Hace no muchos días, hablábamos sobre el hecho de que la culpa de muchas situaciones incómodas en términos publicitarios y sociales, jamás era del Marketing, sino de quien hacía uso de éste, dado que apenas se trataba de un instrumento. Hoy, tenemos la posibilidad de traer para ustedes, con el ánimo de profundizar en el tema, un claro ejemplo del uso que es posible dársele al marketing; consistiendo este en una campaña de marketing, que se alza como un arma más en medio de la guerra entre Occidente, específicamente Estados Unidos; y el Estado Islámico.
Ésta guerra, al parecer tiene un frente en el escenario publicitario, dado que, los miembros del estado islámico hacen propaganda anti-occidental y viceversa; lo que convierte al marketing en un arma que engendra odio y repudio por parte de los habitantes de distintos lugares del mundo.
Estados Unidos, que se había caracterizado por utilizar recientemente, la publicidad como un medio o instrumento de bien; en campañas que pretendían evitar la obesidad en niños, el alcoholismo, el tabaquismo, la anorexia, el aborto, etc; se encuentra reclutando expertos en el área del mercadeo para convertirlos en soldados de lo que se podría llamar una confrontación publicitaria. Su intención es aprovechar la experiencia de los marketeros en el manejo de públicos y audiencias, y convencer, inclusive a los países árabes, del mal que hace al mundo el proyecto de Estado Islámico; lo que en pocas palabras vendría siendo: prepararse para jugar de visitante.
Así, amable lector, como puede usted vislumbrar, se mancha con suciedad belicista tan poderoso instrumento, re-confirmando la premisa sobre la cual giró uno de los artículos anteriores (El culpable no es el Marketing sino el Marketero), de que lo que está mal no es el marketing, sino algunas mentes con no muy buenas intenciones, que se atreven a hacer uso de él.