A menudo solemos librar batallas en las que se disputan giros preponderantes de nuestras vidas. En estas batallas se enfrentan dos bandos: uno que evidencia lo que l@s demás quisiéramos que fuéramos y todas las creencias que nos han inculcado desde niñ@s y otro, en el que se enfila lo que amamos y hace respirar al espíritu que vive en nuestro pecho, ¿A quién le permitimos ganar?
La cobardía y nuestro patológico miedo al “qué dirán” hacen que nos pasemos el tiempo caminando por espacios que no nos gustan y no deseamos, eligiendo no elegir y quedándonos con uno de los puntos de la reducida lista de cosas que nos han presentado como “aceptables”.
¡Nuestros sueños son quienes deben triunfar! |
Tiempo después, nos damos cuenta de que estamos en el ojo de un remolino de circunstancias que nunca hemos querido y que se nos meten por las venas secando lentamente nuestros sueños e ilusiones con aquel tedioso lema del “tienes”: tienes que hacer ello o lo otro; tienes que alejarte de eso y acercarte a esto; tienes que dejar de pensar en l@s otr@s y sólo dedicarte a ti mism@.
La vida se convierte en una obligación llena de reglas y frustrantes imposiciones que nos llenan de “tienes”, tanto, que no podemos dejar de pensar ha donde se ha ido lo que nosotr@s queríamos y por qué en lugar de protegerle permitimos que se desterrara de nuestro corazón.
Siempre será mejor volar acompañad@ que sol@ |
Es cierto que nadie –supongo- nos pone un arma en la cabeza para obligarnos a hacer su sacra voluntad; pero para obligar no siempre hay que hacerlo por las vías de hecho, sino que también existen otras formas de obligar, por ejemplo, no es obligatorio pagar la cuenta de energía, pero si no lo haces, te quedarás sin el servicio. Asimismo, pasa con nuestras vidas: no es obligatorio hacer lo que l@s demás quieren, pero si no lo hacemos, lo sentimos con recriminaciones, malas actitudes y prevenciones para con nosotr@s.
Es entonces cuando empezamos a preguntarnos: ¿qué vamos a hacer? ¿Qué camino podemos tomar? ¿A qué debo mayor valor? Parecen obvias las respuestas, pero a veces nos apabullan las acciones. Cuando los grandes personajes de la historia se atrevieron a hacer lo que les nacía, fueron tildados de loc@s y con el pasar del tiempo, todo cambió y lo que fue locura en un inicio, se convirtió en inminentes ataques de brillantez. Lo cierto es que el tiempo les ha dado la razón y ha mostrado que la verdadera locura es no hacer lo que se ama.
Debemos pasar del “tener” al “querer”.
No se trata de ser injust@s y pasar cuan aplanadoras por encima de las personas que más nos quieren, de lo que se trata es de seguir la verdad de nuestro corazón y ser terc@s con nuestros sueños más no con nuestros errores, así los seres que nos aman terminaran por entender que nuestra felicidad no está en lo que ell@s creen conveniente sino en lo que nosotr@s hemos construido con amor en nuestro mundo.
Si te resignas a hacer lo que “tienes” que hacer, ¡felicidades! Serás un o una futura amargada llena de frustraciones y agonías. Pero si te atreves a “querer”, lo único que perderás es el miedo a soñar.
Con todo mi corazón…
© Lluvia
Foto Créditos: Foto 1, Foto 2