a elevada productividad si no se ama lo que se hace. La persona puede dividir meticulosamente cada minuto de actividad. Organizar tareas y calcular sus objetivos con la rigurosidad de un ingeniero. Pero si no obtiene básico contentamiento en lo que hace, nunca será muy competitivo.
2.- Quién desea ser altamente productivo debe invertir tiempo y esfuerzo en mantener una vida ordenada.
La vida disipada no ayuda a obtener excelencia en lo que se hace porque limita la productividad. Quien debe dedicar niveles importantes de energía a resolver problemas personales no rinde bien en otras esferas.
3.- El desarrollo personal en todos sus ámbitos: físico, emocional, mental y espiritual, es indispensable para obtener equilibrio en la vida y aspirar a rendimientos altamente productivos y estados de excelencia.
Y en respeto a la precisión y eficacia (que tanto gusta a quienes exploran los terrenos de la productividad), habría que invertir el orden de los factores. Primero el ámbito espiritual, luego el mental, emocional y finalmente el físico. Quién alcanza equilibrio espiritual condiciona su estado mental, emocional y su potencial físico.
4.- Nadie tiene efectivo control sobre el ayer o el mañana. Lo único que se puede controlar es lo que se está haciendo en este momento.
El individuo que aspira a ser altamente productivo debe concentrarse en lo que hace aquí y ahora, nada más. Así superará cotas pasadas y alcanzará objetivos que tiene planteados en el futuro.
5.- La productividad personal es producto de la apropiada administración de energía, no de tiempo.
Si el tiempo es escaso y valioso la energía lo es aún más. Porque el tiempo es finalmente una variable exógena que “sucederá de todas maneras”, en tanto la energía es una responsabilidad personal que debe producirse, cuidarse y dispensarse con inteligencia.
6.- Se deben establecer las metas considerando primero las fortalezas que se tienen. Jugar a ellas. Apostar por ellas. En esto consiste el ser eficiente: las fortalezas imprimen poder en las tareas, aumentan el ritmo de las acciones y acortan su duración.
7.- Es preciso ser una persona decisiva. No es lo mismo ser decisivo o ser decidido. Las personas “decisivas” son aquellas que determinan el curso de las cosas por efecto de las decisiones que toman en el momento oportuno. No se trata solo de decidir, es importante hacerlo, además, en el momento preciso.
8.- Deben disiparse los pensamientos de preocupación. Toda preocupación, por grande o pequeña que fuese, juega en contra del mejor desempeño.
Es así de simple. Por lo tanto, cada espacio que se conquista a las preocupaciones, por minúsculo que sea, contribuye a mejorar el perfil competitivo.
Todas las personas tienen preocupaciones. Por eso el éxito espera a quienes han aprendido a lidiar con ellas. Anular o eliminar las preocupaciones posiblemente no sea un objetivo práctico, pero aprender a disiparlas o “diluirlas”, brinda lo que se necesita para optimizar el desempeño y construir resiliencia.
9.- ¡Descanse y avance! (“Breaktrough by taking a brake”)
No hay nada misterioso o extraño en esta recomendación, excepto que generalmente colisiona (y de frente), con la lógica “apreciada” del esfuerzo bruto y el “velar” los problemas hasta que se resuelvan. Tomar un descanso en ciertas circunstancias está asociado a la displicencia e irresponsabilidad, al menos en la lógica de las convenciones sociales y de trabajo ortodoxo. Sin embargo, es una de las formas más inteligentes de mejorar el desempeño.
10.- La productividad personal demanda que el individuo se ORIENTE hacia sus metas, no que se dirija a ellas.
Muchas personas afectan su estado psicológico y emocional al ser demasiado estrictos e intolerantes consigo mismos. Esto se demuestra en la frustración que generan objetivos no alcanzados. Cuando esto se cambia con la lógica de “orientarse” a las metas (no necesariamente dirigirse a ellas), la sensación también cambia, e igualmente los resultados.
El individuo que se mantiene orientado hacia sus metas, corrige la dirección de sus acciones de la misma forma que lo hace un giroscopio. Desviaciones, deficiencias e ineficiencias se ajustan sobre la marcha y se reorienta el desempeño hacia los objetivos.
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”
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